Algo le pasa a Ante Tomic. Empezó la temporada siendo indiscutiblemente el mejor center del continente, pero ahora, lejos de ser el líder del equipo, por momentos se convierte en una rémora. Las características como jugador del croata son de sobra conocidas, con sus virtudes y defectos, pero ahora mismo son mucho más visibles los segundos. ¿Por qué? Hay una serie de factores que tienen que ver con el colectivo que claramente inciden en sus números, pero desde hace meses se percibe muy claramente una caída del rendimiento individual. Los números están ahí y dejan muy claro el bajón del croata desde el inicio de 2016, especialmente en Euroliga, como se aprecia en el gráfico -imagen inferior- que aporta de Francisco Ocaña (@ocanapaco). Tira menos, tira peor, asiste menos, juega menos y su valoración ha caído en picado justo en el momento clave de la temporada.

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Tomic era el único argumento ganador del equipo que cayó en la pasada final ACB ante el Real Madrid, el hombre al que se agarró durante toda la temporada el Barça para sostenerse durante la última campaña. Eso le valió el reconocimiento de los culés y el interés de la NBA por reclutarle. El Barcelona, consciente de que no se podía permitir la pérdida de su único jugador diferencial, le ofreció un contrato muy apetitoso para que desoyera los cantos de sirena procedentes de Utah y se quedara en el Palau convertido en el jugador franquicia del club. Unos meses después parece que ese hombre ha desaparecido. ¿Les suena? Erazem Lorbek. El esloveno fue la pieza clave para tumbar al primer Real Madrid de Laso, y con el “contratazo” que el Barça le puso sobre la mesa para que olvidara las llamadas de San Antonio se convirtió en el jugador referencia del equipo. Y de repente, sin razón aparente, se cayó. Dos años ruinosos a todos los niveles que ni Iker Jiménez sería capaz de explicar acabaron con una lesión que fulminó su carrera en el Barça y en este deporte. Visto y no visto.

¿De dónde viene Tomic? El croata viene de una temporada donde se le explotó por encima de sus posibilidades. Él era el Barça, y la dependencia del equipo respecto a él se convirtió en algo casi vicioso, sobre todo en los instantes de agonía donde se perdieron todos los títulos. Hacía de primera referencia ofensiva, bien recibiendo dentro para comenzar las jugadas, como protagonista del pick and roll o distribuyendo desde la bombilla en una faceta suya hasta entonces desconocida. Se sentía importante y cuando él no estaba en pista el equipo se resentía de manera evidente. Hasta ese extremo de dependencia se llegó, entre otras cosas, por el desatino de Creus en la elección de su competencia por el puesto, Tibor Pleiss. Poco importaba que Tomic siguiera siendo un foco de debilidad defensiva porque el alemán todavía era peor. O que no fuera todo lo contundente que debiera en la canasta rival, pues Pleiss tampoco destacaba por ello. La dirección deportiva culé apostó por 40 minutos de caudal ofensivo en esa posición y fracasó. Era una apuesta con un sentido, pero la falta de adaptación del teutón extrajo la conclusión final de que Tibor Pleiss era una copia nada barata de Ante Tomic, así que a la hora de la verdad el croata estaba solo ante el peligro.

Lo que no logró hacer Creus en febrero -traer un pívot físico, en este caso Mbakwe- lo solucionó este verano con Shane Lawal -ahora con Dorsey- y Samardo Samuels como recurso. Si no estaba Tomic en pista había que seguir sumando, bien en la faceta defensiva con Lawal o en ataque con el ex de Milan como una opción más, además de la posibilidad de que Samuels jugara de “4”. La parte buena de esto es que Xavi Pascual cuenta con muchas más variantes y que la dependencia de Tomic ha bajado. Lo malo es que parece que el croata se ha perdido por el camino y parece haber desaparecido por completo. Cada partido comprometido de 2016 que ha jugador el Barça se ha mejorado con cualquiera de los dos suplentes de Tomic en pista, especialmente con un Lawal que hasta la lesión aportaba carácter en situaciones comprometidas. Que un equipo sea mejor cuando su mejor hombre está en el banco es una noticia genial si se produce alguna vez, pero si sistemáticamente esto sucede es para preocuparse.

Defensivamente el quinteto titular -Satoransky, Navarro, Perperoglou, Doellman y Tomic- está muy desequilibrado, con un juego exterior compensado y dos hombres en la pintura que hacen aguas atrás. El esfuerzo que deben hacer los hombres de perímetro es descomunal para tratar de proteger las entradas a canasta, pues una vez allí los rivales encuentran facilidades para anotar porque americano y croata ni intimidan ni protegen su propio rebote, así que ese desequilibrio Pascual lo corrige sentando a uno de los dos, y hoy por hoy es más fácil mandar al banquillo al de Dubrovnik que a Justin. En ataque sí es una pareja muy complementaria, con Doellman abriendo la pista con su amenaza exterior y dejando así la pintura despejada para Tomic. En ocasiones las ventajas de emplear esta pareja superaban a las desventajas, pero hoy desde luego no porque Tomic está lejísimos de su nivel.

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La marcha de Marcelinho Huertas no supuso una buena noticia para Ante Tomic, que perdió a su mejor socio a la espera de la plena adaptación de Arroyo y la mejoría de Satoransky en la dirección. Pero ninguna de las dos cosas ha llegado. Carlos Arroyo era ese jugador llamado a explotar el pick and roll con el croata, pero entre el lógico periodo de acoplamiento al bloque, la lesión y su ya de por sí precario estado físico el boricua no está siendo lo que se esperaba hasta el momento. Tampoco Satoransky ha dado un paso adelante en generación de juego, siendo con frecuencia sustituido en estas labores por Navarro o Pau Ribas, que tampoco encuentran al croata.

Así pues queda claro que hay varios componentes que tienen que ver con el colectivo que están pasando factura a Ante Tomic, pero ya parece incuestionable que hay algo más, porque esto ha dejado de ser una mala racha pasajera. Sí se le ve más lento pero no pasado de peso. Tampoco su expresión corporal transmite ni falta de actitud ni frustración. ¿Qué es lo que sucede? Suena tan cinematográfico como el título de este texto delata, pero es que parece que Tomic haya perdido sus poderes como en Space Jam hicieran Barkley, Ewing, Bogues, Johnson y Bradley. Debe ser prioridad solucionar este asunto urgentemente porque sin Tomic el Barcelona no puede aspirar a nada, y Xavi Pascual no puede recurrir a Bugs Bunny y sus Looney Tunes y tampoco a Michael Jordan