Era el 25 de agosto de 2005 en Barcelona, la Juventus de Capello venía al Camp Nou en busca del trofeo veraniego que el club azulgrana pone en liza cada verano llevando el nombre del fundador del club. El Barça salía a por aquel Gamper con Valdés en la portería, Gabri, Oleguer, Puyol y Gio en defensa, el flamante fichaje Van Bommel jugaba de interior con Iniesta siendo Márquez quién ocupaba el mediocentro y arriba Larsson era el 9 con Ronaldinho en la banda izquierda desde la que se hizo gigante y un Leo Messi al que la parroquia azulgrana descubriría aquella noche.

Es cierto que Messi había debutado con el primer equipo en un amistoso en Oporto en noviembre de 2003 que servía para inaugurar Do Dragao y que un año después disputaba ya sus primeros minutos oficiales con el Barça en un partido contra el Espanyol. El Camp Nou también le había visto marcar su primera diana contra el Albacete y en el mes de junio se había salido con la albiceleste sub-20 en el mundial de la categoría jugado en Holanda. Pero fue aquella noche cuando el barcelonismo descubrió que Leo era más que un canterano prometedor, aquel chico era especial. Su partido ante la Juve impactó a todos, a Capello, a sus jugadores y también a sus propios compañeros. Ver a aquel nene regatear a veteranos como Pesotto o a jugadores de la talla de Vieira o Cannavaro abrió los ojos del respetable. El Camp Nou descubrió que en esa banda derecha llegaba un ciclón, un regateador infalible y escurridizo como una anguila. Un Messi muy distinto a lo que es hoy en día pero que con aquella ocasión hizo que todo el barcelonismo recordara su nombre para siempre.

Una década después Leo vuelve a enfrentar a la Juventus, esta vez en el escenario más grande posible, en una final de Champions. Del Barça que enfrentó a la Vecchia Signora en 2005 sólo quedan en plantilla el propio Messi junto a Xavi e Iniesta. Por su parte en la Juve son Buffon -que no jugó aquel partido- y Chiellini los únicos jugadores que visitaron aquella noche el Camp Nou. Hasta ayer parecía claro que el veterano defensa lideraría la zaga contra la amenaza que supone Messi para el equipo transalpino pero una inoportuna lesión en el gemelo hace que el veterano defensa italiano se pierda la final de Berlín. Será interesante ver cómo afronta Allegri dicha baja. Lo normal sería que Barzagli -recién salido de una lesión- ocupe la plaza de Chiellini en el centro de la zaga junto a Bonucci aunque es factible la opción de que sea Ogbonna el elegido a pesar que hasta el momento solo gozase de la confianza de Allegri en partidos intrascendentes. Baja sensible la de Chiellini puesto que casi cierra las opciones de que el técnico italiano opte por una defensa de tres centrales a lo que hay que añadir que el 3 de la Juve se suponía clave en las coberturas y ayudas a Evra en la defensa de Messi para lo que está más preparado que sus posibles sustitutos.

Si hace 10 años nos preguntan hasta dónde pensábamos que llegaría aquel escurridizo número 30 que vestía de azulgrana casi puedo decir sin miedo a equivocarme que nadie se hubiera acercado a predecir el tamaño de Messi ahora. Máximo goleador de la historia de la Liga, también de la Champions, 4 balones de oro, tres Copas de Europa y un sin fin de títulos tanto individuales como colectivos y de récords que la figura de Messi ha dejado por el camino. También era casi imposible vislumbrar la evolución que tendría Leo sobre el verde, hizo de la banda derecha su coto de regate, pasó al centro de la delantera para sublimar al equipo que mejor han visto jugar nuestros ojos y ahora con Lucho su dimensión es cada mayor con un dominio del total del juego. Al igual que aquel 25 de agosto Messi partirá de la banda derecha del ataque azulgrana pero esta vez no solo para regatear y ser un puñal para el flanco izquierdo de la defensa italiana, ahora Leo regatea, filtra asistencias, hace reposar la posesión en sus piernas, acelera el partido a su antojo y finaliza como el mejor delantero de todos los tiempos. El bambino al que se enfrentó la Juventus en 2005 es ahora el mejor jugador de la historia, el Dios blaugrana que busca grabar el nombre de Berlín en el Olimpo culé.