Tres años y medio lleva Diego Pablo Simeone como entrenador del Atlético de Madrid y parece que haya transcurrido casi una década desde su llegada para sustituir a Gregorio Manzano. Campeón de la Europa League, Supercopa de España y Europa, Copa del Rey, Liga BBVA y finalista de la UCL en la temporada pasada, sin duda un señor palmarés al nivel de los grandes de Europa. En estos 42 meses el Atleti ha pasado de ser El Pupas que peleaba por acceder a la Champions League a convertirse en candidato a todos los títulos que disputa, un rival incómodo que genera toneladas de respeto en los rivales. Pero el fútbol es volátil, vive de la inmediatez y fija la vara de medir en el pasado reciente, en el ayer.

Para muchos esta temporada de los colchoneros será de transición. Acostumbrados -recientemente- a levantar títulos, acabarla en blanco no deja de ser relativamente decepcionante para la parroquia rojiblanca. Pero la realidad es que el Atleti ha logrado consolidarse entre los mejores del viejo continente -acariciando las semifinales de Champions- y ha sido capaz de aguantar el ritmo frenético de los dos gigantes en la competición doméstica en una Liga -otra vez- a casi 100 puntos. Y todo esto con la marcha de parte de su columna vertebral, obligando a reinventarse -de nuevo- al Cholo. Que las dos puntas del dibujo de la temporada pasada -Courtois y Diego Costa- eran capitales para la propuesta del argentino es obvio, pero no eran menos importantes su generador de ventajas y desequilibrio por banda -Luis Filipe- y el escudero en la punta que sumó un buen puñado de goles – David Villa-.

A todas estas salidas hemos de sumar una serie de problemas que se ha encontrado el bonaerense este curso: de rendimiento individual, con un Miranda discontinuo, un Koke con menos peso con balón y un Gabi lejísimos de su nivel un año ha. Otros de adaptación en las incorporaciones, donde apuestas monetarias importantes como Cerci o Jiménez no han contado para el técnico. Y por último, problemas en el juego colectivo, principalmente en el ataque posicional. Pero no han sido todo malas noticias para los de la ribera del Manzanares. La consolidación de Oblak como portero de presente y futuro, la suma de canteranos como Saúl a la causa, la vuelta de Torres -sumando- o el despegue definitivo de Antoine Griezmann como referente dotan de mimbres al Cholo para armar un nuevo Atleti la próxima temporada.

Mañana el Barça visita el Vicente Calderón con el primer match ball liguero en juego donde una victoria permitiría poder encarar con más tranquilidad las próximas tres semanas frenéticas que se presentan. Por su parte, los rojiblancos tienen a tiro de piedra asegurarse la tercera plaza en el campeonato y certificar su acceso a la próxima UCL. Así que los de Simeone competirán, como hacen siempre, eso es innegociable. Además, tener la oportunidad de derrotar en casa a uno de los dos aspirantes al triplete europeo este año sería una buena manera de despedirse de su afición y de seguir confirmando que este Atleti será el próximo año aspirante a todo aunque Simeone tenga que reinventar la forma de reinventarse por tercera vez.