El FC Barcelona llega a Vigo para enfrentarse al, posiblemente, Celta con más problemas de los últimos tres años. Si bien el conjunto olívico ha mostrado una mejoría defensiva notable, le llegan menos y las ocasiones que recibe son menos claras; su juego ofensivo se ha demostrado muy pobre. La relación de los celestes con la pelota se ha debilitado, en parte debido a la lesión de Fabián Orellana y a la discontinuidad de Marcelo Díaz.

La formación más habitual que viene disponiendo en liga el conjunto del Toto Berizzo es un 4-3-3 con Radoja de pivote, Pablo Hernández y Daniel Wass como interiores, Theo Bongonda y Pione Sisto en los extremos y Aspas en punta. Nemanja llegó a Vigo muy joven y aunque nunca destacó por su capacidad con balón, su primer año sí fue un apoyo constante en salida. Ayudó que tuviese por detrás a Fontás y al lado a Krohn-Dehli, quienes asumían muchísimo peso en la iniciación del juego. Hoy a sus espaldas cuenta con Cabral, Roncaglia o Sergi Gómez; ninguno con el pie ni la visión de Andreu. Por delante están el Tucu y Wass. El danés es un futbolista de largo recorrido, con mucha resistencia y buen pie; un llegador peligroso cuando juega en posiciones interiores, capaz de trazar buenos desmarques y de ejecutar buenos chuts desde fuera del área. En la circulación de balón es un buen apoyo, pero no un cimiento. Lo mismo sucede con Pablo Hernández, muy hábil para aparecer entre líneas y desordenar al rival mediante la pausa; no tanto como gestor de posesiones. No obstante, sucede que ante la incapacidad de sus compañeros para iniciar el juego y dar fluidez a la circulación, el Tucu Hernández está apareciendo más y en posiciones más retrasadas que nunca. Ahí el Celta pierde el nexo con el ataque lo cual desemboca en una excesiva verticalidad en los pases que genera un alto volumen de pérdidas y gran dificultad para presionar al encontrarse todas las piezas del ataque muy separadas. Una de las mayores virtudes del equipo del Toto era la presión tras pérdida que permitía ejecutar sucesivos ataques a gran velocidad y con el rival desordenado. Hoy esto es imposible.

Pione Sisto y Theo Bongonda están evidenciando síntomas de inmadurez; muy desordenados y casi siempre optando por la jugada individual. Apenas aparecen entre líneas lo cual complica aún más el trabajo que ocurre a sus espaldas, el asentamiento de ataques y la correcta salida y circulación de balón. En este escenario surge la imperial figura de Iago Aspas. El de moaña se ve obligado a realizar el desmarque de apoyo, aparecer entre líneas ocupando la posición que otrora ocupara el Tucu, a trazar el desmarque a la espalda de la defensa rival, y finalizar. Hoy el sistema de ataque del Celta es Iago Aspas. Es la recepción en tres cuartos, el juego entre líneas, la profundidad y la finalización. Sus compañeros le están dando muy poco, bien porque sus movimientos para recibir son pobres, caso de Sisto, bien porque cuando toca finalizar (ya sea con pase o disparo) se yerra en ejecución o decisión, caso del belga.

La situación mejorará con la vuelta de Orellana pero puede que no lo suficiente. No obstante el entrenador argentino podrá encontrar soluciones involucrando a John Guidetti y Giuseppe Rossi. La presencia de cualquiera de estos dos futbolistas ha derivado en una notable mejoría del juego del cuadro celeste, estando siempre mucho más cerca de batir al portero rival que en su ausencia. Iago Aspas busca acompañantes para seguir escribiendo la historia y los tiene cerca.