GUARDIOLA ES UN INEPTO QUE GANÓ SOLO POR MESSI

A tenor de la reciente derrota del Manchester City en Barcelona, varios locutores radiofónicos y algún que otro predicador catódico se apresuraban a emitir diagnósticos a vuela pluma, muchos coincidentes y bien cargados de oportunismo y previsibilidad. Que si otro baño a Guardiola en España, que si era un coleccionista de fracasos, que si era poco menos que un aventado y un soberbio por no alinear a Kun Agüero… etcétera, etcétera.

No obstante, todas estas afirmaciones se diluyeron en una densa niebla cuando se empezó a propagar la sentencia más grotesca; y es que resulta que el Barça que entrenó Guardiola no era suyo sino de Messi.

Lo cual, dicho así, no deja de tener su sentido. Se puede defender con argumentos razonables y de peso que, efectivamente, Leo Messi fue el activo más determinante en la era gloriosa que le tocó vivir al club entre 2008 y 2012.

Sin embargo, el tono con que se difunde la doctrina la impregna de una connotación aviesa y alevosa que desnuda las pretensiones reales de quienes la secundan: menospreciar a Pep Guardiola, ningunearlo, hacer creer que se ató la corbata al cuello, le cayó Messi de un guindo y, ¡sorpresa!, todo fue ganar Ligas y Champions sin que tuviera siquiera que arquear la ceja.

Pep, para esta caterva de oradores con micrófono, es un profano transeúnte que acomodó sus santísimas posaderas en el banquillo del Camp Nou y fue la providencia la que, pese a su consabida ineptitud, le obsequió con el equipo que mejor hubo jugado al fútbol en los últimos 30 años.

La realidad ni es blanca ni es negra sino que se pierde en los grises, ese tono tan rabiosamente necesario como poco frecuentado. Ni el Barça de Guardiola habría sido lo que fue sin Messi, ni Messi sería lo que es hoy día sin la mano de Guardiola.

Lo demás, cosas de chiringuiteros de medianoche.