Una vuelta se ha cumplido desde la visita del Barcelona a Pamplona y poco o muy poco han cambiado las cosas en el equipo rojillo. Osasuna ha seguido confirmándose como el peor equipo de Primera División de los últimos años y esta misma jornada podría certificar su descenso matemático si cae en el Camp Nou y el Leganés gana a Las Palmas. En la previa del partido de ida ya apuntábamos que a Osasuna le llegó el ascenso demasiado pronto y que no estaba preparado para afrontar esta temporada en Primera, cosa que se ha confirmado desde el debut.

En aquel 0-3 en El Sadar Joaquín Caparrós dirigía a Osasuna, el segundo entrenador que pasaba por el banquillo rojillo tras la destitución de Enrique Martín Monreal, pero el de Utrera pasó sin pena ni gloria por el club debido a que no mejoró en nada a su antecesor y posiblemente por su falta de sintonía con la dirección, que lleva tiempo pensando más en el nuevo proyecto en Segunda que en lo que queda en Primera, algo que Caparrós no compartía. De ahí el nuevo entrenador, Petar Vasiljevic, hombre de confianza de la junta y que hasta entonces ocupaba el puesto de director deportivo.

Con el serbio en el banquillo Osasuna vivió sus días más esperanzadores. Empate in extremis ante el Valencia en casa (3-3), reparto de puntos en la vital visita a Granada (1-1), derrota por la mínima ante el Sevilla (3-4), decepcionante empate en casa ante el Málaga (1-1) y derrotas en Anoeta (3-2) y ante el Real Madrid en El Sadar. (1-3). Seis partidos donde la afición pamplonica reconoció por fin a su equipo gracias a intensidad, descaro y verticalidad, lo que le valió para anotar 11 goles en esos 450 minutos, pero traducidos en puntos el bagaje fue de 3 de 18. Los resultados fueron poco agradecidos con Osasuna, que además se topó con la mala suerte de varios errores arbitrales en Granada y ante el Sevilla que quizá le impidieron agarrarse al tren de la salvación.

Entonces el equipo se desenganchó y se volvió a ver la peor versión de los rojillos. Osasuna, que no tiene ningún nivel defensivo, conseguía sobrevivir a sus errores atrás viviendo permanentemente al límite y siendo efectivos en ataque, pero cuando la inspiración se redujo la zaga volvió a ser un coladero. El italiano Sirigu ha mejorado por mucho a Nauzet y Mario Fernández, pero tampoco explica cómo es posible que hasta hace no tanto defendiera la portería del PSG y siga yendo con su selección.

Por si fueran pocos los problemas en defensa las lesiones han hecho acto de presencia y han obligado a Vasiljevic a tomar decisiones, alternando dibujo y nombres. Aitor Buñuel parece asentarse en el lateral diestro, estupenda noticia pensando en el futuro. En el otro lado el serbio se ha encontrado con una disyuntiva, apostar por una mayor estabilidad con Fuentes u optar por Clerc, que ha sido uno de los pocos argumentos en ataque, pero una debilidad manifiesta en campo propio. Más incógnitas si cabe en el centro de la zaga, donde Osasuna tiene las bajas de Miguel Flaño, Unai García y es duda David García. Llegue o no el navarro Vasiljevic ha de hacer malabarismos para formar la defensa, ya sea de tres centrales o dos. Oier Sanjurjo, que ha jugado en casi todas las posiciones a lo largo de su carrera, parece fijo en el centro de la zaga, mientras que un lateral como Fuentes podría acompañarle si no llega a tiempo David García. Es decir, Osasuna se plantará en el Camp Nou con uno o ninguno central puro. La otra opción es el joven Steven, que debutó ante el Sporting por la lesión de Vujadinovic.

Como Osasuna no tiene ni calidad individual ni colectiva en defensa es un equipo indefinido, que no puede ni defender en área propia ni lejos de allí. Sirigu ha ayudado a transmitir algo de tranquilidad en la defensa posicional, pero en diciembre se quedó sin el central más apto para la misma, el capitán Miguel Flaño, así que el equipo se queda a medio camino entre defenderse en pocos metros y salir más arriba, donde concede unas facilidades exageradas. Haga lo que haga es caminar sobre el alambre.

En función del dibujo en defensa Vasiljevic dispondrá un centro del campo u otro. Con defensa de cuatro ha optado normalmente por colocar dos alas para darle amplitud al equipo, priorizando la verticalidad sobre cualquier otra cosa, pero en un escenario como el Camp Nou dejar a Fausto Tienza y Causic solos en la parcela ancha suena a arriesgado. Por otra parte, Osasuna no tiene mecanismos para llevar el balón a sus atacantes más allá de balones largos o salidas rápidas por banda, por lo que Jaime Romero (si llega a la cita) y Álex Berenguer (el Athletic le sigue la pista) se plantean como opciones para atacar por los lados. El hombre comodín en la parcela ancha es Roberto Torres, que puede partir desde banda o desde el interior, pero en cualquier caso es el principal lanzador del equipo y del que nacen las acciones de mayor peligro. En la primera vuelta Fran Mérida apenas contaba para Martín y Caparrós, pero con Vasiljevic ha vuelto a contar con minutos y se espera de él que sea uno de los jugadores importantes del nuevo proyecto en Segunda, donde ya destacó en Huesca.

El que tampoco podrá pisar el Camp Nou es Raoul Loé, que volvió a Osasuna en enero para intentar tapar el agujero que ha sido el puesto de mediocentro. El club navarro tuvo la mala suerte de la lesión de Didier Digard, que cuando pareció ser la solución para esa posición se topó con la desgracia en San Mamés. Así pues, los rojillos tienen problemas en los laterales, dudas en el centro de la defensa y muy poco nivel por delante de la misma, lo cual explica el frecuente refugio en los tres centrales y también los 75 goles encajados.

Desde que jugadores como Milosevic, Soldado o Pandiani abandonaron Osasuna el cuadro navarro llevaba buscando un delantero que le garantizara goles, pero no acertaron y esta debilidad acabó pasando factura con el final descenso a Segunda. Entonces solía ser un equipo compacto al que le faltaba pegada, pero ahora es todo lo contrario., es un conjunto con enormes debilidades colectivas e individuales en todas las líneas menos en la delantera, donde cuenta con una de las sensaciones del campeonato pese a lo poquísimo que le da su equipo. Sergio León lleva 10 goles en 2071 minutos, un tanto por cada 207, lo que desde fuera podría ser una cifra aceptable pero que hablando de este Osasuna es una proeza. Desde dentro parece increíble que no pocas veces el ex del Elche haya partido desde el banquillo, pero desde fuera todavía más. Hay quien le ha acusado de pensar más en él mismo y su futuro que en el equipo, pero visto lo visto nada se le puede reprochar. Ya en el partido de ida realizo un encuentro admirable peleándose con toda la zaga culé, y este partido será todavía más difícil para él. Hace unos días se dio a conocer una cláusula según la cual si un equipo paga 2.5 millones antes del 20 de julio se hará con los servicios del jugador andaluz, por lo que si su salida ya era segura con esta cifra de por medio ya no quedan dudas. El partido del Camp Nou será su último gran escaparate de cara a una subasta en la que parece partir con ventaja el Betis.

A su lado siempre suele actuar otro delantero, pero debido a las ausencias por lesión de Riviere y Oriol Riera la cuestión se le simplifica a Vasiljevic. Kenan Kodro debería ser de la partida en el estadio en el que no pudo triunfar su padre, y lo hará con la complicada misión de desfondarse para que Sergio León pueda tener su oportunidad. El bosnio se encuentra en un buen estado de forma, consolidado en el XI osasunista y haciendo méritos para volver a ser uno de los referentes de los rojillos en el nuevo asalto a Primera. Un jugador que se mueve bien, que utiliza con inteligencia su cuerpo y que está viendo puerta pese a no ser un gran goleador.

Mentalmente Osasuna ha pasado de ser un equipo destruido y desesperado a ser un equipo semiliberado al que sólo se le pide terminar la temporada de manera digna y dejar un poso importante de cara al nuevo proyecto. Que jugadores como David García, Buñuel, Imanol García, Fran Mérida, Causic, Berenguer, Jaime Romero o Kodro sumen minutos de calidad en el equipo para que se adelante trabajo para la próxima temporada. Siempre se dice en las visitas a los grandes equipos que hay poco que perder y mucho que ganar, pero Osasuna no está en disposición de ganar casi nada en el feudo culé. Esta experiencia en Primera ha servido más para sufrir que disfrutar, más para sanear algo su delicadísima situación económica que para competir. Pero bien harían estos jugadores en disfrutar de estos 90 minutos en un escenario inigualable, porque cuando acaben es posible que ya sean plenamente conscientes de que el Camp Nou, el Bernabéu y el Calderón se han acabado. Por el momento.