En ningún ámbito de la vida abundan las expresiones hechas tanto como en el fútbol. Esto no es una percepción sino una certeza de complejo rebatimiento; ¿quién no se las ha tirado de entendido en la barra del bar hablando del “doble pivote” o del “falso nueve”? Que tire la primera piedra el que no haya bramado ante la televisión porque su equipo “no bascula” sin tener ni pajolera idea de qué significa tan etéreo concepto.

A día de hoy, en el argot del futbolero, ya no digamos del culé, no hay expresión más en boga que “plantilla larga” o “plantilla corta”. Vale, muy bien. El Madrid lleva año y medio embalado porque maneja una “plantilla larga”; el Barça, lo mismo pero a la inversa. La conclusión resulta equívoca: la longitud de las plantillas importa un pimiento. ¿Cómo se mide un plantel? ¿Se trata de una cuestión meramente cuantitativa?

La pregunta no es cuánto sino qué. Huelga apuntar hay equipos de 13/14 jugadores útiles que vuelan -véase el primer Barça de Lucho- del mismo modo que planteles de 20 futbolistas no despegan -véase el último Barça de Lucho-. La validez de una plantilla no la marca el número de activos; la marca la calidad de los mismos. Aunque no está de más reseñar que la calidad -o la apariencia de estar en posesión de ella- viene muy determinada por el contexto. Ejemplo: Kanté, que en el Chelsea es el summum de los centrocampistas recuperadores, tomaría forma de tuercebotas si jugase en el Barcelona.

Estos tres párrafos perfilan el axioma de Cruyff: “plantilla corta, plantilla tensionada al máximo”. Johan, sabedor de lo complejo de mantener enchufados a dos docenas de tíos, lidió a lomos de su envidiable instinto con grupos reducidos de futbolistas a tenor de garantizar una implicación absoluta de todos ellos. Precisamente fue alejarse de esta doctrina lo que mató a un Luis Enrique tan afanado en gestionar un crisol de mediapuntas y laterales de medio pelo que acabó sumiendo al Barça en la indefinición, y lo que es peor, en la mediocridad.

Porque, no nos engañemos, el actual plantel del Barcelona está trufado de mediocres o, en su defecto, futbolistas que apuntan a serlo. Mediocres en lo que a nivel super élite se refiere, obvio. ¿Cómo puede ir Valverde por los campos de España con André Gomes, Arda Turan, Vermaelen, Digne o Aleix Vidal? No, el Barça no tiene ni una plantilla corta ni una plantilla larga: tiene una plantilla asquerosamente mundana. Exigua en lo que a nivel en todas sus líneas y ridícula si trazamos el inevitable paralelismo con la del Madrid -paradigma de plantel rico en número y en calidad-.

El Txingurri haría bien en buscar a sus 15; transitando el mismo sendero que su homólogo Zidane, siempre llegará más tarde que el francés. Su (ardua) labor es hallar un atajo. Capacidad le sobra para encontrarlo.