DINHO, MESSI Y PEP: EL CAMBIO DE TENDENCIA

La llegada del clásico hace de esta semana una semana diferente, semana en que los debates crecen y todo futbolero pronto sabe donde estará el día D a la hora H. Pero desde hace unos años, el aficionado culé lo vive de otra manera -al menos esa es mi opinión y lo que voy a tratar de exponer-.

Echando la mirada atrás y haciendo un análisis pormenorizado de los últimos resultados observamos como ese cambio de tendencia en cuanto a títulos también se puede percibir en los últimos años en lo que a los resultados de este partido se refiere.

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La tabla recupera los últimos 25 enfrentamientos y el balance deja doce victorias locales por ocho visitantes, habiendo sido el empate el resultado en los cinco partidos restantes. Lo que podría parecer en principio un balance bastante favorable para el conjunto madridista, refleja como, con el paso de las temporadas, el Barcelona ha mejorado sus números en el Santiago Bernabéu ya que cinco de esas ocho victorias se han producido en las últimas diez visitas ligueras.

Más allá de resultados estamos ante una cuestión de cambio de sensaciones, sensaciones que al aficionado culé le hacían afrontar este encuentro como una piedra en el camino y sacar un empate era visto como un buen resultado. Temporadas en las que lo habitual era ir por debajo de la clasificación o en las que no siendo este el caso, estaba tan interiorizado ese favoritismo por el bando local que se seguía asumiendo lo complicado que sería volver a Barcelona con el botín de los tres puntos. Una cuestión psicológica que afectaba durante la semana pero también durante el partido, en la que en ocasiones la situación podía hacer temer salir goleados. Sirva de ejemplo que en la etapa de Cruyff, únicamente se obtiene la victoria en una ocasión –0-1 gol de Amor– o las cinco temporadas entre la 1998-99 y 2002-03 en las que lo máximo que se logra son tres empates.

Si la tendencia ha cambiado tanto en el campo -a nivel resultados- como en la percepción de los aficionados se lo atribuiremos a tres nombres: Ronaldinho, Guardiola y Messi a partir de los cuales podremos establecer dos puntos de inflexión, el 1-2 de la temporada 2003-04 y el 2-6 de la 2008-09.

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Si hablamos de la figura de Ronaldinho en los Madrid-Barcelona el subconsciente nos traicionará llevándonos al de la 2005-06 con resultado de 0-3 y recordado por su doblete y los aplausos del Bernabéu pero la tendencia empezó a cambiar dos temporadas antes en la que su actuación la podemos recordar por la asistencia que da a Xavi en el segundo gol y que servía para culminar la remontada. Aquella fue la primera victoria del conjunto dirigido por Rijkaard en feudo madridista ya que dos temporadas más tarde vencería por el ya citado 0-3. Un equipo que ese año se quedó a las puertas de la Liga -la gana el Valencia- pero que comenzaba a despegar liderados por Ronaldinho y ganará las dos siguientes además de la Champions en París.

El otro partido que marca un cambio de tendencia, y podemos considerar definitivo, es el histórico 2-6 de la 2008-09 en lo que fue el primer Madrid-Barcelona con Guardiola en el banquillo. Si podíamos utilizar el calificativo de punto de inflexión en el anterior caso, más si cabe en este debido a que, el Barcelona, en su última visita, se había comportado como un equipo descompuesto y el mejor reflejo fue el pasillo que debió hacerle al Real Madrid y la posterior imagen en la derrota sufrida por 4 goles a 1 en el que fue el epitafio del Barcelona de Frank.

El 2-6 fue el primer gran partido de Guardiola y de Messi en el Santiago Bernabéu y desde esa etapa, pero sobre todo ese día, el aficionado culé visita Chamartín con la sensación de que el coliseo blanco es un campo más y motivos tiene para ello ya que desde aquel 2 de mayo de 2009 hasta en tres ocasiones salió victorioso.

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Mención especial, pese a no ser partido de Liga, merece el Madrid-Barcelona correspondiente a las semifinales de Champions en 2011, encuentro que dejó encarrilada la clasificación para la final de Wembley y podemos considerar la confirmación de este cambio de tendencia. Aquel resultado de 0-2 -ambos de Messi-, además de suponer una victoria más del equipo de Guardiola en terreno madridista, sirvió para dejar atrás la eliminación sufrida en 2002 y que permitió al Madrid obtener el pase a la final que le daría la novena Copa de Europa. Recordemos el contexto y lo que sucedió después para entender realmente la transcendencia de este partido y es que en la vorágine de aquellos cuatro Madrid-Barça en apenas de un mes este venía precedido por la derrota azulgrana en la final de la Copa del Rey, una rueda de prensa previa al choque subida de tono de Guardiola respondiendo a Mourinho y un equipo que llegaba con bajas importantes como era la de Iniesta pero también en el lateral izquierdo -Abidal,Maxwell y Adriano- que obligaron a situar a Puyol en esa posición y a Mascherano como central, algo que por aquel entonces no era tan habitual. Al final del encuentro el Barcelona había dado un paso de gigante para jugar la final pero también había logrado deshacerse definitivamente de ese chaleco lastrado que portaba cada vez que visitaba el Santiago Bernabéu.

Y si mención especial merecía ese partido, también lo merecen los números de Guardiola como técnico azulgrana, números que no contemplan ninguna derrota y dejan un balance de cinco victorias y dos empates en todas las competiciones. Si los comparamos con la etapa de Cruyff -también positiva pero no así cuando llegaba el momento de visitar el Bernabéu- añadimos otro motivo más para apreciar ese cambio de tendencia.

Así pues, la solvencia mostrada por el equipo en los últimos años de la que dan buena prueba los resultados obtenidos, la figura de Messi con todo lo que conlleva y la tranquilidad que supone el visitar el Bernabéu sin las urgencias con las que se acudía en temporadas pasadas son los motivos por los que la afición puede ahora afrontar los Madrid-Barça entre una mezcla de confianza y tranquilidad.