El Villarreal CF visita este domingo al FC Barcelona con motivo de la disputa de la undécima jornada de la Liga. En la tercera campaña completa con Marcelino García Toral a los mandos del Submarino Amarillo -en realidad son tres ejercicios y medio, si se suma la mitad de la temporada en Segunda en que se logró el retorno a Primera División-, el conjunto ha sufrido su mayor lavado de cara.

Y es que afronta una temporada que conjuga la emoción que la incertidumbre propia del juego ofrece, mezclada con la incógnita de conocer cómo responderá la plantilla de la que dispone el técnico asturiano tras los numerosos movimientos y cambios que ha sufrido su tripulación, tal vez, más de los que se imaginaban los aficionados del club vila-realense al concluir el ejercicio 2014-2015, a finales de mayo.

Si cuando se regresó a la máxima división del fútbol español por tercera vez, el equipo se sustentaba en el eje Asenjo-Musacchio-Bruno-Cani-Gio, de todos ellos Marcelino, en este inicio de nuevo ejercicio futbolístico, solo cuenta con uno de ellos: el centrocampista de Artana. Por unas causas u otras, el resto no están disponibles: en el caso del portero y el central, pues están recuperándose de sendas graves lesiones, aunque en el caso de Musacchio es muy probable que regrese a una convocatoria tras el próximo parón liguero, siempre que no sorprenda el preparador de Villaviciosa y lo incluya en su citación para este domingo.

En lo que se refiere al fino centrocampista aragonés y el punta mexicano, porque ambos abandonaron la entidad presida por Fernando Roig. Sin embargo, se ha logrado adecuar una plantilla más al gusto de la idea de juego de Marcelino y bajo la premisa de lograrlo a través de unos parámetros económicos equilibrados: no gastar un euro más del que se ingresa. A pesar de estos cambios, con el objetivo mínimo de permanecer un año más en la élite, el deseo es repetir lo conseguido en la pasada campaña: un equipo competitivo que se codee con la clase alta de La Liga, sin olvidar la Copa y la Europa League.

Por ahora, el inicio de temporada es esperanzador en un aspecto que se esconde más allá de sensaciones, juego y resultados: la práctica totalidad de los jugadores que forman parte de la fase ofensiva llegaron a última hora, casi con el cierre del mercado a las puertas. Es decir, el conocimiento de cada uno de estos futbolistas, las sociedades que se puedan crear, los automatismos… no están pulidos. Se han atisbado momentos, pero no una continuidad en esta parcela de juego. Si a ello se suma la cantidad de contratiempos en forma de lesiones precisamente de los jugadores que ocupan estas demarcaciones en el terreno de juego -extremos, interiores y delanteros-, es probable que la mejor versión de todos ellos esté por venir y, por tanto, el equipo puede y debe crecer con el paso de los meses para acercarse a lo que desea obtener de sus jugadores y ofrecer a la afición amarilla el técnico de Villaviciosa: más brillantez de la que se ha visto hasta ahora.

Marcelino, desde su llegada a tierras de La Plana, plasmó una idea de juego distinta a la que vivió el club en su época de mayor auge, con Manuel Pellegrini en el banquillo. Con el ex preparador de Sevilla, Racing, Zaragoza y Sporting su decálogo parte de la intensidad, orden defensivo y rápidas transiciones en ataque. Más que el control del esférico, que no se obvia, pero no es imprescindible, lo que es más importante es el dominio de los espacios para generar el mayor número de ocasiones de gol y remates a portería.

Es la esencia de su idea de juego: el dominio de los partidos a partir de solo el balón no es prioritario; es más partidario del robo, la aceleración y el vértigo. A partir de una salida desde atrás que siempre genere una superioridad, en fase posicional, de tres cuartos hacia adelante la orden es clara: llegar al área rival lo antes posible. Si no es posible esta vía, a partir de un repliegue y presión media, con las líneas muy juntas por dentro y algo más espaciadas por fuera, se buscará el robo y las transiciones ofensivas, donde el papel de Bruno a la hora de saltar líneas es fundamental: es el único futbolista con la calidad, conocimiento del juego y precisión para filtrar pases verticales que, a simple vista, parecen imposibles. Su ausencia en el tramo final de la pasada campaña la notó el equipo pues no hay ningún otro jugador de la plantilla que esta virtud la explote con tanta precisión.

A cambio, lo que sí se puede decir es que en fase defensiva el equipo, en líneas generales ha mostrado una solvencia notable. ¿Por qué esta diferencia entre una parcela y otra? Porque aquí solo se ha producido una novedad respecto a las piezas de las que disponía el equipo la pasada campaña: el italiano Bonera ha suplido la marcha de Chechu Dorado, libre, al Rayo Vallecano. Es por ello que, si se analizan las estadísticas de la temporada, en líneas generales, al equipo le rematan poco, se muestra bastante sobrio defendiendo, pero a cambio acumula pocos remates a portería respecto a pasadas temporadas, un dato que lo ha compensado con una mayor eficacia cara a puerta. Una salvedad: en el primer mes se logró una media de goles superior al gol por partido; sin embargo, con el paso de los partidos, la acumulación de bajas y esa falta de conocimiento profunda entre cada uno de los futbolistas ofensivos ha impedido mantenerla y ha bajado a poco más de un tanto por encuentro.

Media plantilla es nueva: el internacional en categorías inferiores por Francia Alphonse Areola -cedido por el PSG-, ya citado por Deschamps para la absoluta ‘bleau’, y Mariano Barbosa, procedente del Sevilla, son los encargados de defender la meta amarilla mientras Asenjo finaliza su recuperación. En defensa, el ya citado Bonera, ex del Milan, completa una parcela donde Víctor Ruiz acumula un largo periodo en que se vislumbra la mejor versión del catalán: aquella que le llevó a ser campeón de Europa sub 21 en 2011 y le permitió fichar por el Nápoles y Valencia. Ruiz junto a Mario, tal vez, son los futbolistas cuyo rendimiento está siendo más continuo, en el apartado positivo, al igual que, pese a sus errores concretos, el marfileño Bailly.

En los extremos, los malagueños Samu García, Samu Castillejo, Denis Suárez y el canterano Nahuel Leiva tienen la tarea de crecer y suplir las bajas de Cheryshev, Cani, Espinosa, Campbell y Moi Gómez. Mientras, Soldado, Bakambú, Baptistao y Adrián López, éste último ya en 2016, después de que se recupere de una delicada operación en el tendón del músculo recto anterior de la pierna izquierda, tienen la misión de, con sus goles, hacer olvidar a Vietto, Gerard Moreno y unos discretos, en el último ejercicio, Uche y Giovani Dos Santos. Por ahora, el 75% de los goles del equipo amarillo son obra del valenciano, que no marca en Liga desde agosto, el franco-congoleño y el brasileño: se echa de menos una mayor aportación goleadora de los centrocampistas, de la segunda línea.

Tras una semana con partido intersemanal para ambos contendientes -el FC Barcelona el miércoles y el Villarreal CF el jueves en Bielorrusia-, por lo que se refiere a los amarillos, adivinar un once se vislumbra un tanto complejo, aunque teniendo en cuenta la cantidad de enfrentamientos entre ambos conjuntos la pasada campaña -cuatro, entre Liga y Copa-, no es descartable alguna pequeña sorpresa. En todos esos precedentes el equipo azulgrana ganó, pero el Submarino Amarillo planteó muchas dificultades a los pupilos de Luis Enrique que, atendiendo a su momento actual, permite albergar esperanzas de cambiar una tendencia en la que los amarillos no puntúan ante los culés desde la campaña 2009-2010.

Atendiendo a los futbolistas de los que dispone Marcelino, desde estas líneas, apostamos por el siguiente once, a expensas de la última sesión preparatoria y conocer la convocatoria definitiva. En principio, el asturiano planteará un 1-4-5-1 en fase defensiva que se convierta en un 1-4-4-2 en fase ofensiva: Areola; Mario Gaspar, Bonera, Víctor Ruiz, Jaume Costa; Bruno, Jonathan Dos Santos, Samuel, Nahuel, Dennis Suárez; y Soldado. El objetivo: cerrar los espacios interiores, obligar al conjunto culé a jugar por fuera, evitar errores en la salida -muy probablemente se jugará mayoritariamente en largo para impedir la presión del Barça en zona de su ataque-, precisión en las transiciones con la meta de siempre finalizarlas, atención en el balón aéreo y acierto en las áreas -defendiendo y atacando-.