La carta de navegación de Fran Escribá
La llegada de Escribá a Villarreal fue inesperada con una concatenación de acontecimientos que desembocaron en la destitución y despido de Marcelino García Toral en agosto, a poco más de cinco días de enfrentarse el Submarino Amarillo al Mónaco en la eliminatoria previa de Champions League que había emparejado a amarillos con monegascos por una plaza en la máxima competición europea de clubes. Cuando arrancaba la que iba ser a la cuarta campaña (y media) del asturiano a los mandos de la nave villarrealense llegó un momento que podría haber acontecido meses después. Nunca lo sabremos.
La simbiosis técnico, dirigentes, plantilla se estaba resquebrajando: desencuentros en el “timing” respecto a la llegada de los nuevos fichajes, tardía para Marcelino si se quería afrontar con garantías el doble duelo europeo; reproches entre técnico y algunos de los pesos pesados del vestuario por la permanente exigencia en el día a día; lesiones de piezas claves… En resumen, un conjunto de detalles que provocaron que el amor concluyera en divorcio.
En el fútbol actual, la línea de la cultura del esfuerzo que promueven entrenadores como Marcelino provoca que cuatro años en el cargo provocasen un cierto estrés y desgaste en el vestuario, pero también en el seno del propio club. Su despedida se certificó con una triste escenificación final, explicada entre nebulosas dudas sobre las verdaderas razones del adiós por ambas partes y que dejó un sabor agridulce entre aficionados, entorno y medios de comunicación.
Escribá no tuvo tiempo para hacer suyo un equipo en construcción con un técnico ideal para este perfil de plantillas como lo era Marcelino. No pasó la prueba de Monáco, pero con la recuperación de algunos de los ausentes en dicho enfrentamiento, poco a poco fue trabajando para intentar recuperar a un conjunto que parecía haber perdido su carta de navegación. El técnico valenciano, por el momento, ha aprovechado el legado del asturiano para, con el paso de los meses, poder convencer a sus futbolistas de que su idea de juego puede unirse a la que ya poseían anteriormente.
Sin embargo, este proceso no es tan rápido como desearía el valenciano ni como ciertos analistas, periodistas y aficionados creen ver. Eso sí, hay distintos aspectos que nos permite hablar de que el ex preparador del Elche y Getafe tiene clara su hoja de ruta. Por una parte, en fase defensiva mantiene conceptos de Marcelino: repliegue intensivo en tres cuartos con la línea defensiva y la de medio campo muy juntas alternando momentos de presión alta en área rival; contar con el bloque defensivo de los últimos cuatro años le permite una solvencia y un conocimiento de los jugadores que les convierte en un bloque sólido. De ahí, que sea el equipo menos goleado de la categoría, con un Asenjo en, tal vez, uno de sus mejores momentos como profesional, a pesar del grueso error el pasado miércoles en la ida del enfrentamiento de octavos de final de la Copa del Rey; así como mantener la disposición 4-4-2, en ocasiones con variantes, un despliegue que ya va siendo una nota identificativa de cómo quiere plasmarse su juego sobre el césped.
Las novedades se presentan en la fase ofensiva: mientras para Marcelino el espacio era su principal aliado a la hora de la construcción, Escribá pretende que el balón sea una herramienta a añadir y que ayude a superar a rivales que plantean dificultades para superarles en el juego en estático (posicional).
Y es que, el juego ante conjuntos, aparentemente inferiores, ha distado mucho de ser el que se ha visto contra los que se presentan como cocos por su dificultad en manejar este registro: superar a rivales. De igual modo que, como le sucedía a Marcelino, el Submarino navega con mayor regularidad en casa que cuando juega a domicilio donde muestra una cara conservadora, poco atrevida para todo el potencial del que dispone.
El ahora técnico amarillo quiere que el equipo fabrique por dentro para, desde fuera, de nuevo finalizar en gol sus acciones atacantes por dentro. De ahí que la amplitud y profundidad la ofrecen los laterales Mario y Jaume Costa, doblando por fuera (con Marcelino, Mario, habitualmente, lo hacía como interior). Mientras los centrocampistas de banda ejercían de extremos fijando y abriendo el campo durante los últimos años, en el actual Villarreal se asocian por dentro con los dos medios centros. Por eso, cuando ataca en estático, el Submarino Amarillo se despliega en un 1-4-2-2-2.
Este matiz propicia que, en más de una ocasión, los rivales se hayan encontrado que, si el equipo amarillo no finaliza con éxito una acción ofensiva, puedan plantarse con superioridad numérica y, cierta facilidad, en el área de Asenjo. Con los laterales arriba y los interiores y medios centros cerca del área rival se crea un vacío que deja a los centrales en desventaja si un rival sabe jugar en campo abierto.
Si a la suma de la llegada de un nuevo técnico se le añade la nómina de caras nuevas, hasta un total de 10, mayoritariamente con escasa experiencia en la Liga española, existían sospechas de si el proyecto solventaría el año con la meta de repetir un año más en la zona europea y, además, combinarlo con la Copa y la disputa de la Europa League. Por ahora, lo está logrando gracias a un buen inicio liguero, su solidez como local (una derrota esta campaña y 4 en todo el año 2016), su contundencia en las áreas y la serenidad que transmite Escribá a los suyos.
Ante el FC Barcelona, el técnico valenciano puede que realice algún cambio (uno por línea, como máximo) respecto al equipo que presentó en la ida copera en San Sebastián, del mismo modo que no es descartable que varíe el dibujo. Esta campaña dos jugadores que ya estaban en la plantilla han dado un paso adelante más que importante y, tal vez, en su carrera: Manu Trigueros y Samu Castillejo.
Por otro lado, los fichajes de Sansone, Roberto Soriano y Pato se van asentando semana a semana. A los tres les falta continuidad en cuanto a rendimiento que impacte en el colectivo, pero su calidad, condiciones técnicas y cómo han caído, invitan al optimismo, especialmente, en el caso de los futbolistas procedentes del Calcio. Más dudas genera el ex del Milan y Chelsea que, hasta la fecha, ha rendido con demasiada intermitencia teniendo en cuenta que su llegada es una apuesta del club para que se reivindique.
Del mismo modo que el papel del joven Rodri quien, tras Cazorla y Bruno, apunta a ser el jugador de la cantera que, si se le sabe conducir, apunta a futbolista de una trayectoria que trascienda al propio Villarreal. Su presencia física es impactante, aunque su mayor tesoro es la inteligencia que demuestra en el conocimiento del juego, en el posicionamiento y en la toma de decisiones más propias de un veterano que de un debutante.
Desde este espacio, apunto a que Escribá el domingo ante los culé presentará un equipo con disposición ya comentada en 1-4-4-2 que bien pudiera ser el formado por Asenjo; Mario, Musacchio, Víctor Ruiz, Jaume Costa; Bruno, Trigueros, Jonathan Dos Santos, Roberto Soriano; Pato y Sansone. No obstante, la presencia de Samu Castillejo de inicio, bien por Pato o por Soriano, no es descartable, como tampoco que Escribá varíe la disposición de sus piezas y pueda presentar una variante 1-4-1-4-1. El duro test ante el FC Barcelona servirá para comprobar si la carta de navegación del preparador valenciano sigue el camino que pretende el ex del Getafe. De momento, las victorias le conceden tiempo para que pueda acabar de dibujarse.