En el Barça de Lucho, actualización enero de 2015, la función del MC es simple y a la vez muy complicada. Simple porque sus funciones y obligaciones quedan restringidas a aspectos muy concretos del juego, y complicada puesto que ejecutar con eficiencia ese rol tan específico supera -en mi opinión- las opciones que le da la plantilla al técnico asturiano.

Empecemos por el inicio del ataque, la salida de balón. Ante presión del contrario o posicionamiento alto de los puntas rivales, el FC Barcelona no trabaja mecanismos de salida de balón basados en sus hombres del centro del campo. En situaciones con tiempo y espacio, el balón llega al lateral que asociándose con su interior y extremo, son los encargados de hacer avanzar al equipo. Si este camino está vedado, la siguiente opción es el balón diagonal de centrales a banda contraria, siendo receptores habituales Neymar & Alba -a diferentes alturas- en izquierda y Alves & Suárez en derecha. Esto ocurre de la misma manera si el MC mantiene su posición por delante de centrales o si se incrusta entre ellos buscando la lavolpiana -la incidencia es mínima-. Así pues, la función del MC en esta fase del juego queda reducida a dar apoyo a la salida lateral si el interior entra en juego, siendo la descarga de este a su espalda, la ayuda para el cambio de frente de balón.

Sigamos con el ataque posicional una vez asentados en campo rival. El Barça maneja dos carriles de circulación de balón, uno lento y seguro y otro rápido y con riesgo. El lento se compone de lateral, interior retrasado, central, MC incrustado o no, central, interior retrasado y lateral contrario -llegando a los extremos en ocasiones-. Ante repliegue bajo digamos que esta circulación de balón es la inicial, la que ordena -o al menos lo intenta-, la que no acelera y minimiza riesgos de pérdida -una explicación más completa la podéis encontrar en el artículo de nuestro compañero Pablo Barçalogia “Que jueguen los mejores”-.

La segunda vía de circulación se sitúa en el espacio entre ¾ y la frontal del área. Ambos interiores, junto con Leo, Ney y uno de los laterales son los que la componen. Aquí sí se busca la velocidad de balón, la agresividad, el riesgo y la aceleración. Y el mediocentro de nuestro sistema queda un escalón más atrás, alejado de la misma, únicamente como línea de pase puntual si el repliegue rival obliga a volver a empezar. Visto lo visto, el peso de nuestro 4 es, sobre el papel, irrelevante en fase ofensiva.

Ahora vayamos al meollo del asunto, la fase defensiva. Ante pérdida de balón la ubicación del mediocentro marca lo que puede y lo que no puede hacer. En este Barça, el desequilibrio se produce en los costados que acaba siendo la zona habitual de la pérdida y la presión para recuperación inmediata queda alejada de nuestro MC. Su función, así pues, se restringe a ser segunda oleada de dicha presión por la zona central o bien el encargado de cubrir la espalda del interior y lateral de esa banda. Debe decidir. Si el robo rival se produce en zona central, el mediocentro sigue alejado unos metros de ese espacio y se complica su llegada como primera avanzadilla de la presión, puesto que, como hemos dicho antes, queda un escalón atrás. Y volvemos a lo mismo, debe decidir si sumarse a sus compañeros en la recuperación o bien contemporizar y ser el escudero que mejore la transición defensiva colectiva leyendo la salida del contrario.

Por último, en defensa posicional, más de lo mismo. El Barça mantiene la disposición 1-4-3-3 en campo propio, y conocemos que el compromiso defensivo de los extremos es bastante liviano. Debe manejar un espacio enorme puesto que los interiores -sus acompañantes en la parcela central- no dudan en saltar a la presión si el rival retrocede con el balón. Y nuestro MC debe medir muy bien su posicionamiento en el campo puesto que la parcela de césped a cubrir se acaba dilatando siempre.

Evidentemente este intento de análisis es muy superficial y existen muchos matices en las situaciones expuestas, pero a mi entender deja claro qué es lo que quiere actualmente este Barça de Lucho de su mediocentro: tener muy poco peso en el ataque y capacidad de decisión y lectura en defensa. Ahora toca al lector decidir bajo estas premisas qué jugador de la plantilla puede asumir con mayor efectividad las funciones de nuestro 4 de pizarra.