Gentilegate
Hace tiempo que el aficionado barcelonista colecciona disgustos de todos los colores, pero pese a estar curados de espanto me atrevo a decir que la no apuesta por Alessandro Gentile es la gota que colma el vaso. Viendo los detalles del acuerdo que llevan al italiano a Panathinaikos es del todo incomprensible que el Barcelona Lassa no se haya lanzado a por él, no hay justificación ninguna. Bueno, oficialmente sí las hay.
Horas después de conocer el bombazo de su salida de Milán el club, como en un intento de advertir al culé que ni se hiciera ilusiones, se apresuró a filtrar a Mundo Deportivo las 3 razones para declinar su incorporación:
-Dudas sobre su actitud y adaptabilidad a grupos con una buena química.
-Dudoso estado de forma por su poca dedicación al basket en estos momentos.
-La de 3-4 es una posición bien cubierta en el Barça actualmente.
Las dos primeras tienen que ver con su actitud. No descubrimos nada nuevo cuando decimos que Alessandro Gentile es un jugador díscolo, con un carácter particular fuera de la pista y anárquico dentro. Ya era así cuando Creus hace un par de temporadas negoció sin éxito un traspaso. Y es lógico cuestionarse por qué EA7 pone en el mercado a su estrella, pero contextualizando el asunto no es difícil encontrar explicaciones.
Gentile lleva esperando desde hace 2 o 3 años un paso definitivo de Houston Rockets para hacerse con sus servicios y dar el salto a la NBA, pero ese paso nunca llega y el alero italiano se ha quedado en tierra de nadie. Mientras los texanos deshojan la margarita Gentile se piensa un traspaso a un europeo TOP (posiblemente le impondrían una cláusula de salida elevada para compensar el coste del traspaso) y a su vez los grandes equipos valoran si realmente merece la pena acometer una contratación tan importante por un jugador que en cualquier momento cruzará el charco, y esto deja a Gentile en un equipo sin aspiraciones en Euroliga y sin motivación, de ahí la caída de su rendimiento.
Milán se le ha quedado pequeño al italiano, lo sabe él y lo sabe su equipo, así que las dos partes han llegado a un punto de no retorno donde una cesión a un gran equipo europeo era la mejor opción para las dos partes. Para el club porque pone en un gran escaparate como el OAKA a un jugador que a poco que haga abrirá una puja en verano y así EA7 sacará rédito económico a la operación, y el jugador por fin se pondrá a prueba en un gran proyecto que le motive y en el que mostrarse para encontrar el ansiado contrato NBA o seguir en Europa en un gran club, ya sea Panathinaikos u otro.
La tercera razón del Barça para rechazar su fichaje, la razón deportiva, no hay por donde cogerla. Decir que ese perfil está bien cubierto es tomar por tonto al personal o no tener la más mínima idea de baloncesto. Lo primero cabrearía, lo segundo preocuparía. No estaría tan bien cubierta la posición de alero cuando en verano hubo intento de traspaso por Hanga. El puesto de «3» está siendo un drama porque está condicionado a que Perperoglou haga un gran partido, lo que ocurre con muy poca frecuencia este año, porque los minutos más convincentes de Claver desde su vuelta de USA han sido como «4» y no como «3» y porque Eriksson a lo sumo puede ser una ficha 13-14 con un rol muy específico. Ninguno de los tres tiene nada que ver con Gentile, un jugador autosuficiente capaz de generar por sí mismo. Traer al italiano no hubiera sido traer un parche que sumar a la rotación, hubiera supuesto un salto cualitativo.
Además una cesión como la que ha conseguido Panathinaikos no entraña ningún riesgo. Si sale bien das un salto de calidad enorme en una posición necesitada y hasta puede que ganes opciones para su continuidad, y si sale mal económicamente es perfectamente asumible y deportivamente tampoco restaría nada porque a peor no se puede ir. Es decir, no había nada que perder y mucho por ganar. Si la operación pasara por un traspaso y un contrato de dos o tres años con salario elevado serían comprensibles tantas reservas, pero en estas condiciones no había excusa para intentarlo. Seguramente Panathinaikos ha pensado lo mismo pero sí se han atrevido. De los grandes equipos de Euroliga griegos y culés eran los que más necesidad tenían en esa posición, PAO se ha movido rápido y el Barça ni siquiera eso, como de costumbre últimamente.
A estas alturas de la temporada es muy difícil cambiar dinámicas, pero si había alguien en el mercado capacitado para hacerlo en el Palau ese era Alessandro Gentile. Es duro decirlo pero ahora mismo el Barcelona de Bartzokas es un equipo moribundo que necesita ayuda para seguir respirando, y el italiano era lo más parecido a un salvavidas. ¿Cómo es posible competir al más alto nivel si ahora mismo Bartzokas no cuenta con ningún «3» puro en su roster? En la era del triple y el juego exterior Víctor Claver no encaja, no regularmente, al menos. No se podía saber… Eriksson no es ese perfil y su nivel es insuficiente para un club como el Barça. No se podía saber tampoco… El único «3» es Perperoglou, al que con 33 años se le deja solo en la posición en el escenario menos indicado, el de la agotadora nueva Euroliga. No se podía saber que podía tener problemas físicos y ser irregular… Otro alero era necesario con y sin lesión del griego.
Todas y cada una de las preocupaciones que se podían tener al comienzo de temporada se han cumplido. «Cuidado con no fichar base porque tenemos escoltas veteranos y muy propensos a las lesiones, Koponen es un «2» y Rice no puede jugarlo todo». Mes de diciembre Ribas fuera toda la temporada, Navarro apenas ha jugado, Rice reventado y al mercado durante un mes para acabar trayendo a Renfroe, un traspaso que se podía haber realizado tras el partido en Belgrado. «Cuidado con tener sólo un alero puro en plantilla, que Eriksson es una incógnita». Año 2017 y veremos a Oleson de alero. «Cuidado porque hay demasiados cuatros en plantilla, que con Bartzokas Claver ha explotado como «4», quizá Vezenkov se quede sin minutos y la plantilla puede estar algo descompensada» Doellman y Claver se lesionan, rinden mal, traes a Holmes que no aporta casi nada y sólo Vezenkov es una buena noticia. «Cuidado que con este calendario ir con dos pívots es ir muy justos». Joey Dorsey rindiendo a un nivel paupérrimo, Tomic retratado con frecuencia en Europa y buscando «5» comunitario desde casi el comienzo de temporada porque tus dos plazas las has ocupado con Dorsey y Doellman, lo cual es para llorar. Es decir, todo lo que podía salir mal ha salido fatal.
Ni que decir que el drama de las lesiones es exagerado y está fuera de toda lógica, pero las deficiencias en plantilla se veían desde septiembre. En descargo de Bartzokas ha de decirse que trabajar en estas circunstancias es imposible, pero cuando hay opciones para mejorar las cosas y no se hacen no es mala suerte sino pereza e incompetencia.
En un año el Barcelona ha visto pasar por delante sin mover un dedo a dos aleros de nivel, Papanikolaou y Gentile (en el caso del griego los derechos además eran del Barça ya), una posición además especialmente complicada de cubrir en Europa, acabando ambos en los dos rivales más directos, los griegos. CSKA, Real Madrid y Fenerbahce juegan otra liga deportiva y económicamente hablando, así que Olympiacos, Panathinaikos y Baskonia se presentan como los rivales reales. Pues bien, si con ellos el nivel estaba parejo el club ha contribuido a que se distancien. Es evidente que si el Barça no fichaba alero ahora lo tendría que fichar en verano, y posiblemente por partida doble. Tampoco es excusa decir que Gentile sólo llegaría para unos meses y que no continuaría, pues parece claro que al menos cuatro o cinco nombres también van a hacer las maletas el año que viene, así que no hay un enorme núcleo sobre el que construir el proyecto, por lo que si se cayera otro tampoco sería un drama. En cambio si sale bien los beneficios serían incalculables. El Barça tenía la obligación de arriesgar, no le queda otra.
Es curiosa la casualidad de que el equipo que finalmente se lleve a Gentile, objeto de deseo culé desde hace años, sea precisamente Xavi Pascual. Es la diferencia entre comandar un equipo ilusionado con su nuevo proyecto y otro anclado en un conservadurismo exasperante. Ni hemos pisado el 2017 y ya apesta a temporada perdida. Es tristísimo.