La vuelta de Piqué y la entrada de Mathieu eran las dos únicas novedades de Lucho respecto al partido pasado en el Calderón. Inicio de Champions fuera de casa y el asturiano le daba toda la importancia al choque. Por su parte, Rudi García, simplificó a su Roma. Dos líneas juntas muy pasivas y un par de elementos para respirar: el punto de apoyo de Dzeko y la velocidad de Salah, suficiente para tantear la transición defensiva blaugrana.

El inicio culé fue muy Copa de Europa los últimos años. Ritmo de arranque de construcción bajo -casi exasperante-, paciencia en la circulación de balón, búsqueda de cambios de orientación y aceleración en el último cuarto de campo. Así fueron los primeros quince minutos, un Barça pastoso pero que en los metros finales destilaba peligro. Pero los italianos utilizaron su primera bombona de oxígeno, a Salah -que duró lo que duró-. Con Iniesta y Alba muy arriba, el carril que disponía el egipcio invitaba a dañar. Daba igual cómo hacer llegar el balón a esa zona. En disputa y bajo las mismas condiciones, el romanista salía vencedor, independientemente de quien fuera el rival.

La otra vía de descompresión sí fue constante durante todo el partido. Cualquier balón aéreo en el radio de acción de Dzeko era giallorosso. El bosnio era capaz de orientar a un toque o bien aguantar y descargar y la Roma respiraba pudiendo alargar su ataque. Y ahí Busquets sufrió, como sufre siempre ante jugadores de esas características. Además, no existió ayuda ninguna por parte de los centrales. Ambos, Piqué y Mathieu, prefirieron guardar sus espaldas, posiblemente advertidos del riesgo a que Salah aprovechara el pick & roll del 9.

Rozando la mitad del primer entreacto, un envío diagonal a Rakitic -ocupando esta vez el carril derecho- permitió a Luis Suárez inaugurar el marcador. 20 minutos y el primero, el teóricamente más difícil, estaba en la cesta. Tras el gol fue el periodo más dinámico de todo el partido de los blaugranas. Leo buscando más la izquierda, Neymar mediapunteando e incluso un cambio de perfiles de los interiores. Permuta debida a uno -o ambos- de estos factores: dotar de mayor peso a la banda derecha con Iniesta y así equilibrar la huida de Leo o protegerse de las amenazas de Salah en izquierda. No sé por cuál de ellas decantarme.

La Roma no inquietaba. No estaba incómoda pero el área de Marc-André quedaba muy lejana hasta que Florenzi, desde 50 metros, mandaba un derechazo al interior del poste más alejado de la portería del alemán. Empate en el marcador y MAtS quedó tocado. El debate sobre si fue un error o no está abierto. Para mi no. Marc ocupaba la posición adecuada ante un muy posible balón diagonal buscando la frontal del área. ¿Que podría estar mejor perfilado, haber tenido una reacción más rápida? Sí, pero el disparo era casi imparable. Potencia, de vuelo bajo y con dirección a su espalda. Lo preocupante no fue el gol en sí, sino las dudas que asolaron a ter Stegen a partir de ese momento. Rayando el final de la primera parte se aculó ante un balón en largo frontal, y en la segunda dudó en un par de acciones. Necesita como el comer buenas actuaciones que refuercen su confianza.

Los segundos 45 minutos comenzaron con un par de buenos acercamientos culés. Parecía que los de arriba volvían a tener chispa pero la lesión de Szczesny rompió esas buenas intenciones. El partido se espesó -más si cabe- y la Roma densificó su defensa en un 6+3 que siempre vigilaba el lado débil del ataque blaugrana manteniendo el no ser agresivos, el no incitar a la generación de ventajas. Ante esta propuesta, los interiores debían ganar peso e incidencia en el juego. En la izquierda ejercía Iniesta y en derecha Leo, ya retrasado buscando inventar algo. ¿Y Rakitic? Pues por ahí estaba. El croata suma muchas cosas al equipo ante sistemas defensivos más agresivos pero en este tipo de partidos acaba siendo transparente. Así que el cambio por Rafinha era de cajón pero duró un suspiro. Lesión del brasileño y, ante la falta de opciones en el banco, Mascherano al campo.

Con Busi en el interior y Javier en el MC buscaba -sin muchos riesgos- el Barça la victoria. La situación era curiosa. Ambos quedándose -Sergio alguna vez buscó área rival-, los dos centrales a su espalda, laterales abiertos, Leo en su zona de lanzador y 3 jugadores por delante del balón. Hoy no fue variante para controlar el partido sino una situación a la que el discurrir del mismo llevó. Quizá no se vuelva a repetir pero si sucede, sería planteable descolgar a Piqué al 9 fijo y lograr cargar el área con un mayor poder aéreo, puesto que la zona defensiva queda bien cubierta. Es decir, sin Pedro como recambio y Leo con la zamarra de lanzador en el interior, un delantero más.

Empate en el campo del rival teóricamente más fuerte para intentar revalidar el título. Buen resultado si nos atenemos a lo que son los grupos en Champions. Todo lo que sea sumar te acerca al objetivo. Luego, en eliminatorias, ya es otro cantar. Próxima estación el domingo en el Nou Camp ante el Levante. Esto no ha hecho más que empezar. Anem fent camí.

LAS NOTAS

MAtS (5): Sin culpa -en mi opinión- en el gol, transmite una peligrosa falta de confianza. Continuidad va a tener, ha de aprovecharla.

Sergi Roberto (6): Correcto sin errores. Falta por definir su relación con Rakitic

Piqué (7): Sin complicaciones aunque a un nivel inferior que antes de la sanción.

Mathieu (7): Solvente cuando tuvo que intervenir.

Alba (6): A excepción de dos llegadas suyas intrascendente durante los 90 minutos. Sufrió la velocidad de Salah.

Busquets (6): Dzeko fue su pesadilla. Poco pudo aportar en fase ofensiva.

Rakitic (5): Problemas con sus funciones ante repliegues bajos. Ni carga el área ni maneja el carril interior.

Iniesta (7): Las pocas veces que pudo intentó ordenar. Falto de socios que hablen su mismo idioma.

Leo (7): Muy centrado, buscando sus inventos. Y casi los saca de la chistera.

Luis Suárez (6): Gol y poco más. Demasiado fijo en zona central.

Neymar (6): En los ratos que buscó la mediapunta y se asoció con Leo el peligro aumenta. En banda estéril.