Las decisiones sobre cuál es el mejor camino a escoger siempre son complicadas. La incertidumbre que ello entraña, es algo que se percibe como algo inherente a las propias elecciones que los seres humanos toman en un momento dado. Una vez tomada la opción deseada, ya no hay vuelta atrás; no es reversible como la camisa que la abuela te regala en Reyes.

Barcelona y Múnich tienen pocas cosas en común, salvo unos Juegos Olímpicos -con 20 años de diferencia-, equipos campeones de la Copa de Europa, instituciones -gigantescas en lo económico- dominantes en los últimos 10 años y un entrenador en común. Al parecer, las diferencias son menores de lo que uno pudiera esperar; varios años después, ambos llegan a un punto intermedio de dos avenidas diagonales siguiendo direcciones opuestas, en lo que a fútbol se refiere. Un periodo que aún no terminan, en ninguno de los casos, por formar un colectivo totalmente definido por ninguna de las dos partes. Sus contextos se entrecruzan en una semifinal de la máxima competición, con espinas clavadas a fuego en ambos corazones. Un enfrentamiento de pistoleros con distintas armas, cuyo ganador encontrará el camino del verdadero oro en el podio de Berlín.

Contexto

Pese a ganar su 25º Bundesliga -de las 52 disputadas- con más efectividad que brillantez, el Bayern llega al choque con la enfermería llena y la sensación de ser un equipo inferior al que tiene enfrente. Dichas sensaciones no son infundadas por mero capricho: Ribéry, Alaba y Robben son elementos claves en los bávaros para desmadejar a la defensa rival cuál Kaiserschmarrn. De los que ha recuperado de un tiempo a estar parte -Javi Martínez, Lahm, Schweinsteiger, Thiago Alcántara o Rafinha- parecen estar al 100 %. Del resto, ninguno está ofreciendo un nivel por encima de lo esperado, salvo Neuer o Bernat. Con este panorama, Guardiola tendrá que ingeniárselas para intentar mantener la evidente diferencia cualitativa que tienen con los azulgranas, de la mejor manera posible. Adaptándose a los jugadores que dispones y cuáles son mayores cualidades, para explotarlas de la mejor manera posible. Aunque eso suponga “alemanizarse” más, de lo que ha estado el Barça esta temporada.

Eliminados de Copa ante el Borussia Dortmund y encontrando la -clásica- épica alemana en el Allianz ante el FC Porto luso -habiendo perdido la ida por 3:1-, necesitarán mantener el hambre suficiente como para sacarse su espada de Damocles particular, que ya fue clavada por Sergio Ramos la pasada temporada. Precisamente, conseguir el máximo titulo continental es lo que todos esperan, después de cumplir con lo mínimo exigible: llegar a semifinales. Toda Alemania les mirarán con expectación, por ser el único equipo capaz de llegar entre los cuatro mejores de Europa en las dos competiciones de la UEFA. Lo esencial es mantener la esencia de lobo, bajo una piel de cordero que nadie se cree.

Aspectos tácticos

No se va a descubrir ahora que Guardiola es experto en buscar -y conseguir que funcione- lo inesperado. El partido del Etihad -a pesar de su derrota- o la primera parte ante el Oporto, hablan de que sabe adecuarse a lo que tiene pese a su contexto. La plantilla que tiene es amplia y, sin embargo, muy poco decisiva salvo nombres concretos. Precisamente, y ante la falta de éstos, Guardiola ha tenido que remar a contracorriente para intentar alcanzar su idea y modelo de juego. Algo que, de alguna manera, sigue buscando. Eso no le ha impedido seguir venciendo con cierta superioridad a los equipos de la Bundesliga, pero sin el mismo margen de superioridad que antes. Esos accidentes –en forma de lesiones- han terminado por darle la razón en eso de reinventarse. Renunciar incluso a su idea, para no luchar contra la naturaleza de sus futbolistas.

Una vez conocido esto, y sabiendo que Guardiola considera “números de teléfonos” a los dibujos tácticos de inicio, el Bayern suele jugar con un 1-4-3-3 asimétrico en el que Xabi Alonso y Lahm son los nexos más comunes para unir al equipo. Tanto el mediocentro, como el lateral reconvertido a interior, han sido parte fundamental de la ecuación. El capitán ha ganado presencia en la medular, minimiza las pérdidas en un juego más horizontal y más lento -cuando conviene-, sin perder las virtudes de la profundidad característica cuando se despliega por banda derecha.

Sin embargo, Guardiola ha jugado en más de una ocasión con dos carrileros muy largos. Esto es algo que acentúa la prioridad del técnico de Santpedor en ataques estáticos o posicionales: las bandas. Es solo ahí, y a partir de ahí, donde el Bayern ha conseguido cuajar alguno de sus mejores partidos de la temporada. Especialmente, a través de Arjen Robben: el neerlandés es una “llave maestra” para abrir defensas y cerrar partidos a su antojo. Así que, con la ausencia de Arjen, no es difícil intuir que Guardiola intente minimizar riesgos, sin perder el axioma de la temporada. Para ello ha realizado distintas probaturas con similar éxito, aunque con distinta eficiencia. El hecho de que la mayoría de los equipos de la Bundesliga jueguen mejor a lo ancho -que a lo largo y en zona interior-, les ha hecho incidir en los constantes cambios de roles. Es de sobra conocido que a Guardiola no se le conoce por amarrar posicionalmente a los jugadores de ataque, sino más bien todo lo contrario.

Para combatir las evidentes diferencias cualitativas con un Barça que, en términos generales, tiene una evidente mejora en ejecutar movimientos de ataques posicionales -que se creían ya perdidos-, Pep pensará en ello como una importante oportunidad de repartir roles concretos para subsanar -los más que posibles- errores. Es probable que el Bayern quiera, desee y tenga el esférico, mientras el Barça espere en un bloque defensivo intermedio, para poder robar y correr. Algo que, a golpes, ha hecho este Barça a lo largo del otoño de 2014 y comienzos de 2015. Así pues -dentro de las posibilidades- no se descarta el siguiente dibujo: dos líneas de cuatro y dos jugadores “fuertes” en el juego directo, como son Lewandowski y Müller a la hora de cerrar filas, manteniendo a dos interiores con un mayor control del juego -Lahm y Thiago-, con el recuperado Javi Martínez y Boateng, escoltados por Xabi Alonso a distinta altura. En las bandas reside la mayor de las dudas, lo que haría cambiar incluso roles en el centro del campo. La posibilidad que más ha estado probando Guardiola en los últimos partidos, es a Weiser como lateral derecho y Rafinha a banda cambiada. Siendo Weiser el que haga del Lahm “más clásico”, cargando la banda derecha, precisamente con el capitán de apoyo en zona. De esta forma, Bernat jugaría unos metros más adelantados, mientras que Thiago apoya la jugada en banda izquierda, siendo Götze el hombre más “libre” en la punta de ese hipotético rombo ancho.

Bayern 4-4-2

La solución de las dos líneas de cuatro es posible, pero es mucho más probable que el Bayern busque un poco más de protección: dos laterales largos -Weiser, Bernat- y Rafinha en el rol del ausente Alaba, acompañando a Boateng en el flanco contrario y Javi Martínez como líbero -y/o nexo-, con Xabi Alonso ejerciendo de mediocentro posicional. Nada de esto cambiaría el resto de nombres del equipo, más allá del rol de Rafinha. La banda izquierda estaría poblada y podría ser la más dominante a la hora de atacar al Barça y protegerse en las transiciones tras pérdida algo muy plausible teniendo a Thiago como elemento de riesgo en las pérdidas de pelota.

Bayern 3-5-2

Fortalezas

Juego directo como recurso frecuente para batir líneas: Lewandowski es una figura más orientada al juego directo, a la recepción de espaldas a portería, así como caída a costados cuando así lo necesite el Bayern. Por alto, Piqué intentará contrarrestar el mayor recurso del Bayern si tiene que salir a la contra o batiendo líneas.
• Lahm-Thiago: jugadores con distintas alturas y distintos roles. Mientras Thiago arriesgará más la pelota, Lahm contrarresta y asegura el esférico. Guardiola ha ganado a dos centrocampistas para la causa, escoltados por un Xabi Alonso más resguardado junto a Martínez y Boateng, cuando el Bayern tenga el esférico. Control y riesgo, especialmente en la izquierda, donde podrían dinamitar zona entre central-interior-lateral.
• Bandas: el Bayern va a tener a dos laterales que recorran continuamente los dos costados. Son una ventaja zonal, que va a ser difícil que el Barça contrarreste con ataques en estático. Son correctos defensivamente, y unas auténticas balas que -sin ser Alaba y Lahm- responden al estereotipo buscado por Guardiola.

Debilidades:

• Retorno tras pérdida de balón: es un defecto que ha sido explotado por varios equipos esta temporada -Porto, Wolfsburg, Gladbach-. Esa debilidad, amén de sus bajas, es posible que le haga renunciar a una idea más cercana a la que quisiera Guardiola. Le protege más; sabe que son 180’ y podría ser preferible ir con la portería a cero para la vuelta en Múnich.
• Previsibilidad: el abuso del envío largo es un error que comete con frecuencia los centrales del Bayern, así como su mediocentro. Una de los defectos más reconocibles del Bayern es su previsibilidad a la hora de ejecutar según que movimientos.
• Agotamiento: tras ser eliminados en la DFB Pokal ante el Dortmund la pasada semana, el Bayern parece agotado en líneas generales. Las importantes bajas y el bajo rendimiento, así como jugadores que están intentando recuperar su forma a marchas forzadas, les hace más proclives a cometer errores que, en circunstancias normales, no se producirían.

Los bávaros llegan en el peor momento posible: una vez conquistada la Bundesliga y eliminados en Copa, solo la motivación y el hambre por querer sacarse su particular “espada” anímica de sus corazones, puede hacerle ganar algún que otro punto extra. El Barça, mucho más fresco, con mejores sensaciones y una fiabilidad a prueba de bombas de Piqué -que sostiene la línea defensiva culé-, Neymar, Suárez y la inspiración habitual de Messi, les hace ser mucho más favorito para el pase a la final. No infravalorar este cruce de caminos sin terminar, de lo que quieren ser, y a dónde quieren llegar ambos, dependerá -en gran medida- de lo que ocurra en esta apasionante eliminatoria.