Hablar de Michael Laudrup es hablar de uno de los jugadores con los que crecimos muchos de los que ahora disfrutamos del Barcelona o de uno de los referentes de Iniesta, reconocido en varias ocasiones por el propio Andrés. También es hablar del jugador con el curioso privilegio de haber salido vencedor en el 5-0 del Barcelona al Real Madrid en la temporada 1993-94 y en el infringido por el Real Madrid al Barcelona en la temporada siguiente. Hablar del danés son palabras mayores.

Laudrup llegó a Barcelona el verano de 1989 siendo una petición expresa de Johan Cruyff y abandonó Can Barça en 1994 fichando por el Real Madrid y fue este hecho, probablemente, el que acabó generando un recuerdo injusto en relación al fútbol desplegado durante sus años en el Barcelona. En ese periodo, Laudrup, como una de las figuras destacadas del Dream Team, obtuvo los siguientes títulos: 1 Copa de Europa, 4 Ligas, 1 Copa del Rey, 1 Supercopa de Europa y 2 Supercopas de España. Pero al danés más que por su palmarés se le recordará por su juego y por ser sin lugar a dudas una de los jugadores más representativos de un equipo que quedó para el recuerdo.

Si quisiéramos llevar a Laudrup al fútbol actual, él sería uno de esos jugadores diferentes por los que simplemente vale la pena ver un partido y en estos días sus vines serían el pan nuestro de cada fin de semana. Laudrup era la elegancia que después vimos en Zidane o los pases al espacio tirando de escuadra y cartabón que a posteriori pudimos ver en De la Peña. Si hemos de establecer una comparación con un jugador actual sería con Iniesta, con “la croqueta” como nexo de unión entre ambos, pero la similitud en sus movimientos va mucho más allá.

Además de la croqueta, Michelino sentaba cátedra con sus pases sin mirar, llegando a generar la expresión «un pase a lo Laudrup” que aún se mantiene en la actualidad. Su técnica y visión de juego nos mostraban un jugador determinante en cualquier zona de tres cuartos y además, de cara a gol, también presentaba unos registros aceptables, llegando a marcar 93 goles en 288 partidos con la camiseta azulgrana.

Pese a su gran juego, la necesidad de rotar a los extranjeros -además del danés estaban en plantilla Koeman, Stoichkov y Romario y sólo podían jugar tres- y sus desavenencias con Johan Cruyff lo llevaron a no renovar por el Barcelona, aceptando la oferta del eterno rival, en una decisión con grandes dosis de orgullo y venganza hacia Cruyff.

A pesar de esto, el recuerdo de Laudrup, su elegancia, su “croqueta” y sus pases sin mirar no desaparecerán y si no aquí estaremos en Rondo Blaugrana para recordarlo