BARÇA LASSA, PROYECTO A LA DERIVA

El pasado 28 de junio de 2016, Albert Soler, Director de Deportes Profesionales del Fútbol Club Barcelona y Joan Bladé, directivo responsable de la sección de basket, anunciaban en rueda de prensa la salida del club de Xavi Pascual, explicando que no se trataba simplemente de un cambio de entrenador, sino de un cambio de modelo. Semanas después, tras hablarse de Jasikevicius, Sito Alonso, Trincheri o Pesic, aterrizó Giorgios Bartzokas tras abonar una generosa cantidad de dinero para liberarle del contrato que le unía al Lokomotiv Kuban. Acabada la primera vuelta de la Liga ACB, conviene hacer un balance de los resultados que está obteniendo este nuevo modelo, el cual obviamente no puede ser positivo.

Empezaremos por lo más frío, los números. El Barça termina la primera vuelta de la fase regular en cuarto lugar, detrás de Real Madrid, Valencia Basket e Iberostar Tenerife y con un balance de 12 victorias por 4 derrotas. Efectuando una comparación con los otros siete participantes en la Copa del Rey a disputarse el próximo mes de febrero en Vitoria, comprobamos como el Barça es el séptimo de ocho en anotación, y la tercera peor defensa. Aún más sangrante es la situación si analizamos los duelos directos, ya que el Barça ya ha perdido al menos una vez con todos estos equipos en partido oficial esta temporada salvo con el Valencia Basket. Lo único positivo que podemos encontrar en la competición doméstica es que el equipo está invicto en el Palau Blaugrana.

Los números en la Euroliga no son mucho más halagüeños, habiéndose disputado ya dos jornadas de la segunda vuelta, el panorama del equipo de Bartzokas es desolador: 7 victorias y 10 derrotas, habiendo ganado tan solo dos partidos fuera del Palau, compensados con tres derrotas en casa. Además el Barça es, con bastante diferencia, el equipo que menos puntos anota de la Euroliga, (anota, por ejemplo, 15 puntos por partido menos que el Real Madrid), aunque es la cuarta mejor defensa. En resumen, de 35 partidos oficiales que ha disputado el Barça esta temporada, ha perdido 15. Un 42% de derrotas no parece un buen inicio para un nuevo proyecto.

El balance debe continuar analizando a los artífices del mismo: los jugadores. Que el equipo haya perdido más de la mitad de los partidos que ha disputado fuera de casa no es casualidad, es un equipo al que le falta carácter, que no tiene líderes que se echen el equipo a la espalda cuando el balón quema, y es un pecado del que adolece el Barça en las últimas temporadas y que nadie parece poner remedio. Hubo muy mala suerte en los primeros dos meses de temporada, lesiones de larga duración (Lawal y Ribas), otras no tan largas pero sí relevantes (Navarro, Claver y Doellman) y hasta desafortunados sucesos como el accidente de tráfico de Koponen. Esas primeras semanas cualquier análisis del equipo llevaba un asterisco advirtiendo de esta circunstancia que lo mermaba notablemente. Pero la situación desde el inicio era de una plantilla descompensada, con un único base puro (Rice), al que se anunciaba, ayudarían en la dirección Pau Ribas y Koponen (sin ser ninguno de los dos base) y con carencias también en las posiciones de 3 y en el juego interior.

Mención aparte merece la incomprensible elección de los extracomunitarios, ya que ocupar las dos plazas permitidas con Joey Dorsey y Justin Doellman, dos jugadores que acababan contrato, suponen renunciar de salida a competir de tú a tú con los grandes de Europa. El pasaporte kosovar de Doellman para conseguir plaza de comunitario, documento que en España tiene la misma validez que el pasaporte de Melmac, nos ayudó a comprobar como en la directiva azulgrana tampoco están muy puestos en esa materia.

Así, el equipo inició el curso dependiendo única y exclusivamente de la inspiración de Tyrese Rice, que deslumbró en la Supercopa ante el Real Madrid, pero que con el paso de las semanas y los meses da la sensación de haber perdido la ilusión por liderar el proyecto, se le ve agotado mentalmente, seguramente porque eche en falta mayor colaboración de sus compañeros. Tras un inicio irregular, Ante Tomic volvió a ser el referente en la pintura del equipo culé, pese a no ser el típico pivot atlético que Bartzokas suele utilizar en sus esquemas, el griego comprobó que Tomic es imprescindible en este equipo. Pero Ante es lo que es, un excelente jugador, pero muy frío, cuya aportación fuera de casa queda a años luz de la que ofrece en el Palau, y eso lo nota mucho el equipo. El club decidió acompañarlo en la pintura con Dorsey, que el año pasado deslumbró en unos pocos partidos en su retorno al Palau antes de lesionarse, valiéndole esos pocos minutos para ganarse un contrato y acomodarse tanto que el club ya no sabe que hacer para quitárselo de encima.

En el puesto de cuatro, el kosovar Doellman ha bajado su rendimiento, para mí siempre fue un jugador de anotar muchos puntos en los primeros minutos para luego ir perdiendo peso durante el partido hasta difuminarse (el año pasado fue decisivo in extremis para ganar a Madrid y CSKA, lo sé) y desde luego no es el típico norteamericano que da el salto de calidad a una plantilla. Con el paso de las jornadas Vezenkov le está ganando terreno, el búlgaro es una de las pocas noticias positivas en lo que llevamos de curso aunque falta ese partido en que se eche el equipo a la espalda.

Continúan en la plantilla respecto a la pasada temporada, Stratos Perperoglu, jugador cumplidor y que siempre lo da todo en la pista, de los que no sobran en una plantilla. Brad Oleson, que empezó mejor que en las últimas temporadas pero cuyos mejores momentos ya hace mucho que pasaron y Juan Carlos Navarro, que a su edad y tras pasar por muchas lesiones, no tiene ya el peso en el equipo para tirar de él, pese a mantener intacta su calidad y poder ser decisivo en momentos puntuales.

Ahora hay que hablar de los fichajes, buena parte de las arcas del club se vaciaron este verano para traer a Víctor Claver, jugador siempre cuestionado, al que avalaba su buena temporada pasada con Bartzokas en Rusia. El valenciano promedia en ACB: 2 puntos, 3 rebotes y 1 asistencia por partido. Aporta defensa sí, pero 2 millones de euros no pueden tener este rendimiento. Koponen es un jugador que ha demostrado que puede ser importante, con buena mano desde la línea de tres, buena defensa, va poco a poco cogiendo el ritmo tras su accidentado inicio. Sobre Rice ya hemos comentado anteriormente que es el líder del equipo, un superclase, pero algo irregular y que parece ir apagándose con el paso de las semanas.

Ya iniciada la temporada llegó Jonathan Holmes con un contrato de dos meses en plena plaga de lesiones. Tras un inicio esperanzador el chico se volvió a Cleveland sin haber entendido aún las reglas del baloncesto europeo y con la misma de cara de desconcierto con la que aterrizó en Barcelona. Después llegó Alex Renfroe, un base rápido, buen defensor, pero que no tiene nivel para ser jugador del Barça, y da la sensación de que él lo sabe y que juega acomplejado. Ahora acaba de llegar Vitor Faverani, jugador que tras volver de su aventura en la NBA ha bajado su rendimiento, y que no parece que vaya a cambiarle la cara al equipo, pese a poder ser un buen complemento en la pintura.

Con este panorama uno vuelve al origen, a ese nuevo proyecto que apostaba por dar oportunidades a la cantera, y se pregunta si Hakanson no hubiera dado mejor rendimiento que Renfroe, o Diagné que Dorsey o Faverani. Dos jugadores que ya pertenecían al club y que hubieran permitido hacer el desembolso en otras posiciones o en otros jugadores de mayor nivel.

En definitiva, ir al Palau Blaugrana o ponerse delante de la televisión a ver a este Barça de basket está siendo un suplicio. La sensación es que Bartzokas poco ha tenido que ver en la confección de la plantilla, puesto que no sigue los cánones de los equipos anteriores del griego, pero sí es culpable del pobre juego del equipo. En todo caso no cargaría sobre él el deambular del proyecto, pero miedo da pensar que Rodrigo de la Fuente y los directivos responsables del basket en la actualidad, van a confeccionar la plantilla para temporada 17/18.

De aquí al final de temporada nos queda esperar que en la Copa del Rey, Rice tenga tres días mágicos, y que en ACB el equipo pueda acabar segundo y soñar con una campanada en Madrid. En la Euroliga parece una quimera pensar que el equipo pueda llegar a los playoffs con el nivel que viene mostrando. Aunque visto lo visto queda algo positivo, a peor no se puede ir, ¿no?