El 18 de mayo de 1996, a dos jornadas del final de Liga, Johan Cruyff fue cesado como entrenador del FC Barcelona, dándose fin a su etapa tanto en la entidad como en los banquillos. Con su salida, el Dream Team, prácticamente extinguido dos años antes, sería imposible de recomponer.

El final empezó allí. La marcha de Zubizarreta, Goicoetxea, Laudrup y Salinas en el verano del 94 se llevó consigo los títulos y el buen juego. La llegada de sustitutos erróneos y el despido posterior de Cruyff, finiquitaron el fabuloso equipo.

En aquel mercado estival de 1994, Johan Cruyff pidió jugadores con hambre y coraje y Josep Lluis Núñez decidió atender sus peticiones con austeridad. A primera vista, la mayoría de las incorporaciones que finalmente se consiguieron no daban el nivel exigible para un relevo generacional, y así se acabó demostrando. Tras la insistencia del técnico en Rui Costa y por el alto precio de este, el rumano Hagi acabo siendo el fichaje de relumbrón, el sustituto de Laudrup aunque solo tuviese un año menos. Nada funcionó. Con el fracaso, la 94/95 esperaba ser una temporada bisagra. Pero finalmente fue decadencia.

El curso siguiente el equipo mejoró con la explosión de «la Quinta del Mini» en figuras como De la Peña, Celades o Roger y el arribo de futbolistas como Popescu, Figo o Kodro. Lo cierto es que muchas de las primeras opciones europeas demandadas por Cruyff se descartaron por su valor de mercado. Con Rui Costa ya en la Fiorentina, la principal petición fue Zidane, pero acabó llegando Prosinecki al no tener que pagarse por él traspaso alguno. El plantel todavía no se adecuaba a la filosofía de Johan, pero Abelardo, Popescu, Figo, De la Peña, o un Guardiola líder dejaron claro que la 95/96 se trataba de un paso acertado hacia la reestructuración. Por momentos el Barça pareció renacer, y hasta el final disputó el título liguero y la Copa del Rey al compacto Atlético de Madrid de Radomir Antic.

Pero Nuñez no lo vio así. El presidente se cansó de Cruyff y dos años en blanco le pareció mucho tiempo para formar otra plantilla comparable a la mejor de la historia barcelonista. En contra de la opinión popular, decidió rescindir el contrato de su entrenador.

A su marcha, Johan había conseguido que se cerraran las peticiones de Blanc, Luís Enrique y Pizzi, únicas solicitudes con la carta de libertad bajo el brazo, que serían imprescindibles en el exitoso año de Robson. La satisfacción del resto de deseos, jugadores con contrato en vigor como Zidane, Ginola o Giggs, seguía estando en el aire.

Todo acabó ahí, y solo queda preguntarse qué hubiera sido de Cruyff y el Barça si los futbolistas soñados por el Flaco para renovarse durante aquellos años 1995 y 1996, hubiesen acabado formando lo que nunca pudo ser «el nuevo Dream Team«.

Zinedine Zidane

«En España hay dos equipos en los que todo futbolista querría jugar: Real Madrid y Barcelona. Entre los dos, prefiero el Barcelona. Ahora juego en la Juventus, quizá en un futuro pueda hacerlo en el Camp Nou» (entrevista a Zidane en don Balón, año 1996).

Tras el desastre de la temporada anterior, para la 95/96 Johan dejó a un lado las arriesgadas apuestas por futbolistas locales y jóvenes como José Mari, Eskurza o Escaich y consiguió que Núñez accediera con algunas contrataciones a priori seguras. Se pretendió vender a un Hagi que acabó lesionado y entraba en la treintena, y no se renovó a Koeman y Korneiev. Las salidas Eusebio y Beguiristáin y la venta de Stoichkov, prácticamente los últimos reductos del equipo que inició la década, serían paliadas con el ascenso de Jordi Cruyff desde el Barça B y las altas de Cuellar, Kodro y Figo, quien pese a su juventud, ya era la estrella naciente de la exitosa Portugal juvenil.

Las vacantes extranjeras estaban prácticamente libres, y Johan Cruyff recordó el consejo de su amigo Luís Fernández sobre las virtudes de un joven futbolista llamado Zidane.

«Si durante años había intervenido deprisa y con éxito en el mercado de fichajes, en 1995 la dirección empezó, de repente, a refunfuñar. Por ejemplo, yo quería traerme de Burdeos al talentoso Zinedine Zidane, pero a ellos no les gustaba mucho y no se hizo ningún movimiento» (Johan Curyff14, la autobiografía).

Finalmente, la directiva no aprobó la contratación del astro galo y su plaza la ocupó Prosinecki, que tras disfrutar de su mejor temporada en la Liga sin problemas físicos, vistiendo la camiseta del Real Oviedo, aterrizó gratis desde el Real Madrid. Como Hagi, el croata volvería a lesionarse y a fracasar. Un año después Cruyff siguió insistiendo en el francés, y cuando parecía que las negociaciones llegarían a buen puerto, su marcha del club deshizo el acuerdo y Zidane acabó firmando con la Juventus.

«En enero del 96 ya tenía fichado a Zidane» (Johan Cruyff, para Sport).

Miroslav Djukic

«Quien juega con una frialdad escalofriante es Djukic (…) Desde mi punto de vista, los yugoslavos son una raza especial dentro del deporte de equipo. Tienen una mentalidad distinta, una técnica fina, suave; ven las cosas fáciles y las hacen más sencillas aún. Djukic tiene un poco de todo esto, lo que le convierte en un futbolista valiosísimo, máxime si tenemos en cuenta que el fútbol español es un fútbol que funciona a muchas vueltas por minuto» (Mis futbolistas y Yo, año 1993, Johan Cruyff).

Ronald Koeman acabó contrato con 31 años en verano de 1995 y no se ejerció su renovación, marchando al Feyenoord. Como pasase con Laudrup, para el mecanismo de Cruyff esto se traducía en un problema de proporciones bíblicas.

En quien primero pensó el Flaco fue en Miroslav Djukic, líbero al que admiraba desde su llegada a España. Pero en la presidencia del Deportivo estaba Lendoiro y, como la previa, para la de 1995/96 Núñez no parecía estar por la labor de derrochar dinero. Djukic se quedó en La Coruña y quien aterrizó en su lugar fue el internacional rumano Gica Popescu, de 28 años, que cumpliría de maravilla en el centro de la última defensa de Cruyff, a menudo compuesta por cuatro hombres, acompañando a Abelardo.

«Entre el adiós de Koeman y el fichaje de Popescu estuve muy cerca de ir al Barça. El interés por contratarme era fuerte, pero mi cláusula de 2.000 millones de pesetas, algo imposible de pagar por un defensa» (Djukic para don Balón, julio de 1995).

David Ginola

«Fui a escondidas a la casa de Cruyff y tuvimos una charla. Ya me imaginaba jugando en el Barça a las órdenes de mi ídolo de juventud. Rechacé todas la ofertas esperando al Barça. Finalmente no se hizo porque Hagi y Hristo no se vendieron«.

«Poco después me llamó Robson, me dijo que querían ficharme. Pero Keegan no me dejó salir del Newcastle, molesto por el reciente caso de Andy Cole»  (David Ginola, entrevista en Le Journal Du Dimanche, vía Sport).

Otro de los atacantes fruto de deseo del holandés fue el excelente David Ginola. El Barça lo había seguido en el PSG, donde la demoledora dupla con Weah sirvió para apear a los propios catalanes de la Copa de Europa 94/95 en cuartos de final. Ginola fue tanteado tanto en su último año parisino como en su etapa con las Urracas en la Premier, pero nuevamente, y en dos ocasiones, la economía barcelonista no pudo hacer frente a un jugador de su categoría.

Roberto Baggio

«Lo bonito es disfrutar y hacer disfrutar y, en este sentido, hay un jugador que cada día me gusta más. Se trata de Roberto Baggio, y este comentario no implica que pretendamos ficharlo para el Barcelona. Las cifras que se mueven en Italia son inaccesible para clubes españoles» (Mis futbolistas y Yo, año 1993, Johan Cruyff).

En 1995, la prensa italiana dio la noticia. Antes de cerrar la contratación de Meho Kodro, Núñez intentó frenar la renovación de un Baggio que acababa contrato con la Juventus. Le ofreció 300 millones de pesetas al delantero de 28 años. Pero finalmente las negociaciones no cuajaron, el Balón de Oro ´93 renovó y el bosnio llegó a la Ciudad Condal como máximo goleador de la Liga con 25 tantos. Con Cruyff jugó alejado del área, como habían hecho antes Stoichkov y Salinas en ocasiones, y no supo adaptarse al rol. Con solo 9 goles en su haber, abandonó la entidad un año después.

«Soy un admirador del juego espectacular del Barcelona. Hace años, cuando aún jugaba en la Fiorentina, se habló de que podía fichar por el Barcelona, pero al final todo quedó en simple rumor» (Roberto Baggio para don Balón, año 1994).