En la ida de las semifinales de Copa, los onces tanto de Lucho como de Simeone fueron los esperados. Los culés, con la baja de su intendencia -Busquets e Iniesta- presentaron un centro del campo buscando solidez defensiva amparados en la línea de cuatro que obliga a Neymar a trabajar hacia atrás y fiándolo todo a la gestión de los espacios por parte de la MSN. El Cholo, por su parte, ubicó a Juanfran en el interior derecho como escudero de Vrsaljko como respuesta al daño que suele ejercer el brasileño por ese costado, dejando a Carrasco y Griezmann como dos referencias móviles arriba, capaces de ser los iniciadores de la presión alta en salida de balón culé. Con estas propuestas sobre el papel, daba la sensación que la especulación, minimización de errores y fiar todo al partido de vuelta sería el guión del encuentro. Pero no fue así. Los 90 minutos se convirtieron en algo parecido a una lucha entre caballeros medievales, con un pacto firmado y respetado por los dos equipos: usted me ataca durante 45 minutos y yo lo hago en los siguientes. Y claro, el resultado final fue debido a la capacidad de daño que tienen las armas de ambos contendientes.

El Atleti partió desde la agresividad y la valentía. Apabullar al Barça desde el minuto cero ha sido relativamente rentable para los del Cholo en los recurrentes enfrentamientos de estas últimas temporadas. Este Barça siempre inicia con calma y precisa de unos minutos para aumentar revoluciones y navegar a velocidad crucero. Pero lo de los rojiblancos no funcionaba. Básicamente porque Gabi, Koke y Saúl no ajustaban bien las líneas diagonales culés. Sin hacer nada del otro mundo, el Barça encontraba un compañero en zona libre que conectaba con la MSN. El objetivo primario de Lucho se convertía en algo sencillo, con el añadido de disponer de metros frente a los centrales colchoneros.

Defensivamente el Barça se sentía cómodo. Más allá de algunos errores conceptuales de André en controles orientados y un par de inferioridades por ambas bandas, los ataques del Atleti eran demasiado frontales y aéreos, permitiendo a Masche y Umtiti defender de cara, sin exposición alguna. Sí es cierto que la línea defensiva estaba algo más aculada de lo habitual en ocasiones, pero no suponía riesgo alguno por inoperancia madrileña.

Fue Luis Suárez quien en jugada nazariana con finalización baixinha adelantó a los azulgranas. Enésima recuperación de Masche en sus 45 minutos de MC defensivo top que le llega al charrúa en medio campo. Conducción y autopase a campo abierto dejando rivales clavados y gol. El Barça se avanzaba y validaba su apuesta.

Leo, con un zapatazo violentísimo de empeine desde una zona donde no suele hacerlo subía el segundo al luminoso. Quedaba un cuarto de hora y la zozobra colchonera junto a la comodidad culé acercaban el poder finiquitar la eliminatoria antes del descanso.

El segundo tiempo empezó con los papeles cambiados. El Atleti arriesgó en la presión, en la agresividad, en el ritmo endiablado, y el Barça pecó de exceso de confianza tanto por el marcador como por lo sucedido en el primer acto. ¿Y qué fue lo que ocurrió? Pues que el Atleti sí ajustó su uno contra uno y el centro del campo concedió el espacio a su espalda, no por delante ni en los costados. Sigue siendo un riesgo, claro, pero el aprovechamiento de esa zona requiere de lanzadores, de una conexión con la MSN, cosa que el Barça hasta el 70 no encontró.

A través del desborde lateral -sobrecargando esas zonas-, centros laterales y dominio de la segunda jugada, el Barça se rompió. Las dos líneas de cuatro se achataron y vivieron continuamente al borde del área. Si se despejaba, los rojiblancos recuperaban y vuelta al lío. El Barça no tenía un respiro, ni físico ni psicológico, no se podía organizar defensivamente, recuperar posiciones de inicio de defensa posicional.

Fue en jugada ensayada a balón parado como el Atleti recortó distancias gracias a la conexión Godín-Griezmann. La chispa que requería para reforzar la apuesta y hacer dudar a los blaugranas. Ante esta situación, ¿qué respuesta puede tener el Barça? Todos -o casi todos- demandamos el control, la posesión del balón, algo que hemos vivido y sabemos que es la medicina ideal. Y tras reflexionar la noche pasada, creo que por ahí vinieron los dos cambios de Lucho. La entrada de Denis por Rakitic y la posterior de Rafinha por André buscaban, en cierta manera, eso. Dos jugadores que están más capacitados en la gestión del balón, en la asociación. Claro, no son especialistas ni han demostrado ser capaces de domar un partido -no pensemos en Xavi o Iniesta-, pero por características su encaje es más natural si pretendes eso.

Volvamos al meollo de la cuestión. ¿Cómo puede controlar este Barça un partido? En mi opinión, nunca será a través del balón, con posesiones largas, con encadenados de pases. Y no lo será porque ni el técnico lo pretende ni dispone de piezas para ello. El «control» de este Barça pasa por la amenaza de la MSN. Esa amenaza permite al equipo respirar defensivamente y ordenarse, porque el 1-4-4-2 de las últimas semanas empieza a ser algo sobre lo que poder construir. Esa amenaza hace sufrir a la defensa contraria. Esa amenaza hace dudar al rival en el paso adelante, en volcarse en área rival. Y fue lo que ocurrió a partir del 70 de partido.

Me diréis que ese «control» es relativo, puesto que el Atleti continuó llegando con claridad. Cierto, porque este»control» no es sometimiento del rival puesto que no hay herramientas para ello, sino la capacidad de amenaza y el gol, que pudo llevar en varias ocasiones culés y dejar la eliminatoria mucho más favorable. La actividad de la MSN es casi todo en el plano ofensivo, no descubro nada, pero también es buena parte de la capacidad defensiva del equipo, porque este no está diseñado para ello. El desahogo que produce una conducción de Leo, una recepción en banda de Suárez o una carrera pegado a la cal de Ney debe ser el reset de cada tramo defensivo culé, para volver a montar la estructura y avanzar líneas.

El 1-2 final es un gran resultado, no nos engañemos. Las sensaciones ya son otra cosa, algo parecido a una montaña rusa. Si nos fiamos de la primera parte, hechuras de equipo aspirante a todo. Si es de la segunda, nos tocará sufrir con cualquiera. Ya estamos en febrero, el primer mes decisivo de las competiciones. Veremos hacía donde navega la nave.

LAS NOTAS

Cillessen (6): Primera parte con poco trabajo y ejerciendo de lanzador de contras. En la segunda exigido pero desprendiendo poca seguridad.

Sergi Roberto (5): En los segundos 45 minutos se le vio sobrepasado.

Piqué (7): Sigue siendo el seguro defensivo. Con la línea tan retrasada, su influencia en otras zonas del campo -ayuda al MC o al lateral- se reduce y el equipo se resiente.

Umtiti (7): Sigue cometiendo errores pero se sobrepone a ellos con carácter.

Alba (7): Durante algunos tramos fue superado en su banda. Atentísimo a las coberturas y ayudas.

Mascherano (6): Una primera parte de 10 y una segunda incapaz de contener el ataque rojiblanco. Sin estructura defensiva estable andaba perdido.

Rakitic (6): Con funciones muy definidas, ejerció bien de complemento.

André (6): Comete errores graves que pueden costar goles. Necesita tiempo para crecer.

Leo (8): 20 minutos de master class y 70 de jugador diferencial. Si le encuentran, todo puede pasar.

Suárez (7): Acción del gol para enmarcar. No pudo dominar la salida en largo como en otros partidos.

Neymar (7): Ay si se arreglara su idilio con el gol… Desequilibrante, veloz y comprometido defensivamente en su rol más sacrificado.

Denis (5): No encontró su lugar en el partido

Rafinha (7): Fue el único capaz de gestionar el balón y ser el nexo con los de arriba.