BUSCAN RESARCIRSE
El Betis llega tocado. El golpe anímico tras otra derrota en un derbi ha creado un clima incómodo en Heliópolis. La imagen de Merino se ha resentido y, con la salvación ya prácticamente atada, se piensa más en la próxima campaña que en los últimos coleteos de la presente.
En las últimas fechas, con un impacto mucho menor de Charly Musonda, el Real Betis, ofensivamente, se está mostrando inocuo, lo cual habla mucho y nada bien sobre la – inexistente – estructura atacante de los verdiblancos. Este, junto al anímico, es sin duda el principal déficit de los verdiblancos para enfrentar al FC Barcelona en este momento de la temporada.
Juan Merino viene colocando a los suyos en un 4-4-1-1 con un doble pivote de perfil defensivo con N’Diaye – Petros, Ceballos como falso extremo, y con Joaquín de enganche tras Rubén Castro. De este modo, el técnico bético está pretendiendo más influencia en el juego del ex de la Fiore, estando además menos exigido defensivamente. Por otro lado, su movilidad es un plus en punta de ataque, ya que divide atenciones y ofrece apoyos constantes en los tres carriles, función que Rubén Castro agrede sobremanera. En cuanto a Ceballos, su ubicación en banda en las últimas semanas no está lastrando en demasía su juego, ya que Merino le otorga libertad para influir en el carril interior en fase ofensiva. Por otro lado, actuando en dicha demarcación, el técnico bético le aleja de la base de la jugada pero le acerca a campo contrario, donde el canterano es más contante y determinante.
Aun así, como decíamos, el problema bético es de inventiva con el esférico, su capacidad para agitar al contrario viene siendo muy limitada, por no decir exigua. La dependencia del regate de Musonda o Joaquín es astral. Las mejores acciones suelen tener su raíz ahí, o en robos en campo contrario, siendo ésto poco probable en este encuentro venidero. El FC Barcelona dispone de los recursos técnicos y tácticos para dejar sin efecto el pressing bético, algo en lo que Merino suele hacer especial hincapié. Además, en este sentido el Real Betis es un equipo más pasional que cerebral. Petros es el hombre que mejor exhibe lo comentado: el brasileño es un perro de presa, no duda en dar pasos hacia adelante para acudir al quite, pero tiende a descuidar mucho su espalda; igual pasa con Ceballos. Y claro, N’Diaye no siempre puede sujetar tantos desequilibrios. Por tanto, si el Betis no controla sus emociones a la hora de presionar, los espacios para el conjunto blaugrana pueden llegar a ser paradisiacos.
Existen pocas dudas que el gol en el equipo andaluz lo representa Rubén Castro. Por el canario parecen no pasar lo años, y sigue exhibiendo la misma facilidad para hacer al contrario recoger el balón del fondo de la red. Si algo tiene Rubén Castro, afortunadamente para este Betis, es que necesita muy poco, prácticamente nada, para marcar. Tiene esa capacidad de anotar el conocido como el gol injusto, aquel que llega tras no acumular el equipo demasiados méritos para ello. Contextualizando ésto con el encuentro venidero, es capital la aportación del delantero bético. Es fácil intuir que los de Merino dispondrán de pocas ocasiones, y no sólo por la magnitud del rival, sino también por los problemas estructurales en ataque antes mencionados. Otra vía de anotación importante para los verdiblancos desde la llegada de Merino ha sido el balón parado, aunque las últimas ausencias de Vargas por lesión han aniquilado el impacto verdiblanco en este sentido. Si su reaparición se produce esta semana, el plantel bético ganaría un interesante recurso.
Si algo ha caracterizado la etapa de Merino al frente del equipo es que el equipo ha ganado en solidez y competitividad. Es un Betis más tenaz, por lo que no sería de entrañar una buena imagen en el Villamarín; el problema, como indicábamos, es que anímicamente los sevillanos llegan muy tocados y que por fútbol, a día de hoy aspirar a los tres puntos frente a Barcelona de Luis Enrique colinda con lo utópico.