Podría decirse que un denominador común de cada derrota es cuestionarse el proyecto. A veces se hace este análisis desde la precipitación y la resaca del fracaso, pero no es el caso del Barcelona. Mucho se ha debatido sobre el estado de la sección durante los últimos años, después de una derrota y también tras una victoria. Es decir, es una cuestión que trasciende los propios resultados, y eso es casi más peligroso. ¿Cuál es el problema del proyecto del Barça? Que no lo hay.

Hace tres veranos se vendió la idea de la apuesta por la juventud -fichajes de Abrines, Todorovic y ascenso de Hezonja-, una temporada de transición con la que empezar a formar un bloque con el que crecer año tras año hasta ser competitivos. Ahora esto es historia. Todorovic no ha mostrado el mínimo interés en regresar -significativo-, Hezonja ha huido a USA ante la falta de oportunidades y sólo Álex Abrines goza de cierta confianza para el técnico, aunque está por ver que esto se materialice en los momentos importantes.

De este asunto subyace un debate mayor que conviene afrontar y que no sólo incumbe al Barcelona sino al resto de grandes equipos europeos. ¿Compensa la apuesta por los jóvenes en un equipo de la máxima exigencia? Se sobreentiende que se habla de jugadores con el nivel suficiente como para tener un papel importante en Europa y futuro NBA. Formulada así la pregunta podría parecer una locura, pero en el Palau Blaugrana seguro que han reflexionado sobre ella durante los últimos meses y años.

Hay que partir de que cada caso es particular y se debe analizar individualmente, y en el caso del Barcelona el tema le ha explotado de lleno con Mario Hezonja. Xavi Pascual se encontró ante la disyuntiva de apostar todo por él u optar por jugadores más hechos. Su decisión es conocida y el resultado también, pero es un debate que debe hacerse más allá de casos y circunstancias concretas.

Apostar por jóvenes promesas equivale a hacer girar tu proyecto sobre piezas que tienen gran probabilidad de fugarse en muy poco tiempo, y posiblemente sin haber llegado al cénit de sus carreras como deportistas. Es formar jugadores para que los disfruten y exploten, principalmente, otros. Mientras tanto debe invertir minutos y confianza en jugadores con fecha de caducidad. Haciendo una comparación forzada -porque hablamos de otro deporte y otro mercado- podría decirse que en este aspecto el baloncesto europeo se ha equiparado al mercado sudamericano en fútbol. Formas y vendes, antes o después. Y más aún cuando ahora la mejor liga del mundo es mucho más accesible que antes. Por si fuera poco hay muchos jugadores que “cruzan el charco” sin esperar a desarrollarse en Europa y formarse en Estados Unidos, como el caso de Domantas Sabonis.

Son factores que generan impotencia entre el aficionado al basket europeo y una cuestión a valorar en el seno de los clubes, sobre todo aquellos que están obligados a ganar cada competición que juegan, donde reina el cortoplacismo. Se entiende que todo esto se le ha pasado por la cabeza a Xavi Pascual durante la última temporada con respecto a Hezonja, presionado además por el aficionado neutral que esperaba disfrutar del croata sin tener que trasnochar, y que desde luego miran más por el interés del jugador que por el del club. Y es aquí donde entra el técnico de Gavà, se equivoque luego o no, pero es al que luego se le piden títulos a final de temporada.

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¿Por dónde parece pasar el futuro de los grandes equipos europeos? El reclutamiento de jugadores que regresen a Europa procedentes de la NBA. El problema es que las expectativas económicas de estos jugadores son muy elevadas, por lo que hay que estar dispuesto a hacer un esfuerzo económico importante para firmarlos. El Barça este año o no ha tenido el dinero o no ha tenido la voluntad de hacer ese esfuerzo. Jugadores como Calathes, Shved o Datome han vuelto a Europa y, pese a ser relacionados con el Barcelona, parece que ninguno ha tenido oferta en firme del club.

La referencia en este sentido es el Real Madrid, cuyo salto de calidad en los últimos años ha venido de las manos de Rudy Fernández y Sergio Rodríguez, a los que supo seducir en su momento y a los que mima en la actualidad con suculentos contratos. CSKA es otro ejemplo, formando año tras año la mejor plantilla de Europa -a pesar de sus fracasos en Euroliga- con hombres como Weems, Kirilenko, De Colo o Freeland. Evidentemente es el mayor presupuesto de Europa, pero hasta hace no mucho el Barcelona era capaz de competir con los moscovitas.

En muchos de los regresos queda claro que al margen del tema económico la nacionalidad del jugador resulta decisiva a la hora de encontrar acomodo en Europa. Los españoles han vuelto a España -Navarro, Sergio Rodríguez, Rudy-, los rusos a Rusia -Kirilenko, Shved- o Calathes a Grecia. Es decir, conviene cuidar tu producto, sembrar para luego recoger. ¿El Barça lo está haciendo? ¿Los Ricky Rubio o Mario Hezonja tendrían al Barça como primera opción si algo fuera mal y regresaran precipitadamente? Son todo suposiciones, claro está.

El equipo blaugrana parece que se ha quedado a medio camino de todo. No ha cuidado a los jóvenes y tampoco se ha esforzado por traer a algún gran jugador de los que quedaban libres tras acabar contrato en Estados Unidos. Así que el Barça vive desde hace años en la improvisación, en los planes B o C, y así es difícil encontrar el éxito.

Este es un texto con muchas preguntas y ninguna respuesta, pero es el club el que debe responder a todas estas cuestiones. Con la nueva Junta ya establecida el primer movimiento ha sido el de Alfred Julbe para hacerse cargo del Barcelona B y el júnior. Experiencia al servicio de una cantera con un rumbo tan desconcertante como el de la sección entera, en la que debe mejorar la formación de los jóvenes y remontar el trabajo en la base, donde el equipo culé se ha situado muy por detrás del gran rival. Dadas las circunstancias el objetivo primero probablemente ya no tenga que ser sacar “Gasoles” y “Navarros”, sino formar jóvenes que puedan aspirar al primer equipo y formar cierta identidad, algo de lo que carece la sección desde hace muchos años.

Todas estas palabras se tienen que contextualizar con la situación económica del equipo. Sección abandonada respecto al fútbol, pérdidas millonarias año tras año -se estima que esta última temporada 24 millones, aproximadamente-, cada vez un mayor desinterés del aficionado y un largo etcétera constituyen el día a día del Barcelona Lassa. El club debe decidir ya a dónde ir, qué se quiere ser y trazar un plan. Ahora mismo es una sección en coma, pero peor estaba la del Real Madrid hace unos años y ahora está más viva que nunca. Trabajo, coherencia y valentía son siempre buenas recetas.