Joaquín Sabina, en la primera estrofa de su más que conocida “Así estoy yo sin ti”, nos presenta una serie de situaciones peculiares con la intención de reflejar cómo se siente ante la ausencia de un ser querido, ante la falta de alguien de suma importancia.

Extraño como un pato en el Manzanares, / torpe como un suicida sin vocación, / absurdo como un belga por soleares, / vacío como una isla sin Robinson,

Ayer el Barça, ante el rival más incómodo de la 14/15, no echó de menos a nadie. Del once de gala no eran de la partida ni Piqué -el sostén defensivo- ni Alves -el socio de Leo- y el equipo fue reconocible y a ratos -bastantes- rayando a un gran nivel. Los de Lucho no se sintieron extraños, supieron manejar un planteamiento del rival muy habitual en el estadi. Tampoco fueron torpes. Apostaron por ser pacientes y mantener la idea primigenia del sistema evitando caer en tentaciones que no les benefician. El juego no fue vacío, tuvo todo el sentido cuando Ney, Suárez y Leo están en el campo. Y mucho menos el belga fue absurdo. Vermaelen rayó a gran altura por soleares, bulerias y peteneras, tanto en defensa posicional como en transiciones, rubricando su notable actuación con el palo flamenco más difícil, el del gol. Thomas ya no es un torero al otro lado del telón de acero.

Con la vuelta de Neymar a la convocatoria, las dudas en el equipo titular de medio campo en adelante eran nulas. El triángulo Busi, Rakitic e Iniesta más Los Nucleares eran de la partida. Atrás, quedaba por comprobar si Lucho mantenía sus apuestas veraniegas, si bien las alternativas reales eran pocas. Y así fue, Sergi Roberto ocupaba la posición de lateral derecho y Vermaelen la de central izquierdo, acompañados por Masche y Alba en línea defensiva por delante de Claudio Bravo. Toda la carne en el asador ante un Málaga que pretendió revivir el 0 a 1 de la temporada pasada mediante la misma fórmula, si bien, esta vez, el producto resultante no fue tan competitivo.

Durante el primer cuarto de hora, el Barça de las tres amenazas castigó a los de la Costa del Sol mediante un ritmo alto y constantes cambios de orientaciones hacia zonas despobladas. Los de Gracia, pertrechados en su repliegue en 1-4-4-2 -con las tres líneas en menos de 20 metros- sufrían intentando evitar que la telaraña se partiera. Las ayudas llegaban unas décimas tarde y solo la falta de acierto en los últimos metros evitó que los culés se adelantaran en el marcador. Leo tenía a su receptor de comba, Iniesta juntaba y ordenaba y los movimientos de Neymar eran sinónimo de peligro inminente.

Con el paso del tiempo el Málaga logró calmar la tempestad blaugrana a base de pisar el campo rival. Con Amrabat -jugadorazo- como receptor de cualquier envío en largo, la mezcla de pausa y aceleración del holandés rompió la continuidad ofensiva culé, llevando el peligro al área de Bravo. Además, en fase ofensiva, el Barça casi no perdía en zona central el balón -o finalizaba o era en zona lateral- y hacía imposible la recuperación inmediata mediante la presión. Es curioso que no perderla comporte una bajada en el ritmo y por ende en el juego. Los de Lucho no basan su acoso en largas posesiones sino a través de una intensidad alta en el ataque y la recuperación. Y si esta última no se produce en campo rival por aplastamiento, el ritmo se vuelve tedioso y todo queda supeditado a la inspiración individual.

El primer tiempo tocaba a su fin. Los blanquiazules tenían sembrada la zona central de minas y a los culés cada vez les costaba más generar peligro. En cambio, las bandas eran el regalo envenenado que tantas veces ha recibido el Camp Nou. ¿No se aprovecharon bien? Es cierto, pero tampoco se picó el anzuelo. El Barça carece de herramientas específicas para estas situaciones. Los laterales son más de aparecer que de estar, no son generadores de superioridades ni hábiles en el uno contra uno. Tampoco se dispone de dominadores ofensivos del juego aéreo ni intención de superpoblar la zona de remate. Pero lo importante ayer no era sacar réditos de estas situaciones sino evitar que el centro fuera la solución recurrente.

Los segundos 45 minutos nos devolvieron un Barça más activo y sobre todo paciente. Las ocasiones llegaban y Kameni parecía imbuido en el trance del que puede con todo. Pero no apareció la desesperación ni las prisas. Si el Málaga logró respirar a través de Amrabat en la primera parte, en la segunda no encontró botella de oxígeno alguna. Leo ya se vino al centro, a ejercer de constructor, y las embestidas de los arietes se tornaban en insostenibles hasta que Vermaelen, tras un rechace, anotara el gol del triunfo.

Quedaba un cuarto de hora, momento en que todos pensábamos que los de Gracia se abrirían buscando la igualada y aparecerían los espacios en zona central. Pero no fue así. El plan malagueño se mantuvo inamovible y Leo se puso el 6 en la zamarra para ejercer del Xavi más tirano. Que no pasara nada a excepción del tiempo. Pero ya sabemos que a este Barça le gusta -gustar no le gusta realmente- vivir en el filo de la navaja. Un error en zona central ya en el descuento permitió a los blanquiazules tener el empate en las botas de Charles. Reiteramos en lo dicho durante muchos meses, en cuanto este Barça baja su intensidad y concentración, cualquiera con muy poco le puede montar un estropicio.

Segunda victoria liguera por 1 a 0. Mar en calma antes del parón de selecciones y de la visita al Manzanares. Si las Supercopas, Athletic y Málaga han sido exigentes -estando en agosto- seguro que lo que tendrán preparado los del Cholo no le andará a la zaga. Partidazo.

LAS NOTAS

BRAVO (7): Correcto en todas sus acciones. En la ocasión de Juankar con golpeo desde medio campo nada se le puede achacar. El equipo salía con balón controlado y él ocupaba la posición que le correspondía.

SERGI ROBERTO (7): Otro buen partido para el experimento veraniego. Buena aportación en las ayudas desde banda contraria dentro del área de Bravo. Desbarató dos llegadas malagueñas.

MASCHERANO (7): Partido cómodo de el jefecito. El Málaga no le buscó como debilidad.

VERMAELEN (8): Más allá del gol, otro buen partido del belga. Sin complicarse y con una muy buena lectura, sobre todo en transición defensiva.

ALBA (6): Poca presencia ofensiva del lateral catalán. Su banda fue la zona débil culé en la primera parte.

BUSQUETS (7): Poca incidencia en el encuentro. En ataque posicional se incrustaba entre centrales, como mero pasador.

RAKITIC (5): Cumplidor sin balón, transparente con él en partidos donde el rival se cierra. Se espera una mayor aportación, bien sea desde la creación o la llegada al área rival.

INIESTA (8): Es la base del intento de liberación de Leo, juntando rivales en su zona. Buen nivel.

LEO (8): No fue decisivo -por Kameni- pero interpretó en cada momento lo que necesitó el equipo. Hasta hizo de Xavi

SUÁREZ (7): Sin espacios y rodeado sufre, interviene poco en el juego, aunque respecto a otros partidos mejoró en su papel como punto de apoyo para los avances desde los carriles de interior.

NEYMAR (7): Falto de finura en sus uno contra uno, fue socio siempre que alguien lo necesitó. Mediante conducciones generó superioridades.

RAFINHA (6): En su papel de sexto hombre del basket, mejoró la aportación de Rakitic. Se situó casi de media punta, debido a que Leo hizo suya toda la zona del 10.

SANDRO (-): Por tercer partido consecutivo con minutos residuales.

MATHIEU (-): Gracias a su entrada, Vermaelen se llevó una gran ovación más que merecida.