DESAFÍO DE PERSONALIDAD
La visita al Camp Nou es la siguiente estación para un Celta inmerso en el mayor ajetreo competitivo de su historia reciente. El compromiso del próximo sábado ha quedado ubicado entre dos duelos de máxima prioridad: frente al Espanyol por seguir al acecho de los puestos que dan acceso a Europa y ante el Krasnodar por prolongar el sueño en la competición continental. No rotará Berizzo pensando en reservar efectivos para la Europa League, pero sí dará descanso a los fatigados por el esfuerzo liguero.
En esta situación es difícil pronosticar una alineación visitante, pero se puede imaginar una mezcla de titulares y suplentes habituales en la espera de alguna pista en la rueda de prensa previa.
Mucho ha cambiado el Celta desde el año pasado, pues las bajas de sus dos jugadores-sistema han derrumbado su versión protagonista de los encuentros. Tampoco debería tener esto gran incidencia en el partido que nos concierne, ya que a priori los vigueses activarán su plan B, el más reactivo, el de presión alta y transiciones fulgurantes. Sin embargo, también es cierto que el descansar menos mediante la posesión y verticalizar el juego ha influido en la presión rebajando su calidad. El equipo desiste y cambia a repliegue con más facilidad, pero la defensa de la zona, pese a que ha ganado algo en consistencia, sigue siendo débil. Sin apenas capacidad de robo y sin la iniciativa del marcaje individual para forzar errores, se sostiene a duras penas por una defensa del área más sólida.
Para mejorar las prestaciones con el balón, el Toto sigue devanándose los sesos y sus últimas ideas van enfocadas a situar a Aspas centrado en tres cuartos y acompañarlo de la mejor manera posible para convertirlo en el caudal de juego del equipo. No obstante, es probable que actúe de punta en esta ocasión debido al mimo con el que se estudia siempre la condición física de John Guidetti. Las bandas estarían ocupadas en condiciones normales por hombres veloces y de retorno defensivo como podrían ser Daniel Wass y Théo Bongonda. En mediocampo la gran novedad es Jozabed, que ha aterrizado con el pie derecho y demanda más protagonismo. Atrás, el portero será, si se recupera de unas molestias, un Rubén Blanco que se ha ido asentando en Primera; los centrales son de un nivel parejo -Fontàs es el más diferente en cuanto a perfil- y el salto más notable se produce entre Hugo Mallo y Jonny, pletóricos, y los cumplidores Roncaglia y Planas.
Este Celta más débil, más limitado que el de los últimos dos años, que estamos dibujando está firmando en cambio una temporada sobresaliente. Los de Berizzo se han quedado a las puertas de la final de la Copa del Rey, están cerca del objetivo en Liga y siguen vivos en Europa. Y no es casualidad. En contraste con lo que estamos diciendo, donde sí ha dado un salto importante la plantilla es en personalidad. Marcelo Díaz –en un momento de forma muy bajo– y Hugo Mallo sostuvieron al equipo ante el Real Madrid en Copa e Iago Aspas asumió con grandeza el desafío de obrar la proeza en Ucrania hace una semana. Este sábado saltará al césped un equipo con carencias futbolísticas acusadas, probablemente con ausencias de renombre, pero también con capacidad competitiva y armas para poner aprietos a cualquiera. Bien se sabe en Barcelona.