MÁS PIQUENBAUER QUE NUNCA

Cuentan que a pocos días de disputarse la final de la Champions League 2007-08, los pesos pesados del vestuario del Chelsea -la que había sido guardia pretoriana de José Mourinho en Londres-, no pudo esquivar la tentación de descolgar el teléfono y pedir consejo al de Setúbal. No es difícil imaginar el vínculo de un grupo de escasos éxitos anteriores con el técnico que los llevó a lo más alto, y menos si lo comparamos con el que podían tener con el entonces interino Avram Grant. El caso de Guardiola y el Barça es distinto; los Xavi, Valdés, Puyol, Messi o Iniesta, ya habían sido piezas importantes de un grupo vencedor, pero ni la cima ni la transcendencia histórica de lo conseguido es tampoco comparable. «Con Pep no hay nada imposible» declaraba hace unos días Andrés Iniesta a propósito del técnico de su rival. «Guardiola ha marcado mi carrera… Y me la continuará marcando siempre» aseguraba a su turno Mascherano. El creador del Barça más perfecto protagonizará la previa y fagocitará, en muchos casos incluso, el debate más estrictamente futbolístico. El mejor entrenador de la historia del club regresará por una noche a casa, para enfrentarse a muchos jugadores que saben de primera mano que lo es. Hasta es posible que en los instantes previos lo teman más a él que a los que vestirán de corto.

De quienes compartieron vestuario con el de Santpedor hace apenas tres años, uno se imagina que Gerard Piqué puede ser de los hombres más despegados anímicamente de su legado. Es uno de los grandes líderes de lo que vino después. Futbolísticamente, además, vive su mejor temporada desde hace tiempo y está llamado a ser uno de los nombres propios de la eliminatoria que enfrentará a su equipo con el Bayern Múnich de Pep.

A Guardiola le conocemos, y pese a las bajas sería extraño que renunciara a hacerse dueño de la pelota. El Barça del último mes la quiere más y acepta de peor grado que se la quiten, pero el bagaje de un equipo que a lo largo del curso no ha hecho ascos a repartir el porcentaje está ahí, y ante un rival defensivamente dudoso contra los tres cracks que adornan la delantera culé, la alternativa es golosa. Sucede que las herramientas del Barça defendiendo en campo propio son escasas, pero sin duda la más valiosa de todas es Gerard Piqué. En un escenario en el que el Bayern juegue el balón arriba, será el gran argumento del Barça para sobrevivir a la ofensiva, y su labor asegurando el centro de la zaga, una de las claves de la eliminatoria. No estará Robben y probablemente tampoco Lewandowski, y sin ellos no sería extraño que el juego alemán se abriera a los costados buscando profundidad sobretodo en el sector izquierdo. Un sector en el que Dani Alves a menudo defiende en inferioridad y que suele reclamar la caída a banda del central. Esta vez, no obstante, compensará más ceder el centro lateral que a Gerard en el área, con Müller merodeando el peligro y la segunda línea dispuesta para aparecer por sorpresa.

Otra de las claves de esta semifinal se juega en a salida desde atrás con la pelota. Depende en cierto modo del dibujo por el que finalmente se decante Guardiola, pero si su apuesta es el balón y atendiendo a que los emparejamientos entre defensores bávaros y delanteros catalanes le sonríen al conjunto local, probablemente busque apretar arriba. Ahí el Barça, que no se ha caracterizado esta temporada precisamente por la calidad de su circuito de salida, tendrá el aporte extra de su portero de Champions, pero otra vez Piqué será piedra angular. Si de la mano del central el Barça logra salir limpio, cruzar la divisoria y establecerse en campo rival, a poco que lo apuntado recientemente en el ataque posicional culé sea cierto, tendrá mucho a su favor para dañar a un rival con casi tan poca estructura para defender en campo propio como los de Luis Enrique, pero que no tiene a sus individualidades atrás.

La defensa del área, de los centros laterales, el inicio de la jugada y la estrategia defensiva, donde Gerard, liberado de marca específica, se ha convertido junto a Luis Suárez en la gran explicación de la fortaleza azulgrana. Al central le espera un papel clave. En muchos sentidos ésta será la eliminatoria de Piqué. La de matar al padre.