Test de altura entre dos amantes del vértigo

Este domingo se enfrentarán, y no será por última vez esta temporada ya que aún está pendiente una apasionante eliminatoria de semifinales de Copa del Rey entre ambos, FC Barcelona y Villarreal CF, en el partido de la jornada y quién sabe si un antes y un después para ambos.
Y es que, aunque el Submarino Amarillo no forma parte a ojos de la mayoría de aficionados en la élite de la competición doméstica, el actual momento de juego y resultados de los de Marcelino García Toral oposita junto a los culé a considerarles como los dos conjuntos más en forma de la Liga española.
Además, ambos presentan ciertos aspectos que les ha acompañado en un viaje casi paralelo. Inicio efervescente, momentos de duda y una vuelta de tuerca que les ha convertido en dos equipos temibles en una fase del juego en el que, no hace tanto tiempo, no era su seña de identidad: veloces transiciones ofensivas -contraataques-, vértigo y solidez defensiva.
A todo ello hay que añadir algunas noticias que, por inesperadas, presentan un nuevo escenario respecto a lo que sucedió en el partido de la primera vuelta. En el conjunto vila-realense se han producido algunos movimientos notables en el mercado invernal y el peso de la meritocracia que forma parte del ideario de Marcelino ha significado que algunos jugadores hayan variado su rol mientras otros, pilares básicos de la plantilla no hace tantos meses, han abandonado la entidad amarilla.
Fernando Roig nunca olvidará el mes de enero de 2011 cuando el Tottenham presentó una gran oferta por Giuseppe Rossi. Por entonces, si hablamos de economía, era un montante total irrechazable aunque deportivamente suponía una enorme pérdida para aquel equipo, pues gran parte del potencial goleador partían de las botas del italo-estadounidense. Finalmente, Roig declinó la oferta y unos meses después, en el Santiago Bernabéu arrancó un calvario de lesiones para Rossi, excelso jugador y maltratado por el peor enemigo de un deportista: el quirófano.
Cuando L’Equipe informó a principios de 2015 del interés del Arsenal por Gabriel, que posteriormente se concretó en una oferta formal en torno a los 18 millones de euros, esta vez el máximo dirigente amarillo no dudo. Jugó la baza de sumar la cesión de Joel Cambell, petición expresa del técnico para reforzar la posición de extremo derecho, y traspasó al central brasileño con una  plusvalía de cinco veces más el coste inicial -4 millones de euros pagó el Villarreal en agosto de 2013 al Vitoria de Bahía-. Esta ha supuesto una de las mejores operaciones en la historia del club. El jugador ha crecido, aunque su valor real no parece que sea el pagado por los gunners.
Precisamente Mateo Musacchio, tras pasar gran parte de la actual campaña lesionado como consecuencia -en parte- de no completar una pretemporada adecuada retoma su rol. Se convierte en un gran refuerzo para el segundo tramo de campaña a expensas de lo que pueda ofrecer el joven costa marfileño Eric, quién ha recalado en el submarino para suplir la marcha del brasileño, procedente del Espanyol.
Junto a Gabriel han abandonado el club este mercado invernal Espinosa -cedido al Almería- y Cani -al Atlético de Madrid-. El aragonés, que había perdido su status como uno de los capitanes y cuya relación con Marcelino no atravesaba en los últimos meses por un momento de cordialidad, ha dejado huérfano uno de los pilares del ‘anterior’ Villarreal de García Toral.
Sin embargo, pese a esta reestructuración, el equipo acumula jornadas en continua progresión futbolística, completando un giro que ya se puede afirmar que es una realidad: del equipo amante del balón que creó Manuel Pellegrini y cuya herencia, por distintos motivos, no pudieron hacer crecer Ernesto Valverde, Juan Carlos Garrido, José Francisco Molina, Miguel Ángel Lotina o Julio Velázquez, se ha convertido en un conjunto enamorado del espacio. Ahí, el Villarreal es letal.
Jugadores como Cheryshev, Vietto, Giovani Dos Santos, Campbell o Moi Gómez se sienten más cómodos corriendo que teniendo que percutir en ataque desde el juego posicional, lo que no significa que esta faceta del juego se haya olvidado, pero ya no es la principal. Teniendo a Bruno y Trigueros como surtidores de pases filtrados que saltan líneas, el juego de los extremos y delanteros amarillos brilla más. Si se suma el orden defensivo y la confianza que otorga el acumular 25 partidos consecutivos oficiales marcando al menos un gol y 18 victorias seguidas, asaltando -entre otros escenarios- el Vicente Calderón tras año y medio sin perder los colchoneros, nos encontramos ante un equipo que sin ningún rubor planteará dificultades al ‘nuevo’ FC Barcelona de Luis Enrique.
Marcelino, gran estratega y aprendiendo de situaciones pasadas, planteará un partido, a priori, incomodo para los azulgrana. Repliegue medio y presión en medio campo, con las líneas juntas, en formación 1-4-5-1 o 1-4-4-1-1 y desplegándose en ataque en su clásico 1-4-4-2 o 1-4-3-3, donde el papel de Jonathan Dos Santos, el jugador bisagra del equipo será fundamental. Desde su ubicación como falso extremo/interior derecho ayudará a cerrar los pasillos centrales, al mismo tiempo que facilitará el filtrar los pases a los jugadores más ofensivos, ya que el Villarreal carga gran parte de su juego de ataque por la izquierda, para finalizar por el centro o en el costado contrario.
Un gran partido, como test de una eliminatoria copera que puede mostrar hacia dónde van encaminados ambos equipos: la posibilidad latente del triplete culé y el crecimiento de un equipo adolescente, que día a día pasa ser adulto y cuya culminación puede ser llegar a una final, ya sea en Copa del Rey o en Europa League, donde el equipo también sigue vivo, su gran materia pendiente desde que Fernando Roig tomó las riendas del club.