La realidad de cada país es una señora bastante misteriosa” dijo una vez Eduardo Galeano. La realidad del Barça de Luis Enrique hace unos meses era como en esa señora. Fue difícil descifrar a dónde se dirigían Lucho y los suyos a lo largo del curso. Pero el fútbol tiene sus procesos y ahora, cuando parece que se han aclarado las propuestas, se va desvelando el misterio y vemos con nitidez que lo dicho en sus primeros días de trabajo ha tomado forma.

Dijo Luis Enrique que quería llegar al tramo final de la temporada con opciones de ganar títulos y lo ha conseguido. “No se trata de ganar la Liga en noviembre, sino ser mejores a cada partido y llegar al final de la temporada con opciones”. Hubo turbulencias en el trayecto, pero el ironman tiene hoy a sus hombres fieles a su idea. Luis Enrique ha hackeado el juego de posición: ha aprovechado el conocimiento del modelo para mejorar sus funcionalidades en aspectos para los que no había sido diseñado. Ahora el Barça es un país diferente. Es capaz de ganar partidos perdiendo la posesión, es capaz de tirarte a la lona de un contragolpe o vacunarte a balón parado. Como contrapunto, se ha perdido capacidad de control, hay más ida y vuelta, menos elaboración. Es diferente.

Tal vez por ese deseo por llegar en buena forma al final, se ha instaurado la monitorización y el análisis del rendimiento de cada jugador esta temporada. Los chalecos de una empresa irlandesa que comercializa dispositivos para la monitorización y análisis de rendimiento en los deportes de élite ofrecen datos específicos de cada jugador que se analizan junto con las imágenes grabadas de los entrenamientos. A través de sistemas de posicionamiento global -GPS- miden varios parámetros fisiológicos como la tasa de variabilidad de la frecuencia cardíaca, una medida muy útil para conocer el grado de estrés al que puede estar sometido el organismo, y analizan, entre otras muchas cosas, patrones de movimiento con el objetivo de proporcionar al equipo técnico información para variar, si es necesario, las cargas de entrenamiento. A través de esta monitorización se obtiene información útil sobre la distancia recorrida por cada jugador, las aceleraciones y desaceleraciones, las distancias recorridas a máxima intensidad o los impactos, por ejemplo. De lo que se trata al analizar estos datos es de determinar el nivel de fatiga que pueda tener cada jugador para individualizar su preparación y prevenir lesiones. Todo esto debido a que las lesiones en el fútbol, al margen de las causadas por traumatismos, parecen estar asociadas a la fatiga. La fatiga es el mayor factor de riesgo de lesión para un futbolista.

Por poner un ejemplo, si Jordi Alba hace un sprint a 20 km/h cuando normalmente los hace a 30 km/h y además cambian otros de sus parámetros, como el tiempo que tarda en volver a su frecuencia cardíaca basal les puede indicar a los preparadores y a los servicios médicos que algo está sucediendo. Todo esto se analiza con los vídeos de los entrenamientos para ver si el jugador está poniendo en marcha mecanismos de protección.

Cuando llegó Zubizarreta en 2010 se dio continuidad a una fase de mejora tecnológica iniciada un año antes con la instalación de las cámaras para grabar los entrenamientos de los equipos. A esto hay que añadir el programa informático COR -Conocimiento, Organización y Rendimiento-, un proyecto destinado a dar continuidad al modelo de juego del Barça. De las diferentes ramas del programa, la que tiene que ver con el rendimiento parece tener puntos en común con el Milan Lab, el laboratorio que el equipo italiano instaló en Milanello y comenzó a funcionar en 2002. En su primer año de funcionamiento se redujeron las lesiones no traumáticas en un 80%. Y el Milan ganó la Champions.

Todo indica que a nivel de lesiones está siendo un año muy bueno. La temporada pasada hubo 9 roturas fibrilares y 15 lesiones en el bíceps femoral, uno de los músculos que más se lesiona en los futbolistas. En esta temporada solo 4 roturas y ninguna de ellas en el bíceps femoral. La única lesión en este músculo fue la elongación que sufrió Dani Alves.

Desde la primera temporada de Guardiola hasta la actual, ésta es la temporada con menos lesiones musculares -10 si contamos a Vermaelen, que llegó lesionado-. Pero las lesiones a lo largo de las temporadas tienen altos y bajos: a una buena temporada le suele seguir otra no tan buena. Las lesiones musculares en la 2008-2009 se contabilizaron 11, en la 09-10 fueron 18 y en la 2010-2011 se alcanzaron las 12. La temporada siguiente, la última de Pep fue la que más lesiones tuvo de las últimas siete, con un total de 23. Y en las dos últimas temporadas 16 lesiones musculares en la de Tito Vilanova y 20 en la de Martino.

Lo cierto es que ningún equipo tiene la varita mágica para la prevención de lesiones y todo parece indicar que la tecnología puede ser una gran ayuda. Con el paso de los años veremos si estos sistemas de monitorización dan resultado a nivel de mejoras en el rendimiento y prevención de lesiones.