No hubo sorpresa alguna en el planteamiento del Granada en su visita al Camp Nou. Al igual que ocurre un buen puñado de veces durante la temporada, el Barça debía enfrentarse a un rival que no quiere el balón, que apuesta por juntar sus líneas e intentar aprovechar las contadas ocasiones que pueda salir a la contra. Es decir, un nuevo examen para los de Lucho en cuanto a ataque posicional, quizá el mayor debe en su etapa blaugrana.

Las bajas dejaban poco margen en cuanto al equipo titular. MAtS bajo los palos, defensa de cuatro con Masche -en perfil derecho- y Umtiti en zona central acompañados por Sergi Roberto y Digne. En el centro del campo, Rakitic como mediocentro junto a Rafinha y Denis y arriba los tres de siempre. Un 11 que ya dejaba intuir que el centro del campo no existiría pero que, en la segunda parte, tras un ajuste del cuerpo técnico, nos llevó a un sistema novedoso en el Camp Nou. Otra cosa fue su idoneidad frente a este Granada.

El arranque fue el clásico culé, control y ritmo bajo. Los andaluces plantaron dos líneas defensivas(5+4) con Kravets como único hombre adelantado, con la obligación de molestar en la circulación exterior blaugrana. La respuesta de los de Luis Enrique fue amplitud, circulación de balón y que tanto Leo como Ney actuaran de aceleradores en ambos costados. Mediante esta disposición «coherente» el Barça dominaba y llegaba al área nazarí, preferentemente a través de diagonales. Lo que si lograron los de Alcaraz fue negar la zona central del ataque culé aunque el propio Barça ayudó a ello. Entre los continuos errores de Luis Suárez en sus primeros toques y la tendencia tanto de Rafinha como de Denis de recibir de espaldas y ser, únicamente, un punto de apoyo más en la circulación azulgrana, la línea de 5 gradanida lograba solventar la mayoría de balones de peligro y, lo más «extraño», los 4 centrocampistas rara vez perdían zona y marca.

Faltaba acierto, finura y posiblemente un ritmo mayor, pero el Barça atacaba con sentido el cerrojazo visitante. Quizá lo más sorprendente durante este primer tiempo fue la ubicación de Rakitic durante tramos del mismo entre centrales. Con Kravets como único obstáculo granadino, esa línea de 3 carecía de sentido alguno y únicamente lograba ralentizar, más si cabe, la primera fase de los ataques. Además, cerrando el croata como libre, abría una ventana de esperanza al Granada. Jugador lento y sin experiencia en la posición, punto donde podría aparecer el error.

Esta linea de tres, como he comentado antes, se construía de manera discontinua en el tiempo, a tramos. Otras veces, Rakitic ocupaba la zona de MC, y a nivel estructural el Barça lo agradecía. Esto coincidió con el mejor tramo culé, justo cuando Denis se pegó a la cal y Leo más se interiorizó. El gol pudo llegar pero no fue así. Final de la primera parte y cierto run run de día que se podía complicar.

La segunda parte sirvió para presentar en sociedad algo novedoso, un sistema que, personalmente, no recuerdo haber visto en un terreno de juego. El Barça navegaba entre un 1-3-1-6 y un 1-3-0-7, una manera de sacrificar el centro del campo que ya era inexistente y elevar el ataque a algo totalmente contrario a la proximidad y asociación. Con esta disposición existían dos vías de ataque. La primera con Leo bajando al MC y desde ahí generar la primera superioridad con 6 compañeros ocupando todo el ancho del campo frente a él. La segunda era que los centrales, en este caso Masche y Rakitic puesto que Umtiti se ubicó como libre, ejercieran de MC. Ellos eran los encargados de dirigir el ataque culé, preferiblemente con balón largo, bien perpendicular o diagonal.

Realmente, la propuesta es interesante, pero choca frontalmente con el planteamiento del Granada. A mi entender, lo que realmente se consiguió fue dificultar mucho más el ataque, puesto que ni existía juego entre líneas y espacialmente cada culé se emparejaba con un rival. El Granada no debía decidir, no existía duda alguna, siempre sabían quién era su hombre.

El gol de Rafinha, en la primera acción positiva de Suárez en el partido, permitió que a las dificultades futbolísticas culés no se le sumara la ansiedad por el resultado, cosa que hubiera convertido los minutos finales en un vía crucis. Evidentemente el marcador pudo ser mucho más amplio, no por juego sino por calidad individual de los jugadores, pero no hubiera eliminado el mal sabor de boca que dejó el Barça en esa segunda parte.

Tres puntos más y sensaciones negativas en cuanto a recursos. Sabemos por experiencia que a los equipos de Lucho hay que esperarlos hasta enero, eso es verdad. También es cierto que este año no nos podemos quejar de inmovilidad del gijonés en el banquillo. Quizá, a la larga, estas pruebas serán beneficiosas y permitirán al Barça aumentar sus recursos ofensivos. Pero todo esto no quita que este curso futbolístico está siendo bastante pobre y cuesta recordar grandes momentos en los últimos 20 partidos.

LAS NOTAS

MAtS (6): Una atajada a centro lateral fue toda su aportación.

Sergi Roberto (8): El mejor culé sobre el terreno de juego. Fue profundo y supo entender el juego en su costado

Masche (6): Solvente devensivamente. Demasiadas obligaciones con balón en ataque.

Umtiti (7): Poco exigido y cómodo en la posición de libre. Buen nivel.

Digne (6): Mezcló acciones muy positivas con otras poco inteligentes.

Rakitic (6): Le tocó ejercer de MC y central. Poco peso con balón.

Denis (5): En su función de generar espacios a Leo se olvidó de jugar y hacer jugar. Sus mejores minutos pegado a la banda.

Rafinha (6): Marcó, cosa que está siendo habitual este año. Poca participación en la construcción.

Leo (6): De sus botas salieron las mejores ocasiones culés. Fallón, con bastantes pérdidas. Algo raro.

Suárez (5): Técnicamente horroroso y de cara a puerta sin puntería.

Neymar (7): Más suelto el brasileño, aunque sigue negado de cara al gol.

André Gomes (5): Minutos sin incidencia alguna.

Alcacer (6): Gran asistencia a Leo. Paco no solo es gol, tiene mucho fútbol.