Llega el primer Clásico de la temporada. El primer choque entre dos equipos aspirantes a todo que han sabido sobrellevar las bajas de varios jugadores clave. Será un partido lleno de incógnitas en el que, como dice el tópico, puede ganar cualquiera. Sin embargo, esta vez será distinto. Leo Messi y Cristiano Ronaldo, los grandes dominadores del Clásico durante el último lustro, no llegan en su mejor momento. El primero por salir de una lesión, y el segundo por estar inmerso en su mayor crisis de juego desde que aterrizó en Madrid. Ante este nuevo escenario, ¿quiénes serán los protagonistas?, ¿qué alternativas maneja Benítez?

La idea original

El Real Madrid que enfrentará al Barcelona el sábado dista mucho de ser el equipo que Benítez tenía en mente en verano. A buen seguro que por aquellas fechas Benítez imaginaba llegar a noviembre con un equipo sólido y de ideas claras. Y el Madrid, a un día de vérselas contra su máximo rival, transmite bastantes dudas. ¿Por qué?

La pretemporada anunció las intenciones futbolísticas de Benítez. La idea de juego que diseñó para su Real Madrid se basaba en dos premisas: conectar cuanto antes con la BBC –es decir, ser vertical- y robar rápido la bola –ser agresivo sin balón, presionar-. Desarrollar semejante modelo requeriría trabajo y tiempo. Borrar de la mente de sus jugadores los dos años de fútbol pausado y defensa contemplativa de la era Ancelotti no iba a ser fácil. Rafa, técnico metódico como pocos, se puso manos a la obra desde el primer minuto.

Estructuralmente el equipo se disponía en un 4-2-3-1 en el que dos jugadores, James y Bale, tenían total libertad para moverse en horizontal. Ellos serían los encargados de generar líneas de pase en tres cuartos. Sus recepciones permitirían al Madrid instalarse rápido en campo rival, tras un pase vertical preciso de Kroos o Modric. Una vez allí, el Madrid juntaría hombres alrededor de la pelota, terminaría por encontrar a sus puntas y anotaría. Además, en caso de perderla, la presión “saldría sola” –fruto de un correcto posicionamiento-, y se recuperaría la pelota casi sin esfuerzo.

La cosa sonaba bien. En los primeros partidos de Liga, el Real Madrid tuvo fases de dominio y buen fútbol realmente prolongadas, en las que el rival se tiraba diez minutos sin cruzar la divisoria. La ejecución de la idea no era óptima, pero parecía que perfeccionarla era solo cuestión de tiempo. Entonces llegaron las lesiones.

El plan B: ventajas e inconvenientes

Primero cayó James, y después le siguió Bale. Sin ellos, sin nadie que se asomase entre líneas para recibir los envíos de los pivotes, el ataque del Madrid se volvió mucho más estático, y por tanto, predecible. Benzemá, quien esta temporada es más 9 que nunca, consiguió por momentos maquillar el problema con su excelente toma de decisiones. Pero también se lesionó.

Partido a partido el ataque del Madrid fue perdiendo calidad. El equipo ya no se juntaba arriba y se perdía la pelota con las líneas separadas, lo cual hacía imposible presionar. De la noche a la mañana, Benítez se quedó sin los jugadores que justificaban su idea. Quizá situar a Isco de mediapunta habría permitido insistir en ella, pero el técnico le prefiere en los costados, así que tocaba cambiar el plan.

La solución, algo sorprendente, fue Casemiro. Y con él nació el plan B, un 4-3-3 con el brasileño de pivote. Este es el esquema que ha empleado el Madrid desde el Calderón, y como todo plan, tiene sus ventajas e inconvenientes.

Como aspecto positivo se puede decir que otorga un plus de seguridad defensiva al Real. Casemiro es robo, choque y poderío aéreo, y permite liberar a Modric y Kroos, que como interiores hacen jugar al Madrid un poco más arriba.

La contrapartida es que poner de pivote a Casemiro implica dejar la salida de balón en manos del peor centrocampista de la plantilla –tanto a nivel técnico como táctico-. Y como el primer pase de una jugada es tan importante como el último, el fútbol del equipo se resiente. Además, obliga a Kroos a jugar fuera de posición, y muchas veces de espaldas.

Hacer daño al Barcelona

Si bien el Madrid ha firmado actuaciones convincentes con el plan B, como el primer tiempo del Calderón o París, los encuentros recientes contra el PSG y el Sevilla han expuesto las carencias del mismo. Por ejemplo, las dificultades que tiene el equipo para activar a Cristiano, que desde que se lesionó Benzemá apenas interviene. O la inconsistencia defensiva de Casemiro cuando se ve obligado a tomar decisiones y tapar líneas de pase.

Dichas carencias pueden resultar letales contra el Barcelona, por lo que Benítez deberá matizar ciertos aspectos, o bien abrazar de nuevo un plan original desarrollado a medias. Por suerte para él, la plaga de lesiones ha remitido y vuelve a contar con todas las piezas. Disponer de sus atacantes titulares supone una serie de ventajas que pueden decantar la balanza del Clásico a su favor.

La más evidente tiene como protagonista a Bale. Si el galés ataca la espalda de Busquets, el Barcelona lo pasará mal. El pivote culé es de lo mejor del mundo cuando se trata de defender hacia adelante, pero sufre cuando el rival le exige correr hacia atrás o ir a los costados. El mejor ejemplo son los últimos Clásicos de Mourinho, en los que Özil era indescifrable para Busquets, y a partir de ahí se edificaba la superioridad de los blancos.

La mera presencia de James en el campo es otro motivo de preocupación para Luis Enrique. El colombiano es el jugador con más instinto asesino de la plantilla blanca: todas y cada una de sus acciones son “malintencionadas”. Sus envíos, de todos los colores y desde cualquier sector del campo pueden castigar a una zaga que este año no ha brillado defendiendo ataques verticales.

Y por último, Karim Benzemá. No solo por su puntualidad en las citas grandes, sino por su influencia sobre el ataque del Real Madrid en general y sobre Cristiano en particular. Ronaldo ya no es autosuficiente. Le cuesta generar ventajas lejos del área, y su declive físico ha disminuido su zona de influencia. Ya no puede moverse como antaño. Eso es algo que le cuesta asumir, y por ello está atravesando una fase de intrascendencia en el juego que le hace daño a él y al equipo. Pero su mejor remedio es Karim. El jugador que mejor interpreta y compensa sus movimientos, el que le genera espacios y el que le asiste. Con Benzemá sobre el césped, Ronaldo es mejor.

Por supuesto, hay muchísimas más claves que las aquí expuestas. Pero si una destaca sobre todas las demás, es la incertidumbre que se cierne sobre Messi. El argentino jugará, pero parece poco probable que dispute los noventa minutos. El Real Madrid se enfrentará a un Barcelona sin el 10 en algún momento de la tarde. Una situación nueva que, de gestionarse bien, permitirá al Real liberarse de una losa mental siempre coarta su juego contra el Barcelona: el miedo a fallar. No cabe duda de que pase lo que pase, será un Clásico diferente.