Freixa como paradigma de oposición
“No soy partidario de mociones de censura. Sí lo soy de elecciones y de que la gente se las tome en serio. Una lástima el resultado del 2015.” – Toni Freixa
Toni Freixa fue el único que no dimitió. Como paso previo a la convocatoria de elecciones en 2015, los directivos del FC Barcelona presentaron su dimisión, a excepción de Freixa, que ante la falta de comunicación por parte de Josep Maria Bartomeu decidió que fueran los propios estatutos los que dictaran su sentencia. Aunque el presidente blaugrana ya la había dictado un tiempo atrás. Meses antes de ese verano de 2015, las relaciones entre ambos se rompieron y a pesar de que Freixa siguió en el club, su responsabilidades fueron menguando hasta ser prácticamente nulas. Esa decisión del directivo que había pasado por las presidencias de Laporta, Rosell y Bartomeu no era orgullo, ni nada atribuible a lo irracional, sino que era la primera piedra para postularse como candidato a las elecciones que, semanas después, acabarían con él como cuchara de madera.
“Siento tanto amor por el club, que me presenté en 2015 avisando de todo esto.” – Toni Freixa
Después de la debacle de un Freixa que se presentaba consciente de que la victoria era inalcanzable, el ex directivo empezó su papel de opositor con un tono calmado, marcado por un “dejémosles trabajar” que poco a poco fue modificando a medida que los hechos se acumulaban en el Camp Nou. De un tiempo a esta parte, el seguidor blaugrana ha podido apreciar a un Toni Freixa que si bien jamás ha cruzado una línea en sus palabras en contra de la directiva, se ha mostrado crítico en cada cuestionable acción de Bartomeu y los suyos. Sin embargo, ya su tono en lo que se refiere al caso Neymar (el original, no el de su marcha al PSG) hace dudar de su figura. A día de hoy, con el club condenado por haber cometido dos delitos fiscales, Freixa insiste en qué no hubo delito fiscal a la hora de fichar al brasileño, y lamenta el pacto que Bartomeu y Rosell firmaron, con el único fin de quedar impunes y traspasar la culpabilidad al club, quien según el propio presidente “sí cometió dos delitos fiscales a diferencia de Rosell y yo”. Freixa critica el pacto y no entra en demasía en lo que al fichaje de Neymar se refiere. Cuesta entender que la mayor baza para un presidenciable a la hora de desacreditar a su inmediata competencia no salga a relucir en su discurso.
“Cuando empiece el proceso, hablaremos.” – Toni Freixa, sobre la moción de censura.
En las últimas dos temporadas, al debate anterior se le ha añadido el futbolístico, sobre el que Freixa insistió en campaña: “Mi modelo es el de La Masia”. Tomado como discurso principal, fue la forma con la que intentó desmarcarse de sus antiguos compañeros, haciendo entender al socio que Bartomeu no tenía la cantera como idea de club. Desde ese momento, y con especial énfasis en la última campaña de Luis Enrique, Freixa ha insistido tanto en la pérdida del peso de La Masia como en el alejamiento del juego de posición, el que Cruyff importó, aunque no pareció titubear cuando en 2010 accedió a retirarle la presidencia de honor junto al entonces presidente, Sandro Rosell. Pero a finales de la temporada pasada, Freixa inició un discurso que mantiene: “Ya habrá tiempo de…”. Si el “Winter is coming” es el lema de la Casa Stark, en la Casa Freixa su homónimo sería el “No es momento para esto”. Y si algunos todavía esperan que en algún momento se pronuncie con un discurso claro, coherente y sin tapujos sobre lo sucedido en los últimos dos años en el Barça, más allá de entrevistas comentando temas puntuales de actualidad, parece que con la moción de censura el lema a aplicar es el mismo: el silencio.
“¡Por supuesto que hay! Pleno respeto a los que lo hacen y a los que no. Y también a los que, como en mi caso, no quieren hacerlo público.” – Toni Freixa sobre si hay motivos para firmar la moción de censura de Benedito
En un momento en que el discurso puede quedar a un lado para dejar paso a los hechos, Toni Freixa ha decidido callar y no hacer nada. Claro está que a la otra parte de la oposición “activa”, Joan Laporta, tampoco le interesa que Benedito se corone como el hombre que echó a esta directiva, pero es consciente que para poder librar la batalla de unas nuevas elecciones, primero hace falta hacerlas realidad. Y aun con recelo, poco ruido y no mucha insistencia, Joan Laporta firmó la moción de censura. Es posible que, como dice, Freixa no esté de acuerdo con las mociones de censura (aunque no dudó a la hora de votar “sí” a la Acción de Responsabilidad Social), incluso que no encuentre motivos para echar a Bartomeu, pero parece que hacer pública su opinión no le conviene. Y si parece claro que decir que “no” a esa moción le alejaría de los socios que tienen claro que esta directiva no debe seguir, el “sí” difícilmente le restaría un voto ya de por sí residual. Parece, pues, que ir de frente contra sus ex compañeros de despacho no le sale a cuenta. Lo que muchos se preguntan es “¿por qué?”.
Y es que Freixa parece el ejemplo más claro, aunque también el que más condicionantes tiene a su alrededor. Pero no deja de ser evidente que la oposición en el FC Barcelona tiene más de política que de club de fútbol. Siempre ha sido así, pero cuesta entender que un potente grupo de presidenciables no sean capaces de unirse para tumbar a aquellos que han provocado que, a día de hoy, el Barça sea un club delincuente. Porque aquí cada uno hace su guerra, incluso Seguiment, que no tardó en declararse neutral en la moción de censura. Parece que algunos no ven tan mal la gestión que se está haciendo del club y que, como Freixa, se escudan en las elecciones de 2015. Cuando, por cierto, el Barça todavía no había sido sentenciado con más de cinco millones de multa por cometer dos delitos fiscales. No es que lo haga Bartomeu, que tiene derecho a decir que fue elegido por los socios, sino que parte de la oposición se dedica a repetirlo mientras que la otra parece que prefiere las cámaras y los micrófonos a realmente hacer algo por el bien del Barça.