ZUBIZARRETA – NOTAS PARA UN BALANCE CRÍTICO

Hoy, día 5 de Enero de 2015, el Fútbol Club Barcelona ha puesto fin a su relación contractual con Andoni Zubizarreta. Su marcha será jalón clave de una etapa convulsa en la dirección deportiva culé, que se inicia con la victoria de Rosell en 2010, y que se prolongará, forzosamente, hasta que termine la sanción impuesta por la Fifa al club catalán. Buena parte de los condicionantes institucionales, políticos y económicos que nos permitirían contextualizar en detalle la figura de Zubizarreta resultan ajenos a la filosofía y objetivos de Rondo Blaugrana, con lo que me limitaré a repasar su gestión de la planificación deportiva del Barça. Pero no pretendo impostar objetividad: considero que procede abordar con espíritu crítico el trabajo de uno de los máximos responsables de lo que sucede en el césped y, en ese sentido, es difícil soslayar que Andoni Zubizarreta ha construido una plantilla cuya adecuación es, en el mejor de los casos, debatible. Sin embargo, hay algo que me desorienta en la trayectoria de los fichajes de Zubizarreta: son tan coherentes entre sí como incoherentes con la tradición en la que se les ha intentado integrar. Eso me hace plantearme algunas dudas que quizá podamos despejar colectivamente.

Historial de fichajes

Repasemos, antes de emprender un análisis algo más crítico, el historial de altas y bajas en la era de Zubi. Al menos, en lo que hace a los nombres más reseñables.

En la temporada 2010/2011 el Barça incorpora a David Villa –fichaje atado por la junta de Jan Laporta-, Adriano, Mascherano y Afellay. En el capítulo de bajas destaca la marcha de Ibrahimovic, Márquez y Touré, pero el caso de Dmitro Chigrinski, rescindido por cuestiones económicas –a decir del presidente Rosell- fue símbolo inequívoco de una forma más intervencionista de concebir la planificación deportiva. En la temporada 2011/2012 se ficha a Alexis Sánchez y a Cesc Fábregas. Alexis y Cesc podrían considerarse verdaderos emblemas del proyecto deportivo de Zubizarreta, en tanto que las operaciones de Neymar y Luis Suárez parecen responder a otras connotaciones, sin desdoro de sus magníficas virtudes futbolísticas. En la temporada 2012/2013 Tito Vilanova sustituye a Pep Guardiola, y Jordi Alba y Alex Song se incorporan al equipo para cubrir las bajas en el lateral y el interior izquierdo. O al menos eso indicaba la teoría, puesto que la historia de Song en el Barça es, cuando menos, confusa. Un año después, en la 2013/2014, Gerardo “Tata” Martino se hace cargo del banquillo culé y el Barça, tras las bajas de Thiago, Villa y Abidal, incorpora únicamente a Neymar, dejando sin cubrir la tan ansiada plaza de central.

Y llegamos, por fin, a la temporada 2014/2015, en la que Luis Enrique releva a Martino. Junto al asturiano, aterrizan en el club Ter Stegen, Bravo, Deulofeu, Rakitic, Luis Suárez, Douglas, Vermaelen, Rafinha y Deulofeu. Valdés, Puyol, Tello, Song, Cesc, Alexis, Cuenca, Dos Santos y Afellay, entre otros, habían dejado el Barça. La nómina de incorporaciones ha devenido fundamental desde que la Fifa ratificó la sanción que impide fichar al Barça durante dos ejercicios. Así, en la temporada 2015/2016 la plantilla solo podrá reforzarse con jugadores cedidos. Denis Suárez y Deulofeu parecen los candidatos más probables a regresar a la disciplina culé, aunque la deriva institucional del club resta valor a cualquier vaticinio.

Valoración

Se me ocurren tres ejes sobre los que podría pivotar una valoración de la trayectoria de Zubizarreta.

Diseño de la plantilla

En primer lugar, parece claro que el Barça ha incorporado sistemáticamente a jugadores que no responden a los roles instituidos en la etapa anterior. No se ha incorporado ningún interior de posesión al equipo. Tampoco se ha suplido la baja de Abidal con un lateral defensivo, ni la baja de Keita con otro interior de largo recorrido. No se fichó a delanteros inclinados a jugar abiertos en banda y estirar al rival, ni se reforzó, hasta última hora, el puesto de central. Esta falta de adecuación a las tipologías propias del 4-3-3 canónico de Guardiola podría simbolizarla, mejor que ningún otro ejemplo, el hecho de que Zubizarreta optase por Ivan Rakitic en lugar de Toni Kroos.

No habría, obviamente, nada reseñable en que una dirección deportiva optase por renovar los perfiles humanos de su plantilla, siempre y cuando las dinámicas de juego se adaptasen a esa renovación. Sin embargo, el “entorno” institucional del club ha insistido en mantener una continuidad estilística con la era de Guardiola, de manera que la práctica totalidad de las incorporaciones de Zubizarreta se han tenido que adaptar a un ecosistema que no les beneficiaba. Jordi Alba es un velocista que sufre en el juego posicional, Rakitic un mediapunta que no parece saber posicionarse de interior y Neymar, pese a su calidad, está claramente desaprovechado acostado en banda. Podríamos multiplicar los ejemplos.

Desde mi punto de vista, esta falta de coherencia entre las características de los fichajes y el esquema de juego empleado debe imputársele a la dirección deportiva, siendo, probablemente, una de las principales causas del deficiente funcionamiento colectivo de la plantilla.

El centro de la defensa

La cuestión del central no puede faltar. Mientras la prensa aireaba en vano los nombres de Thiago Silva, David Luiz o Hummels, el Barça se veía obligado a reciclar una y otra vez a Mascherano, provocando un curioso efecto de dominó. Como el argentino tuvo que reforzar la defensa ante la ausencia de incorporaciones, el equipo no pudo contar con su mejor mediocampista defensivo en un contexto en el que habría solucionado, por puro talento, muchos de los déficits colectivos. Por otra parte, Alex Song, un interior de recorrido que no había deslucido en el Arsenal junto a Wilshere y Cesc, también fue presentado como alguien capacitado para jugar de central. Esa presunción fue un puro salto al vacío de Zubizarreta que se demostró totalmente injustificada, como sabía, por otra parte, cualquiera que hubiera visto al Arsenal. En todo caso, tras no poder reciclar a Song como defensa, se le publicitó como pivote defensivo, cosa que tampoco era. En absoluto. Tres posiciones afectadas –Song no pudo ocupar el rol de interior físico que por condiciones le correspondía porque tuvo que ser suplente de Busquets mientras Mascherano sufría en el centro de la defensa- por no fichar a un central de formación.

Esta temporada llegaron, por fin, dos centrales, Vermaelen y Mathieu. El primero llega lesionado y el segundo no parece responder al perfil necesario para ser titular indiscutible en un equipo de elite. Tampoco Vermaelen, jugador de condiciones innegables, pero en trayectoria descendente. El Barça lleva cuatro temporadas sin proporcionarle un compañero de garantías a Gerard Piqué, víctima mediática de un déficit estructural aliviado, únicamente, por el inolvidable coraje con que Mascherano ha aceptado su destierro.

El medio campo

 Por último, habría que hablar del medio campo. Como ya dije, el Barça, en tanto institución, parece comprometida con una concepción estrecha e inmutable del juego de posición que preconiza que a) han de participar dos interiores de posesión flanqueando al pivote y b) que el equipo debe lanzarse a por el rival tras pérdida. Es decir, se ha elevado a principio fundacional un tipo de juego basado en un riesgo casi suicida, que requiere un funcionamiento colectivo perfecto y jugadores adecuados a la idea. El Barça ha tenido mediocampistas que pudieron haber sostenido un modelo de juego basado en la posesión pero matizado, menos arriesgado y más vertical. Estoy pensando en Cesc y Thiago, vendidos a rivales directos en la lucha por la Champions, pero también en Rakitic y Sergi Roberto, elementos extraños en un equipo que solo parece confiar en que Xavi e Iniesta dejen de cumplir años.

El resumen de esto es que el Barça no ha renovado su medio campo, pese a tener la oportunidad de hacerlo, porque tampoco se ha permitido a sí mismo renovar sus ideas. Esta realidad, que debe recaer también en la dirección deportiva, me parece el aspecto sobre el que menos capacidad de control tenía Zubizarreta. Dicho de otra forma, creo que combatir la cuestión del aplastante peso del pasado glorioso en las estructuras ideológicas del club trasciende, con mucho, lo que se puede esperar de una dirección deportiva. Sin embargo, ello no hace menos doloroso comparar el mediocampo culé con el de su máximo rival, conformado por jugadores que, con otro tipo de dirigentes al frente, habrían sido objetivos prioritarios de la planificación blaugrana.

Balance y duda

Mi balance personal de la labor de Zubizarreta es tan negativo que prefiero no abundar en él, pero sí que me gustaría llamar la atención sobre un aspecto que podría inducir a una reflexión. Los fichajes de la era Zubizarreta son incoherentes con el proyecto al que parece entregarse el club, pero son tremendamente coherentes entre sí: Mascherano, Alba, Cesc, Alexis, Neymar, Luis Suárez, Rakitic y Rafinha conformarían un equipo de ensueño para cualquier entrenador interesado en alternar fases de posesión con transiciones ofensivas. ¿Los fichajes de Zubizarreta son, sencillamente, elecciones impropias, o pretendía el vasco proporcionarle “armas” a un técnico que se atreviera a imprimirle matices a la tradición blaugrana? ¿Aspiraba Andoni Zubizarreta a armar un equipo mixto, menos inclinado a la posesión defensiva y más capacitado para correr al hueco, imaginando así un escenario en el que Leo Messi se sintiera menos asfixiado por las defensas estáticas rivales? No pretendo implicar nada con este contrafactual, pero me parece interesante que todos los fichajes durante casi un lustro  hayan respondido al mismo perfil. Probablemente quiera decir algo. En todo caso, ya no tiene demasiada importancia y, fuera lo que fuera, no salió bien.