Al Dépor se le cayó la temporada en enero. Es habitual entre equipos que empiezan bien y construyen ilusiones durante la primera vuelta, pero que son eliminados de Copa a las primeras de cambio y, tras un bache de resultados, pierden cualquier tipo de aspiración a puestos europeos. El resultado de aquello fue la segunda peor racha de partidos sin ganar de su historia en Primera División -13, la peor fue ¡la temporada pasada! con 14- y una crisis de confianza en el, hasta ese momento, buen juego que el equipo desplegaba con frecuencia.

Tras 13 partidos sin ganar, miras el calendario y es ese el momento en el que ves prácticamente imposible conseguir la media docena de puntos que te hacen falta. Es curioso cómo, según estés muy abajo o un poco más arriba, afrontas los partidos que te faltan en esa especie de playoff final que son las últimas diez jornadas de Liga. Si estás abajo, cada partido es ganable aunque seas un equipo que no le gana a nadie. Si estás a unos pocos puntos de la salvación, cada rival parece el Milan de Sacchi, el Bayern de los 70, el Ajax de van Gaal, el Barça de… un momento, que nos falta el Barça. Y el Madrid. Y el Sevilla en el Pizjuán. Y el Villarreal. Y unos cuantos de los que se están jugando la vida. Es ese momento en el que, tras una primera vuelta sensacional a nivel de juego aunque no tanto de resultados, ves al equipo totalmente condenado.

Pero los puntos fueron llegando, 5 de los últimos 12 para un equipo que había conseguido 6 desde el mes de enero. Victoria contra el Levante y buena imagen contra el Celta. Punto inesperado en Nervión y, pese a la derrota, sensación contra la UDLP de equipo que aún está vivo. Con la tranquilidad al alcance de la mano, el Deportivo afronta el duelo contra un Barça que, bueno, ya no parece tan temible. Con la tranquilidad al alcance de la mano, de repente apetece jugar contra el Barça. Sacarles un puntito. O tres. Joderles media liga, aunque solo para jodérsela de nuevo a los de blanco cuando aparezcan por Riazor en el mes de mayo. Perder dejando buenas sensaciones apetece menos, pero apetece. Y que apetezca es la mejor noticia, porque hace no tanto lo único que nos apetecía es que se acabara la temporada sin sobresaltos.

Habrá bajas en el Dépor de Víctor Sánchez del Amo, que llega sin ninguno de sus dos porteros de confianza -Fabricio y Lux-, sin dos de sus centrales -Lopo y Arribas- y con la trascendental ausencia de Luis Alberto. Tendrá que improvisar el técnico madrileño atrás, pero sobre todo tendrá que improvisar en el ataque, lugar en el que más notables son los problemas en este Deportivo de final de temporada. Mientras que el primer tramo de temporada el número de jugadores que aparecían en los onces del equipo era más bien alto y la competitividad entre ellos parecía extrema, poco a poco, crisis de resultados mediante, un buen número de ellos ha desaparecido de los onces y las convocatorias. Y cuando han entrado en el campo, nunca ha parecido que su ausencia hubiera sido injusta. Poco a poco solo quedaron Lucas y Luis Alberto, con aportaciones muy puntuales de Fede Cartabia, Cani y Fayçal Fajr. El gol de Oriol Riera el pasado domingo fue tan solo el tercero de la temporada, pero le concede cierta ventaja de cara a hacerse con un puesto en el hueco que deja Luis Alberto.

Aún así, hay que decir que si por algo se ha caracterizado el entrenador del Deportivo a lo largo de esta temporada es por sus planteamientos reactivos, basados principalmente en la adaptación al rival. No necesariamente consisten en renunciar al balón, como se vio en la primera parte de Balaídos, pero sí por buscar soluciones prácticas en los detalles de su planteamiento inicial. En cambio, su dirección de campo pocas veces ha causado un efecto reseñable en los partidos. Aún así, hay cierta ilusión en la ciudad, creada por los antecedentes a corto y a largo plazo. Llega por fin un Barça esquizofrénico que no ha sido capaz de puntuar en los últimos tres partidos ni de ganarle al Dépor en sus últimos dos cruces. Llega por otro lado un Dépor que ya ha encontrado la manera de encarar este tramo final de liga. Sin duda, puntuar contra este Barça de Luis Enrique es a día de hoy posible, aunque enfrente de Messi esté Manu Fernández. Y si no es posible, por lo menos apetece intentarlo.