DÍA DEL CLÁSICO POR UNA CULÉ

Para mí el Clásico empieza mucho antes de que llegue el día del Clásico.

Comienza el lunes anterior, es decir, antes de ayer. Toda la semana la paso leyendo textos en mis webs favoritas -como Rondo Blaugrana, por supuesto je, je, je- y buscando informaciones sobre cómo se encuentran los jugadores de ambos equipos. Devoro todo lo que puedo encontrar. Me encanta leer a gente buena hablando de fútbol y después comentar esos textos en Twitter o algún otro lugar.

Esta vez, al ser el primer partido después de un parón FIFA, también voy a estar pendiente de todo lo que les les ocurre a los jugadores del Barça en sus selecciones. Y claro, seguir los entrenamientos de los que permanecieron en Barcelona para ver si al final Messi -parece ser que sí- va a poder jugar el sábado o no.

Y después de tanto leer y tanto hablar y tanto comentar, llega el día de Clásico. Desde el momento en que me despierto mi corazón está hecho un puño y mis nervios destrozados. Ya no me puedo concentrar en leer textos largos y no tengo paciencia para hacer nada productivo. Así que, con el café en la mano, me pongo a revisar que dice la gente en Twitter y eso me inquieta todavía más, porque como bien sabemos, los culés son -somos- siempre pesimistas.

Alrededor de las 11 o algo así -hora de Rumanía- sale la lista de convocados. Después de revisarla un poco y hablar sobre ella con los amigos, me tengo que ir a hacer cualquier otra cosa, porque todo lo que esté conectado con el partido me vuelve loca. Así que me voy a hacer la compra, o me pongo una película, o leo un libro, o me hago algo de comer o  lo que sea, cosas así para distraerme del partido.

Una hora y medio antes del pitido inicial salgo de la casa a pasear un poco. Después a encontrarme con mis amigos culés en algún bar para el partido. Generalmente nos reunimos con 45 minutos o una hora de antelación para poder comentar las alineaciones y nuestros pensamientos antes del choque. Llevamos como tres años viendo partidos del Barça juntos cuando podemos.

Cuando comienza, tengo un nudo en la garganta y el corazón va a mil por hora. Afortunadamente para mí, después de tanto tiempo, mis amigos ya saben cómo soy y no se sorprenden cuando me paso el partido gritando al televisor siempre que el Barça falla ocasiones y cuando me quedo sin respiración en los momentos en que el Madrid está creando peligro. Le grito al árbitro por sus decisiones y les grito a los jugadores del Barça por lo que hacen bien y lo que hacen mal. En fin, que no es muy fácil ver un partido conmigo si quieres estar tranquilo. Una vez acabado, pasamos algo más de tiempo hablando sobre lo que pasó y otras cosas. Y al final, de vuelta a casa. Si no hace mucho frío o llueve, a pie para calmarnos un poco.

Una vez en casa, directa a ver qué es lo que ha dicho en Twitter la gente en quien confió y cuyos análisis casi siempre coinciden con el mío. Una vez revisado todo llega el momento de hablar con todo el mundo y ver vídeos con los momentos destacados del partido. Por los nervios y la adrenalina del momento, no me puedo calmar y serenar hasta dos o tres horas después del pitido final. Claro, lo que les estoy contando es lo que hago si gana el Barça. Si pierde, siendo sincera, no voy a querer leer mucho, ni estar hablando con gente en Twitter y me refugio en algún libro o en alguna película. ¡Pero no vamos a pensar en cosas malas ahora!

Esta es mi rutina en un día del Clásico. Nada en especial, siendo franca, únicamente me mato de angustia y emociones.

Espero que el sábado, después del partido, tendré ganas de hablar con mucha gente sobre lo bien que jugó el Barça y como ganamos. ¡Visca el Barça!