¡Ay Capitán, mi Capitán!

El Barcelona Lassa 2016-2017 ha echado a andar y lo ha hecho de una manera extraña, sorprendente victoria ante el Real Madrid, baño de durísima realidad ante Gran Canaria y pírrica victoria en Manresa. Además innumerables problemas físicos nada más comenzar, algo nada extraño en este equipo desde hace bastantes años. Tres partidos para confirmar tres realidades: Rice supone un salto de calidad extraordinario, hay jugadores que están lejos del nivel exigible y faltan 2-3 fichajes para ser aspirantes a todo. Y estos tres partidos oficiales y una cortísima pretemporada han bastado para inaugurar por esta campaña un debate infinito, delicado y de difícil solución, el debate de siempre, el que gira en torno al capitán.

Juan Carlos Navarro es una leyenda del Barcelona, a buen seguro uno de los cinco mejores jugadores de la historia de la sección, un jugador de la casa que probó fortuna en la NBA y pronto regresó a su hogar para convertirse en el jugador completo y desequilibrante con el que comandar el asalto a la segunda Euroliga. El ídolo del Palau. Navarro es y será Dios para los culés.

Pero Juan Carlos Navarro se pierde 1/3 de los partidos del Barcelona, otro 1/3 los juega lejos de su mejor condición física y el otro 1/3 los disputa al máximo nivel al que puede aspirar ahora mismo, lejísimos del extraordinario jugador que fue, ese que justificaba con creces su status en la pista y en las cuentas de la sección.

Estos son hechos objetivos matizables en función de cada uno, pero está claro que hay un gran conflicto entre lo que fue Navarro y lo que debe de ser en este nuevo Barcelona. Parecía que con la llegada de Bartzokas y la aparente búsqueda de un escolta americano su rol iba a verse muy reducido, pero la llegada de Koponen para jugar entre el «1» y el «2» le ha abierto una rendija por donde colarse y seguir gozando de un rol importante. Y es que a tenor de las manifestaciones públicas de Bartzokas y de su rol en la Supercopa uno atisba que va a ser un jugador con bastantes minutos en la rotación, o al menos muy por encima de los que merecería dado su nivel actual en un equipo de máximas aspiraciones.

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Conviene subrayar que el año pasado de Navarro no fue malo, no en comparación a lo que puede ofrecer, al menos, y seguramente el descanso veraniego con la selección tuvo mucho que ver. Sólo Satoransky, Doellman, Perperoglou y Dorsey rindieron por encima del «11», pues los Oleson, Tomic, Ribas e incluso Abrines tuvieron una temporada por debajo de las expectativas. Navarro se aprovechó del enorme vacío creativo del equipo para hacerse importante, pues aunque las condiciones físicas no le acompañaran seguía teniendo una lectura del juego muy superior a la de sus compañeros, algo vital dentro de un equipo poco fluido, con muchos momentos de bloqueo y carente de personalidad. Así que bien porque Xavi Pascual se resistía a ceder su rol o por este vacío de poder en el que nadie acababa de dar un paso adelante definitivo (Satoransky casi siempre con sus limitaciones y Abrines a cuentagotas) Navarro se erigía como la solución a los problemas en la generación de juego. Y a veces los redujo pero con un coste irreparable en la otra canasta. Pan para hoy y hambre para mañana, sobra decir.

Ahora la situación ha cambiado radicalmente con las llegadas de Rice y Koponen. Ya no debería haber ningún déficit creativo ni de anotación con estos dos fichajes exteriores, en todo caso una pérdida de intensidad defensiva para la que Navarro no supone ninguna solución. Es necesario ver qué propone Bartzokas cuando tenga a toda la plantilla al completo, pues con las ausencias de los internacionales en la pretemporada y la de Koponen en Vitoria no hemos podido ver la idea primigenia desde la que parte el técnico heleno para el backcourt culé. Todo pasa por el papel que juegue el finés y el reparto de minutos entre los exteriores. ¿Rice, Koponen y Ribas para repartirse el grueso de los minutos importantes? ¿Sumará Bartzokas a Navarro a la fórmula? El quinto elemento es un Oleson perdido definitivamente para la causa, pues si bien defensivamente puede dar minutos de nivel en ataque cada vez sufre más, no sólo para anotar su triple sino para encontrarlo siquiera. Este inesperado bajón del de Alaska, al que el Barça le firmó dos años de contrato más justo antes de aquella lesión que marcó un antes y un después en la trayectoria de Oleson en el club, es el que propicia que Navarro pueda seguir teniendo un rol muy activo en el equipo.

Sólo nos queda esperar a ver los minutos que le concede Bartzokas, pero las previsiones no pueden ser más pesimistas. Ya es un jugador perfectamente neutralizable cuando es quien lleva el peso del ataque, pero es que además ha dejado de ser infalible en los tiros liberados, y posiblemente su retroceso a tirador puro era la salida más lógica para poder serle útil al equipo. Porque en principio ya no hacen falta generadores, lo que convierte a Navarro ya casi en una pieza redundante y prescindible, por no hablar de que en defensa es tal rémora que de ninguna manera lo compensa con lo que pueda sumar en ataque. Hace bastante tiempo que Navarro dejo de serle rentable al Barcelona.

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La sensación es que el rol de Navarro puede personalizar el medio camino en el que parece haberse quedado el club a la hora de confeccionar la plantilla. Las deficiencias están claras y tanto club como Bartzokas parecen asumir el reto de competir pese a ellas. En el caso concreto de Navarro uno empieza a dudar si alguna vez reducirá drásticamente su rol mientras siga en el equipo, si quizá la única solución sea su salida del club. La realidad es que no ha hecho más que comenzar la temporada y ya ha tenido sus primeros problemas físicos. Además tampoco renuncia a la selección española, dejando la puerta abierta al Europeo del año próximo, lo cual bien se podría interpretar dadas sus circunstancias físicas como una falta de respeto al club que le paga. Ya toca un gesto de buena voluntad por parte del jugador si realmente pretende jugar algún año más en el club. En ninguna cabeza cabe que el Barcelona lo tenga entre algodones todo el año dosificándole para que luego se cargue con minutos en septiembre en un equipo que ya no le necesita y que además ya ha ganado todo lo que tenía que ganar.  De acuerdo, unos Juegos Olímpicos son unos Juegos Olímpicos, pero más allá de esta cita a la que ha llegado más por compromiso que por merecimientos todo lo que venga está muy de más.

Estamos en el inicio de lo que pretende ser un cambio en la sección, pero por unas cosas u otras la situación parece no haber cambiado tanto respecto a hace unos meses. Habrá que darle al proyecto Bartzokas el beneficio de la duda y tiempo, mucho tiempo, posiblemente más del que exige el nuevo formato Euroliga, por ejemplo.