Bale tiene un peso específico importante en el panorama futbolístico internacional. De ser una apuesta de mercado de Florentino Pérez, ha pasado a ser un futbolista sobre el que sustentar las aspiraciones ofensivas de todo un R. Madrid, con todo lo que eso supone.

Jugador de enorme recorrido, no en vano sus orígenes son en el lateral, pasó a convertirse en un punzón sobre el que percutir, normalmente desde el lado diestro del ataque, para poder perfilar su cañón desde un ángulo con mayores perspectivas de éxito sobre el arco rival. De una potencia fuera de lo común, le costó interpretar el juego del equipo en su primera temporada, para ir adquiriendo la madurez correspondiente a partir de mediados de la temporada pasada.

Su lectura futbolística ha sufrido una evidente mejora, mientras sus condiciones naturales para el deporte, para cualquier tipo de especialidad deportiva, no se han visto mermadas un ápice, más que por los periodos de obligatorio descanso, cuando sus sóleos le decían basta antes sus interminables, por continuadas y exhaustas, cabalgadas hacia la meta rival.

No es un jugador de matices, nunca lo fue, se podría asemejar más a un ala de rugby, que a un medio apertura. El delantero galés sólo entiende el fútbol desde la galopada, la velocidad y cierto descontrol. Nunca fue amigo de la asociación, ni de la pausa, lo que no es óbice para representar ese “extraño elemento” que permite a su equipo dañar casi a cualquier defensa rival, sea desde la percusión y su juego aéreo en estático, como desde el vértigo de una rápida transición.

Lo mejor de Bale es que todavía tiene margen de crecimiento, lo peor lo vemos hoy, su exuberancia física no está exenta de ciertos problemas musculares que le lastran siempre unas semanas a lo largo de la temporada. Como decía el anuncio “la potencia sin control”… pero Gareth está madurando en su juego cada día, adquiriendo ese control necesario para la élite de la élite. De momento no tiene techo, más que el que sus músculos, punto fuerte y punto débil a la vez, le dicten.

En verano vimos su impacto sin vestir la casaca blanca, consiguió que Gales fuera una de las sorpresas de una Euro ciertamente descafeinada. Un peldaño más en la construcción de una leyenda. De él depende ser la referencia de su equipo en las grandes batallas o continuar siendo el complemento de un Cristiano en decadencia. De momento contra el Barça solo llevaba un gol, y no será este sábado cuando mejore sus registros. Veremos qué opción maneja Zidane para sustituir al galés; pieza por pieza o potenciar su centro del campo. Pase lo que pase, Gareth lo verá desde su casa, para tranquilidad de Sergi Roberto.