Dicen que a lo largo de nuestras vidas tenemos dos grandes amores; uno con el que te casas o vives para siempre y un segundo gran amor que perderás para siempre. Te aseguro que no pasarás una sola noche, sin necesitar otro beso suyo o tan siquiera discutir una vez más…todos saben de qué estoy hablando, porque mientras estabas leyendo esto, se ha venido a tu mente, su nombre a la cabeza.

Estas palabras forman parte de un texto de Paulo Coelho que reflejan en cierto modo lo que puede ser el sentir de parte de los culés que inevitablemente miran atrás -muchas veces inducidos por esa prensa deseosa del titular o adjetivo que más vende- para comparar el Barcelona actual con el de Guardiola, dejando de disfrutar el presente y obviando lo positivo del equipo de Luis Enrique.

Bayern Munich's Spanish head coach Pep Guardiola (L) and Barcelona's coach Luis Enrique greet each other before the UEFA Champions League football match FC Barcelona vs FC Bayern Muenchen at the Camp Nou stadium in Barcelona on May 6, 2015.     AFP PHOTO/ QUIQUE GARCIA        (Photo credit should read QUIQUE GARCIA/AFP/Getty Images)

Disfruté de Pelé, de Maradona y disfruto de Messi. Participar de comparaciones me parece que no tiene como objetivo engrandecer al elegido, sino empequeñecer al descartado. Los tres son admirables” Marcelo Bielsa

Con Bielsa como respuesta para -casi- todo, deberíamos tener presentes estas palabras al inicio del análisis, ya que el simple hecho de poder compararlos no debe hacer menor el fútbol del equipo que se estimase por debajo, sino que el hecho de establecer esa comparación ya es algo meritorio en sí -hablamos de dos equipos que alcanzan el triplete en su primer año-. Partiendo de este punto, vamos a intentar hacer comparaciones con sentido y escapando del forofismo o la “pregunta fácil” ya que uno de los méritos y elementos diferenciadores de ese Barça -el de Pep- fue el ser capaz de mantenerse durante un periodo de cuatro temporadas. Hemos visto, no hace tanto, como unos meses buenos -muy buenos- del equipo de Ancelotti -de octubre a diciembre del pasado año- encendían la maquinaria mediática para establecer comparaciones cuanto menos arriesgadas, y más si se hacen con un equipo que ha pasado a formar parte de la historia del fútbol.

Además del nivel de juego durante cuatro cursos futbolísticos también debemos destacar el hecho de ser el pionero en esa forma de explotar a Messi junto a jugadores como Xavi, Iniesta, Alves y compañía, amén de conseguir ese sextete que otros equipos no lograron alcanzar -Inter, Bayern, Real Madrid o el mismo Barcelona actual-.

Más allá del número de títulos -algo que difícilmente será superado en cuanto a continuidad-, lo que dejó ese Barça fue un legado: una manera -idea- «novedosa» de jugar que alcanzó la excelencia, unas variantes tácticas utilizadas en partidos o momentos puntuales -la posición de Messi en el 2-6 o el llenar el campo de centrocampistas como sucedió frente al Santos- y grandes partidos para el recuerdo.

Demos ese Barça por finalizado -podríamos debatir horas y horas sobre el cuándo y el por qué- y pasemos al actual, procurando valorar y analizar justamente tanto su fútbol, sus méritos y futuro inminente pensando en nuevos retos y récords que superar.

En cuanto a méritos, quizá el mayor haya sido el hecho de recuperar el “hambre” de ciertos jugadores que ya lo habían ganado todo, algo clave para que un grupo de jugadores rinda y más si hablamos de lo logrado por esta plantilla en el último año y medio.

Meritorio también ha sido como el grupo, incluyendo al cuerpo técnico, ha sabido mantenerse al margen de todo lo que ha rodeado al club extradeportivamente -hasta el punto de la dimisión del director deportivo o una prematura convocatoria de elecciones-, siendo capaces de seguir rindiendo en el campo, algo que en otras etapas no ha sucedido.

Otra medalla más, posiblemente la más reluciente, haya sido cómo el cuerpo técnico -y el grupo- han conseguido juntar a tres cracks como Messi, Neymar y Luis Suárez. Juntar gallos en el mismo corral generaba ciertas dudas pero a medida que pasa el tiempo, demuestran que su compenetración va más allá de los terrenos de juego.

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El Barça actual, y vuelvo a la comparación inicial, ha pasado de ser el Barça de los centrocampistas al Barça de la MSN. Pero el equipo de Luis Enrique parece que evoluciona, ya que ha dejado acciones en los últimos encuentros que ponen de manifiesto la capacidad para realizar jugadas elaboradas -como ejemplo el primer gol ante el Real Madrid o el primero de Messi frente a la Roma-.

La calidad ofensiva y capacidad goleadora del tridente esta fuera de toda duda pero también hay que destacar aspectos que pasan más desapercibidos como son sus movimientos para asociarse, generación de espacios y su trabajo en labores defensivas en un Barcelona que cada vez domina mejor los dos registros: peligroso tanto atacando desde el juego de posición como siendo letal cuando tiene metros por delante para correr y el rival deja espacios.

Estamos pues ante un Barça en crecimiento que se acerca al Mundial de Clubs con la tranquilidad del trabajo bien hecho en el primer tercio de la temporada y el gran reto en el horizonte de ser el primer equipo capaz de ganar dos años seguidos la Champions, algo que se le resistió al equipo de Guardiola.

Disfrutemos del momento y quién sabe, quizá con el tiempo escoger entre el Barça de Guardiola o el de Luis Enrique sea como la pregunta de ¿a quién quieres más, a papá o a mamá?