Rafa Alcántara, “Rafinha”, ha desarrollado la mayor parte de su carrera deportiva en un extraño segundo plano. En sus inicios, pese al buen nivel mostrado en categorías inferiores, le tocó ser “el hermano de Thiago”. Como todo hermano pequeño de deportista de élite tuvo que crecer de la mano de la ya clásica frase: “Es mejor que su hermano” se comentaba en Can Barça, sobre todo a raíz de la peculiar salida del mayor rumbo al Bayern de Pep.

Cuando regresó de su cesión en Vigo, donde vimos, probablemente, la mejor versión del brasileño en la élite, Rafinha pareció condenado a ser el sustituto de Messi, puesto siempre complicado por los pocos minutos libres que deja el rosarino.

Quién iba imaginar que la etapa más negra del “12” llegaría, precisamente, en su mejor momento. Cuando parecía haberse adueñado de un puesto en la rotación del centro del campo, llegó la primera gran lesión; aquella entrada de  Radja Nainggolan le apartó seis meses de los terrenos de juego, pudiendo reaparecer, felizmente, en la final de Copa frente al Sevilla.

No muy diferente fue la tercera campaña como culé, donde, tras un inicio de temporada irregular, el cambio de sistema de Luis Enrique en su plan de remontada ante el PSG le abrió un hueco en la banda derecha que parecía quedarle como anillo al dedo. La desgracia volvió a cebarse con el menor de los Alcántara, que, tras disputar el histórico 6-1, se volvería a romper frente al Granada, lesión de la que, tras varias complicaciones, recibiría el alta médica el pasado lunes.

Alta que, al más puro estilo Rafinha, llegó sin hacer ruido, en un segundo plano, opacado por compartir enfermería con un Dembelé ansioso por llegar al clásico y un barcelonismo enfervorecido de ver en acción al fichaje más caro de su historia.

Ahora, es tarea de Rafinha abandonar, si las lesiones le respetan y Valverde lo considera, ese segundo plano. La pregunta es clara: ¿Puede sumar Rafinha en este Barça?

A su favor está que la adición de Rafa a la rotación del centro del campo supondría la inclusión de un interior diferente, con un punto de desequilibrio que, estando al 100%, puede ser muy útil para un equipo que parece quedarse algo corto en ese aspecto, más allá de la imaginación de Leo o las continuas apariciones de un Alba pletórico en este inicio de temporada.

En su contra juegan el gran papel de Paulinho durante su ausencia o la confianza depositada por Valverde en un André Gomes titular en partidos grandes como el del Wanda o San Mamés.

Actualmente, el puesto más acorde a las características de Rafinha puede ser el interior derecho que ocupa Rakitic, donde el croata se ve obligado a pegarse mucho a banda por ese 1-4-4-2 en el que se instala el equipo del Txingurri cuando no tiene el balón.

En este sentido, tenemos que volver a recurrir a la reaparición de Dembelé, ya que la vuelta del extremo francés puede suponer un cambio en la hoja de ruta de Valverde. De instalarse en el 1-4-3-3. Rafinha puede ser un “falso” extremo derecho que ayude al centro del campo, defendiendo la banda y liberando a un Rakitic que eleva su rendimiento cuando centra su posición. El debe de este esquema vuelve a ser la profundidad, ya que con Suárez escorado en la izquierda todo volverá a depender de la conexión Messi-Alba.

De cualquier manera, el Barça está de enhorabuena. A un día de un clásico vital para el desarrollo de la liga, los culés están cerca de incorporar dos nuevos argumentos a una plantilla necesitada de recursos. Los blaugranas, instalados en una seguridad defensiva notable y con mejoras en el juego en los últimos partidos, recibirán en enero sus particulares regalos de reyes para aspirar a todo en el tramo final de la temporada.

En manos de Valverde está aprovechar o no la versatilidad que le aporta sus nuevas fichas, para comprobar si, de una vez por todas, Rafinha abandona el segundo plano para ganarse definitivamente el corazón de todos los culés.