¿Imaginas un equipo que juegue bien a las dos cosas que hemos estado discutiendo “cuál es mejor” desde que nos conocemos? El Barça de Luis Enrique. Ha posado la maleta a las afueras de Berlín con las cabezas del Campeón de la Premier, la Ligue1 y la Bundesliga. Se tomara un café, esta tarde-noche, mientras espera rival. Será el Real Madrid, vigente campeón de la Copa de Europa y rey de reyes de esta competición que tanto amamos, o la Vecchia Signora. La siempre grande y bien recibida en la élite del futbol, Juventus de Turín, campeón de los cuatro últimos campeonatos italianos. Esperamos con la impresión de que este Barça necesita nada para asesinarte, de que Suárez es el gran crecimiento de este modelo que hereda Luis Enrique, y que además tenemos a Leo Messi.

Comenzó el partido con ritmo, a los cinco minutos ya habíamos suspirado tres llegadas y se disponía a botar un corner Xabi para que Benatia hiciera el 1-0 a los seis. Tembló la nuca de miles de culés, pero el partido no dio opción a pensar en miedo. Preparándonos para evaluar el primer cuarto de hora del choque, pensando en la presión alta que manejaba el Bayern y la única profundidad culé hasta el momento, Rákitic –qué jugadorazo-, aterrizaron los tres amigos. Messi se inventó un pase al espacio para Suárez, que asistió -donde casi todos hubiesen finalizado- a Neymar para cerrar el partido, la eliminatoria y el ímpetu alemán por obrar el milagro. El Bayern tenía que hacer cuatro goles más. En medio de todo esto, ter Stegen presentó otra solicitud para ser el mejor portero alemán durante muchos años. Catorce minutos después, ¡en un contragolpe!, una prolongación de Leo Messi de cabeza para Suárez, y este asiste por segunda vez a Neymar para que la coloque donde duele (1-2). Daba la impresión de que el Bayern era mejor que el Barça, de que el primer impacto era la gran cantidad de ocasiones que le había creado durante tres cuartos de hora. Tiene mucho mérito apretar tanto a un equipo que defiende muy bien, que sella su sistema notablemente, pero tiene precio. “Atacar, atacar, atacar” si, pero con las ventanas abiertas. Volvió a repetir Pep la irresponsabilidad de los primeros minutos del Camp Nou, dejas libre a Leo Messi, Luis Suárez y Neymar. O sea, el Bayern jugó mal porque defendió mal. Presionó muy adelantado para ensuciar la recepción y ocupar el espacio de lanzamiento, pero el Barça le mató ahí. No lo consiguió Guardiola. Veremos si lo consigue alguien.

Todo lo que pasó después: un golazo de Lewandowski, otro de Müller que espoleó al Allianz y un Bayern orgulloso y bravo, estuvieron fuera de la eliminatoria. La intensidad del Barça se quedó en el vestuario, con Suárez, al que aprovecho para colocar en un punto de inflexión de la evolución que ha sufrido un modelo que alcanza su sexta final de Copa de Europa desde 1992. Un futbolista magnífico, que encarna el fútbol uruguayo con una dosis de calidad e inteligencia que son mecha y dinamita si juegas con Leo Messi. Lo dijo Pep la víspera, “son muy buenos con la posesión del balón porque lo tienen en su piel, pero han añadido un factor muy importante que es el contraataque”; y lo dijo Abel Rojas en twitter “este Barça está mucho más orientado al contraataque que aquél (el de 2010), afortunadamente para MSN”. Y es que no puedes renunciar al espacio cuando tu rival te lo regala y tus tres atacantes son los mejores del mundo. Señores, Berlín.