Con el cero a cero de la ida, el partido de vuelta de los dieciseisavos de final de la Copa del Rey crecía en importancia. La diferencia de ambos equipos seguía siendo abismal, pero a un partido, ya sabemos que puede pasar cualquier cosa. Desde un día aciago cara a puerta, una expulsión, acierto rival… son elementos incontrolables que, de vez en cuando, ante un equipo menor, te pueden crear un problema. No fue este el caso si bien el once que presentó Lucho generaba ciertos temores por los roles que debían asumir algunos jugadores, en especial los interiores. Mascherano, Samper y Adriano formaban esa línea del centro del campo ciertamente extraña, a la que acompañaban en punta de ataque los tres chavales -Aitor, Sandro y Munir-. Atrás, los hombres más experimentados -Alves, Bartra, Vermaelen y Mathieu- junto a Masip, que volvía a disponer de minutos tras los problemas físicos de ter Stegen.

El mayor rival que podía tener el Barça ayer era el marcador y el minuto de juego. Todo lo que no fuera avanzarse pronto en el luminoso haría aumentar la incomodidad del partido. Para lograr eso, no existe mejor fórmula que actitud y seriedad en el juego, que fue la receta aplicada desde el minuto uno por Luis Enrique. Existía movilidad, cierto ritmo en la circulación de balón y una clara intención de presión tras pérdida. Y en 20 minutos casi quedó resuelto el choque. Un zapatazo de Alves desde 35 metros y el regalo del portero del Villanovense a Sandro daban la tan necesaria ventaja al Barça.

El sistema defensivo visitante creó ciertos problemas, sobretodo en el juego interior. La disposición de dos líneas de cuatro bastante juntas junto a ciertas carencias de los interiores culés obligaron a los locales a producir por fuera, como ya ocurrió contra la Real Sociedad. Alves en la primera parte -mediante rupturas y llegando al área-  y Mathieu en la segunda -centrando- fueron los mayores argumentos ofensivos de los blaugranas. Esto iba acompañado por unos extremos poco fijos en banda, generando de esta manera el espacio. Tanto para Aitor -jugador más de cal- como para Munir -demasiado responsabilizado y obsesionado con el gol- supuso un problema, puesto que quedaron bastante aislados del juego en los 45 primeros minutos, quedando entre dos aguas.

El que sí pudo lucirse fue Sandro. Más allá de sus tres goles, actuando como 9, pudo mostrar su repertorio con y sin balón. Mezcló la ruptura -vertical- con el apoyo entre líneas, siendo el causante del notable dinamismo del ataque culé. Ya sabemos que obligarle a partir desde banda -sobretodo derecha- merma  considerablemente su aportación al equipo, pero en este Barça es lo que hay.

El Villanovense lograba salir en contadas ocasiones y en una de ellas, Juanfran, de tremendo derechazo, acortaba las distancias en el marcador. La presión tras pérdida culé no era óptima debido al papel de los interiores y de eso se aprovecharon los extremeños. Era lógico que esa mezcla de Adriano y Samper en la sala de máquinas chirriara en muchos momentos. Defensivamente no estaban coordinados y las basculaciones de ayuda al lado contrario brillaron por su ausencia. Y es normal, no es la posición de ambos. En ataque ocurría 3/4 de lo mismo. El interior blaugrana recibe mucho balón de espaldas y sus movimientos han de servir para compensar los del resto. Adriano, al que únicamente le falta jugar de portero en este club, no tiene la pausa ni la lectura para dominar desde ahí, si bien cuanto más cerca del área se encuentra, pudiendo recibir de cara, su capacidad técnica y de pase sí puede imponerse en este escenario. Algo parecido le ocurre a Samper. Todo lo que no sea recibir de frente mengua su aportación por propias características del jugador -capacidad de giro y velocidad en el pase-. En cambio, cuanto más cerca del área se encuentre ante un equipo sometido y encerrado, su lectura de juego y rango de pase se impone.

El 3 a 1 con el que finalizó el primer tiempo permitió a Lucho dar descanso a Alves, mandando a Adriano al lateral derecho e incorporando a Gumbau al centro del campo, siendo este el único cambio de la noche a pesar de la lesión de Mathieu en los minutos finales. Con un Villanovense ya cansado, la sentencia definitiva en el marcador fue mucho más sencilla. Munir por dos ocasiones y Sandro ponían el 6 a 1 final a la eliminatoria, estrenando ambos su casillero particular esta temporada.

Acceso a octavos de final de la Copa del Rey conseguido y descanso para los titulares de cara al partido de este fin de semana en Valencia, objetivos cumplidos. Y en el horizonte el Mundial de Clubs, último título del año 2015 en juego. Un final de año con grandes alicientes

LAS NOTAS

Masip (6): Muy poco trabajo. Nada pudo hacer en el gol extremeño.

Alves (7): Fue el principal argumento ofensivo durante la primera parte, manteniendo su buen nivel del último mes.

Bartra (6): Atento en la anticipación y sin complicarse la vida.

Vermaelen (6): Cómodo en línea defensiva, permitiéndose una incursión «bartriana» en el segundo tiempo que casi acaba en gol.

Mathieu (7): Le costo afinar su centro. Cuando lo consiguió, puso varios balones que eran medio gol.

Mascherano (6): Poca incidencia en el juego. Tuvo que estar muy pendiente de las espaldas de los interiores.

Samper (6): Sigo creyendo que interior no es su posición. Magnífica jugada la suya en el quinto de la noche.

Adriano (6): Poco peso en el encuentro, si bien no transmitió apatía y dejadez, como ocurrió hace varias semanas.

Munir (6): Rompió su sequía goleadora. Demasiado preocupado por el gol.

Sandro (8): Gran encuentro del canario, que como recompensa tuvo su hattrick.

Aitor (6): Poco pudo lucir el canterano. Le queda mucho que mejorar cuando se desplaza a posiciones cercanas al carril interior.

Gumbau (6): En el carril del 8 puede desplegar mejor su capacidad de abarcar campo.