LOS CONDICIONANTES «GUNNERS»
Este martes el Barcelona comienza la defensa -en eliminatorias- de su cetro europeo, y lo hace con un duelo que se ha convertido en un pequeño clásico de la Liga de Campeones, aunque siempre con el mismo final. El primer recuerdo proviene de la liguilla de la edición de 1999-2000, con Luis Enrique como goleador tanto en la ida –ojo a lo que hace Vieira en el gol del Camp Nou– como en el 2-4 del partido en Wembley. A buen seguro que estará mejor almacenado en la memoria de los culés los cuartos de 2010, con la exhibición de Ibra en el Emirates y luego de Leo en el Camp Nou. Y por supuesto los octavos una temporada después, con otro buen partido culé en suelo inglés a pesar de la derrota y el enésimo show de Messi en la vuelta -como para olvidar también el tanto que salva Mascherano-. Dos constantes se repitieron en estas eliminatorias:
1- Superioridad culé: En cada partido que se han enfrentado se ha puesto de manifiesto la superioridad blaugrana en todos los ámbitos: técnica, táctica, estructural, etc. A diferencia de aquellos equipos de Pep que aplastaban al Arsenal a base de control, orden e intensidad, este de Luis Enrique controlará menos pero será más implacable.
2- Sufrimiento: El Arsenal es un equipo que, pese a verse superado en el juego de manera clara, rara vez le ha perdido la cara a una eliminatoria. En las dos contra el Barça de Pep remontó en la ida y les puso contra las cuerdas en el Camp Nou. Incluso en la sentenciada eliminatoria ante el Bayern de Heynckes estuvo a punto de hacer la proeza de dejar fuera al equipo que luego arrasaría. Atendiendo a esas eliminatorias y también a estas dos últimas ediciones de UCL uno se percata de otra de las características de los de Wenger, y es que sin presión juegan mucho mejor. Compiten esas tres eliminatorias mencionadas, y realmente sacan lo mejor de sí cuando se ven perdidos, jugando más liberados. Hace un año ante el Mónaco tiran de épica en el Luis II para levantar una eliminatoria perdida y casi lo consiguen. Este mismo año estaban con pie y medio fuera del torneo y fueron capaces de ir a Atenas, sacar el resultado que necesitaban y enfrentarse ahora al Barça. En cualquier caso que den su mejor nivel en momentos desesperados es síntoma inequívoco de equipo frágil mentalmente y no al revés. Es como el tenista que se ve derrotado y empieza a soltar pelotazos buscando las líneas, encontrando sus mejores golpes. A veces funcionará y otras no, pero es un comportamiento que no dice nada bueno.
Partiendo de esta base, nada parece indicar que vaya a ser una eliminatoria muy diferente porque los ingredientes son los mismos. El Barça de Luis Enrique no es sospechoso respecto a su estilo y Arsene Wenger tampoco, pero en la mano del alsaciano está la decisión de cambiar la receta para alterar el resultado final. ¿Qué Arsenal se va a encontrar el Barcelona? Es un hecho que cada vez que el Arsenal se ha encontrado en los últimos años con un rival superior enfrente ha fracasado estrepitosamente, no ha tenido capacidad de superación como equipo y tampoco Wenger como técnico. El Arsenal es octavos o cuartos de Champions y terceros o cuartos en Premier League, que es lo que la lógica dice que le corresponde atendiendo a plantilla o presupuesto. Todos los años está cerca de ser menos que eso y más lejos de ser más. Así pues Wenger se encuentra en la eterna búsqueda de una fórmula para competir en la élite. Mimbres tiene, pero para hacer frente a este Barça necesita que una serie de condicionantes que siempre le han salido cruz esta vez le salgan cara. Juguemos a la especulación, al «Y si».
¿Y si al Arsenal le entra la “pelotita” en esos primeros 20 minutos que en Champions fuera de casa siempre se sufre? Si Özil mete ese penalti hace un par de años al Bayern es posible que la cosa cambiara. Los de Wenger podrán ser sospechosos de muchas cosas, pero es un equipo capaz de crear un caudal ofensivo enorme y atropellar como pocos conjuntos europeos pueden hacer. Si fusionamos el comienzo arrollador que se puede esperar del Arsenal con los comienzos de partido del Barcelona en el último mes la mezcla puede resultar muy peligrosa para los de Luis Enrique. Si los ingleses lograran adelantarse en el marcador la eliminatoria cambiaría completamente.
¿Y si esa versión pragmática de los gunners que viene ensayando Wenger desde hace un tiempo se torna en efectiva? Retrasar la línea defensiva, reducir las distancias entre líneas o el uso del doble lateral son fórmulas que ha utilizado Wenger para dotar de mayor competitividad al equipo londinense, favorecido además por una plantilla ciertamente capacitada para el contragolpe. ¿Por qué se decidirá Wenger? Ir a presionar arriba al Barça ahora mismo parece tentador, y posiblemente es lo que le pida el cuerpo al alsaciano, pero bien podría resultar muy temerario. Exponer a su defensa a situaciones constantes de latifundios en su centro del campo pueden acabar como acabó ante el Chelsea, con Suárez haciendo las veces de Diego Costa abusando de la pareja de centrales. Por no hablar de regalarle espacios a Messi y Neymar. La otra opción es ser más precavido, asumir la superioridad culé y buscar los espacios. De la alineación inicial se podrán extraer lecturas sobre el planteamiento, especialmente al ver quién ocupa el frente del ataque, Giroud o Walcott. Con el francés buscarían más dominio, que descargue el balón a las bandas y cargar el área, mientras que con el británico -que ha hecho mucho daño al Barça siempre que se han enfrentado- apostaría por su movilidad y velocidad, con Özil lanzando y Alexis y Theo buscando los espacios. Todo parece indicar que de inicio jugará Giroud, pero en cualquier caso Wenger se guarda un gran revulsivo en el banquillo. ¿Para qué tiene calidad el Arsenal, para morder o para aguantar atrás? Siempre hay que desconfiar de equipos poco disciplinados que por circunstancias puntuales deben convertirse en algo que no son, y además tampoco tiene grandes especialistas defensivos -Coquelin sale de lesión-, por lo que no es una apuesta ganadora. Por otro lado jugar de tú a tú tampoco parece la mejor opción, más cuando te falta el futbolista que aporta más fluidez al juego gunner, como es el caso de Santi Cazorla. Un intercambio de golpes no beneficia al Arsenal, pero tampoco a los de Luis Enrique. Difícil decisión la de Wenger.
¿Y si dos de las últimas bestias negras de los culés reviven algunas de sus mejores actuaciones pasadas ahora con la camiseta gunner? Hablamos de Cech y Özil, por supuesto. El guardameta checo siempre fue una pesadilla para los culés cada vez que Barça y Chelsea cruzaban sus caminos en Champions League, especialmente en aquella fatídica semifinal de 2012. Cech ya no es ese portero tan infalible, pero es claramente uno de los argumentos a los que se puede agarrar su equipo para competir. Pocos guardametas pueden presumir de no haber cedido ante Messi. El alemán no ha sido tan protagonista como el portero en sus enfrentamientos con los blaugranas, pero defendiendo la camiseta del Real Madrid era una de las bazas de Mourinho para formar los contragolpes y activar a Cristiano Ronaldo, especialmente. El genial mediapunta ha vuelto a su mejor nivel después de dos años decepcionantes en el Emirates, y tiene ante el Barcelona la oportunidad perfecta para confirmarlo definitivamente.
¿Y si los jugadores secundarios dan el paso adelante que se les exige? Aaron Ramsey, Oxlade-Chamberlain, Héctor Bellerín u Olivier Giroud son jugadores que deben dar el paso definitivo a la élite. Özil, Alexis o Cech son garantías competitivas, pero los arriba mencionados todavía están por testar o son sospechosos habituales. Ramsey era un jugador que había encontrado su mejor nivel partiendo desde la derecha, acompañando al doble pivote y aprovechando su gran golpeo y llegada, pero la lesión de Cazorla ha trastocado todo y le ha desplazado al centro junto a Coquelin o Flamini. Es un futbolista con ida y vuelta pero que no aporta orden y fluidez al ataque gunner, así que deberá hacer un esfuerzo extra para hacer olvidar al asturiano. Oxlade es un jugador con potencial pero que ha pecado de cierta indefinición. Ante el Barça se antoja vital porque puede echar una mano al doble pivote y además por su físico ocupar mucho terreno de juego y ser profundo. Héctor Bellerín es ya una realidad, pero defensivamente todavía está por ver, y enfrente tendrá a Neymar. Ya en la liguilla tuvo delante a Douglas Costa y fue un suplicio para el español. Y Giroud. El francés no ha sido todo lo fiable que debiera en su periplo en Londres, pero este año sí que ha respondido a pesar de un pequeño bajón en este tramo de la temporada.
¿Y si esos errores individuales que año tras año penalizan al Arsenal en la disputa de los títulos no se producen? Un error garrafal del portero, un mal achique de la defensa que provoque manos a manos, el penalti made in Koscielny, goles en contra a balón parado o expulsiones son episodios que han aparecido con frecuencia en la historia reciente del Arsenal y que le han apartado de la lucha por los trofeos. Puede que el penalti fallado por Özil, la expulsión de van Persie o cualquier otra desgracia que siempre le ocurren al Arsenal se achaquen a la mala suerte, pero a eso se le llama no saber competir. Si es capaz de jugar 180 minutos con concentración y minimizando errores es un conjunto muy capaz de dañar al Barcelona.
Este mismo juego se puede plantear desde la lógica del Barcelona y el resultado sería quedarnos sin eliminatoria en 45 minutos, pero Wenger sabe con toda certeza que debe cambiar su manera habitual de competir para tener alguna opción. Puede que se adelante, que sea capaz de defender bien, que Özil y Cech “se salgan” y que no hagan ninguna de las suyas y aún así no baste, pero el hábito de ir siempre un paso por detrás a todos los niveles del resto de clubes de élite es lo que les lastra. Debe reducir esa sangría. ¿Será esta vez?