Todos conocemos jugadores que no han triunfado hasta que, a veces de forma azarosa, otras gracias a entrenadores visionarios, han encontrado la posición en el campo que el fútbol profesional tenía reservada para ellos. Ejemplos en la propia historia del Barça tenemos con el mismísimo entrenador del primer equipo, pasando por la transformación en su carrera que está teniendo y que se le dilucida al propio Leo, e incluso la del canterano Rafinha, al que muchos recordamos en posiciones mucho más retrasadas en el B.

Normalmente, en el fútbol formativo, se busca, sobre todo en las categorías de los más pequeños, que el jugador domine el máximo número de posiciones dentro del campo, para que adquiera un rápido a la par que profundo aprendizaje del juego. Y eso incluye a los propios guardametas e incluso a jugadores de campo vistiéndose los guantes de cancerbero. Esa especie de empatía forzada con el puesto del compañero, ayuda precisamente a mejorar conceptos de la posición natural del jugador, evidentemente todavía sin definir a edades tan tempranas. Como también mejora el juego de equipo, entendiendo mejor las dificultades del colega que tenemos al lado.

Si hay un puesto en el terreno de juego donde se debe comprender a la perfección todo lo que rodea al juego, esa debe ser la posición de centrocampista. Pep solía pedir que le dieran un centrocampista, que entendiera bien el juego, y él ya le encontraría acogida en el equipo. En ese momento hablaba del fichaje de Cesc y su posición de delantero en muchos tramos del campeonato. Pero perfectamente podía estar hablando del paradigma del juego de su Barça en la final del Mundialito contra el Santos, en un once plagado de centrocampistas, al fin y al cabo, poblado de, como decía mi abuelo, buenos peloteros.

Una de las sensaciones de este inicio de temporada en el Barça, promovida por la lesión del lateral diestro titular, Dani Alves, está siendo Sergi Roberto. Un jugador que algunos ya creían perdido para la causa, sobre todo los que mejor conocían su pasado en las categorías inferiores, donde ya se le veía un jugador diferente pero que sin duda llegaría al primer equipo. El año pasado como interior se echaban mucho de menos sus arrancadas zigzagueantes con los rivales desparramados a su espalda. Nunca acabó de se él.

Parecía que este año podría acabar siendo traspasado o cedido, dado que durante el año pasado se limitó a un fútbol funcionarial en las, eso sí, pocas oportunidades que tuvo para demostrar su fútbol. Este año la rueda ha girado a su favor y ya precisamente Luis Enrique, que en sus tiempos de futbolista ocupó varias posiciones en el campo, incluida la de lateral, le comunicó en pretemporada que podría llegar a ser utilizado en dicho perfil. La mala suerte de Alves ha hecho el resto.

Interpretación excelente de la posición, buena llegada con el timing exacto, alto nivel de asociación en la media como corresponde a un interior de formación, con la capacidad física para recorrer toda la banda ganando línea de fondo y con una más que notable precisión en el centro. Eso en ataque, pero en defensa su capacidad de ayuda al mediocentro incluso permite que el interior de ese lado, normalmente Rakitic, no necesite retrasar tanto su posición en transición defensiva. Es evidente que el cierre del segundo palo nunca será su fuerte, pero su físico le permite alcanzar ambas áreas con suficiencia. Precisamente el margen de crecimiento que todavía tiene en dicho puesto es una de las mejores noticias, sobre todo para un puesto donde la indiscutibilidad de un enorme Dani Alves, sobre todo a final de la temporada pasada, nos hacía muy vulnerables en caso de lesión del brasileño. Ahora quizá hasta tengamos ganas de ver hasta donde puede llegar el canterano en su nueva ubicación.

Mourinho solía comentar que el tercer año de proyecto se presenta siempre como uno de los más complicados en cualquier equipo y es cuando él procuraba reactivar los hábitos de juego de su escuadra, normalmente en base a cambios tácticos que suponían un reto intelectual para el grupo. Dicha teoría también sería aplicable para el jugador de forma individualizada, y quizá la reactivación de Sergi ha llegado a tiempo. De momento sigue teniendo alguna semana más para seguir demostrando que puede ser útil al primer equipo y que su entrenador no se equivocó viendo un reflejo de sí mismo en el de Reus y sacándolo de su zona de confort.