El pasado miércoles, rozando la medianoche, las redes sociales se llenaban de mensajes pesimistas por parte de los aficionados del Atlético de Madrid tras la derrota 1-0 en el Camp Nou. Entre las quejas por la mala suerte, por el fútbol mostrado en algunos momentos, por un ataque prácticamente nulo, por el arbitraje, por los errores puntuales y por lo ilógico de poner un partido un miércoles a las 10 de la noche aparecía la palabra “imposible”.

¿Cómo vamos a remontarle un 1-0 al Barcelona? Argumentos objetivos no le faltaban al aficionado colchonero. Toca remontarle un partido a uno de los mejores equipos del mundo. Ni más ni menos. A un equipo con un presupuesto que hace parecer al nuestro una broma. Al Barça de las 26 Copas, a cuyo palmarés hay que sumar 22 ligas y 4 Champions frente a nuestras 10 ligas y 10 copas. Al Barça al que Simeone solo ha sido capaz de ganarle una vez. Un Barça que lleva 54 goles a favor y 9 en contra en Liga. Toca remontarle al equipo del omnipresente Messi, cuya víctima preferida es, precisamente, el Atleti al que le ha marcado 22 goles -y que no llega precisamente solo en primera clase-, al que tiene que frenar Siqueira que se postula en cada partido que juega como la pieza más floja de los atléticos y al que no podrá cubrir El Faraón Godín -por acumulación de tarjetas- una de las patas sobre las que se asienta el equipo, con un Gabi al que se espera desde el inicio de la temporada pero que parece que no termina de llegar.

Al Atleti de este año a veces le resulta muy difícil construir el juego, parece no saber como disputarle los partidos a Madrid y Barça -pese a los buenos resultados ante los primeros- y se encontrará con un equipo resucitado, que parece que le tiene tomada la medida, que ha encontrado la intensidad anteriormente característica de los rojiblancos. El equipo madrileño es especialistas en aprovechar los errores contrarios, pero en los culés tiene una mala pareja de baile, pues no suele cometerlos y sí explota los del rival, como ya sucedió en el partido de ida.

La noche del miércoles debió de ser intensa e introspectiva en las mentes de los atléticos, pues ya desde primera hora del jueves se advertían otras reflexiones y expectativas ante el partido de vuelta.

Estamos hablando del Atlético de Madrid, del Atleti del Cholo, del que el año pasado avergonzó a todos los del “ya caerán”. Los hinchas parecían alentarse unos a otros. Hablamos del equipo que eliminó al Barcelona en Champions hace solo unos meses, el que le ganó la Liga contra todo pronóstico en su propio estadio, a base de coraje y corazón, saliendo ovacionado por los aficionados azulgrana, el que el año pasado consiguió anular al Barça en cada uno de los encuentros que disputaron. Es en ese Atleti en el que han de buscarse y encontrarse. Un Atleti fuerte, rocoso, difícil de apartar de su táctica, los mejores en el juego de pizarra, un equipo que permaneció 19 meses invicto en casa, que en los enfrentamientos a doble partido en la era Simeone se ha llevado 17 de 20.

Se entiende que el Cholo saldrá con todo, y buscando, sin volverse locos, un gol tempranero que permita empezar de cero. Esto es, defendiendo con el muro contra el que se suelen estrellar todos los equipos, haciendo que el ataque del Barcelona no llegue a ser un peligro real. Para ello han de concienciarse de que la mejor estrategia es una presión desempeñada mucho más arriba de la que han ejercido en los últimos enfrentamientos entre ambos, sin trastocarse intentando disputarles la posesión del balón, pero tampoco cediendo todo el espacio y la iniciativa al rival, evitando por todos los medios acabar encerrados en el área y, si se consigue esto, lanzarse a la contra con todo su potencial.

La clave de este muro empezará en Oblak, quien estuvo cerca de darle la noche a Messi el pasado miércoles y que parece empeñado en demostrar con sus grandes intervenciones, por qué se le fichó y que su sitio no es el banquillo. Protegiéndole repetirá el tándem que ya se estrenó el pasado sábado ante el Rayo, formado por Giménez y Miranda. Del brasileño, recuperado, se espera que siga en su línea, tranquilo, cumplidor, firme, efectivo. El uruguayo por su parte ya ha demostrado que no falla. Ha sabido esperar su momento trabajando duro y en poco tiempo ha conseguido que parte de la grada empiece a reclamarle como titular, tras ver su respuesta en cada oportunidad que se le ha concedido, presentándose también como una sorpresa en el ataque a balón parado.

Otra de las claves de un posible éxito estará, como no podía ser de otra manera, en Arda Turan. El turco, en un estado de forma y de juego espectaculares, es el hombre con más clase que ha pasado por la Ribera del Manzanares en mucho tiempo. Es el arte, se asocie con quien se asocie, el resultado siempre es el mismo, magia. Es el responsable de la creatividad del equipo, de marcar los tiempos, la intensidad, la estructura.

Y junto al de Bayrampasa, su socio liderando el equipo será Antoine Griezmann, actualmente pichichi del equipo en Liga, sin el que en Barcelona los atléticos perdieron su velocidad y su capacidad de ataque. El galo está demostrando estar en un momento espléndido, impecable, a un nivel máximo, siendo un jugador completísimo. Esta temporada ha marcado ya cuatro veces dos o más goles pese a no empezar el año como titular. Que el Atlético de Madrid aguante con orden y le lleguen balones a Griezmann con espacio puede ser, junto a su capacidad de definción, una de las claves que buscará Simeone para su equipo. El jugador francés parece el actor perfecto para la propuesta de su entrenador.

Por último, imposible sería olvidarse de Torres, quien parece un especialista en medirse al Barça. Frente a ellos ha marcado un total de ocho goles en doce partidos; siete fueron con el Atleti -incluyendo dos dobletes- y uno con el Chelsea. Cuidado con El Niño.

Y así, de este modo, el Atlético de Madrid se encuentra en el mes de enero con una final.

El Barcelona sabe que se enfrenta a un equipo que no va a morir sin luchar. Ya apuntó Iniesta que aún faltaban “90 minutos muy intensos en el Calderón”, que además seguro que será una olla a presión.

Y al mando, Diego Pablo Simeone, el responsable del milagro. El Cholo se enfrenta así a una remontada, una remontada heroica, que es de lo poco que le queda por hacer en este equipo para seguir escribiendo su epopeya. Una historia con la que algunos no eran capaces ni siquiera de soñar hace poco más de tres años.

Así es que, ¿imposible? No parece una palabra que tenga cabida dentro del vocabulario de Simeone.