Este texto debía ser publicado ayer, 28 de diciembre, el Día de los Inocentes, pero mi compañero Pol Balletbò me lo cambió porque quería hacer algo especial para ese día que yo odio. “Adelante -le dije-, al fin y al cabo el Barça de basket es una inocentada perpetua desde hace años”. Este de Sito Alonso más si cabe, con otro episodio en Vitoria digno de análisis. El Barça ya ha pasado a una fase donde no se requiere un análisis táctico sino emocional, pues su estado de ánimo lo condiciona todo.

Otra vez los jugadores van a parecer peores de lo que en realidad son. Otra vez los grandes fichajes defraudan. Otra vez casi todo lo que podía salir mal sale mal. Otra vez se llega a enero con la sensación de que es una plantilla incompleta y de poco talento. Otra vez con el convencimiento de que el banquillo no lo ocupa el entrenador adecuado. Otra vez uno se sienta a ver un partido del Barça con el convencimiento casi total de que caerá otra derrota. Otra vez la misma película.

La defensa inexistente

Es absolutamente inadmisible la temporada realizada hasta ahora por el Barcelona Lassa, tanto a nivel de resultados como de sensaciones. De manera errónea se habló de Dr. Jekyll y Mr. Hyde al referirse a este Barça. Hay días en los que el rival ha estado más acertado y otras veces menos, días en los que los culés más inspirados o menos, pero el Barça sistemáticamente ha defendido mal, algo insostenible dada la configuración de esta plantilla. Los tres grandes partidos del Barça este año han sido ante Panathinaikos, Olympiacos y Maccabi en el Palau, en los cuales dejó al rival en 71, 51 y 67 puntos, respectivamente. No hay otro camino, a pesar de que en aquellos choques el rival puso mucho de su parte.

Nadie exigía al Barça ganar este año, ni siquiera llegar a la F4 de Belgrado, pero lo mínimo era ser un equipo competitivo que fuera creciendo hasta hacerse reconocible. Nada más lejos de la realidad, pues lo cierto es que el equipo involuciona cada semana que pasa encabezado por un Sito Alonso que parece haber perdido completamente los papeles. Lo ocurrido estas semanas dentro y fuera de la pista es de extrema gravedad, con síntomas inequívocos de equipo fracturado que no puede ir a ningún lado.

Claro que Koponen jugó mal en Madrid. Claro que hay jugadores que han bajado los brazos. Y claro que otros cuantos deben ser el ejemplo en el que fijarse. Pero tampoco es serio dejar fuera a Vezenkov para que Claver no juegue un solo minuto. O que se recurra al búlgaro cuando te juegas la vida ante Unicaja después de marginarle del equipo. ¿Tomic y Navarro eran ejemplos el viernes en Vitoria pero el miércoles no pisaron la pista ante Unicaja? La gestión de Sito Alonso dentro de la cancha era muy cuestionable, pero es que fuera de ella además está desbarrando sobremanera.

Preguntas sin respuesta

¿Cómo es posible que Seraphin, que en ataque está finísimo, defienda peor que Tomic? ¿Cómo es posible que el mejor defensor de Europa parezca un espejismo? Muchas preguntas que los culés se hacen conducen obligatoriamente al trabajo colectivo, del que es responsable Sito Alonso, que parece coger el atajo de la actitud para explicar algo que lleva sucediendo desde el principio. Ahora es normal que el equipo esté abatido, con la moral por los suelos y reforzando el mayor defecto de este equipo, que mentalmente es muy débil, a lo que está contribuyendo el entrenador.

Sito Alonso tiene una importantísima parte de responsabilidad por tener al equipo como lo tiene con una plantilla sanísima como la de este año, pero no es el único. La dirección deportiva ha de asumir que lo planificado ha fallado, sobre todo en el juego exterior. Apostaron todo a un jugador bipolar como Heurtel, un experimento como Pressey, a que Koponen resucitara de su letargo, a que Ribas jugara bien de manera continuada, que Navarro sumara en momentos concretos y que Hanga como “2” rindiera junto a Sanders. Pues bien, curiosamente el mayor atino ha sido el rol de Navarro.

Porque Heurtel es lo que ya conocíamos, capaz de lo mejor y lo peor, dando los mejores y los peores minutos de la temporada y nulo en defensa, perfil que no es sostenible para tu base titular. A Pressey cero reproches, pero se confirma que no da el nivel. Koponen parece perdido para la causa sin saber muy bien por qué. Ribas es admirable pero nunca ha sido el “2” titular de un equipo élite, y en este punto de su carrera menos. Y Hanga, al que muchos exigen por su sueldo que sea lo que no es, es alero, no escolta, y cuando el Barça se parezca más al húngaro que a Sanders mejor le irá a los culés.

Nacho Rodríguez ha de asumir que ha fallado y tomar medidas al respecto, siendo una situación más favorable que la de hace un año, cuando por no haber no había ni plantilla sana. Este año sí hay margen de maniobra, al menos en España. La actual Euroliga no permite fallos de planificación y por eso el Barça está prácticamente fuera ya, pero en ACB la temporada es larga. Si se acierta con uno o dos fichajes exteriores el equipo debería competir ACB y Copa. Porque además los rivales este año ayudan, con Real Madrid y Valencia lastradísimos físicamente y un Baskonia todavía no excesivamente creíble.

¿Fichajes?

De acudir al mercado lo ideal sería una contratación tipo Mike James, es decir, un jugador de nivel que pueda tener recorrido en el club, más allá de que no parece el perfil ideal que se busca ahí. Ese tipo de fichaje ahora es francamente difícil. Los parches rara vez salen bien, y el Barça lo sabe perfectamente, que por cada Alan Anderson u Oleson ha visto desfilar a dos Faverani, Bourousis, Ed Cota, Neal, Holmes o Munford.

Da la casualidad de que en el peor momento de la temporada el Barça viaja a Moscú para enfrentar al Khimki de Bartzokas, un encuentro con morbo porque nadie esperaba que este Barça se reencontrara con el griego en peores circunstancias que el año pasado, cuando parecía tocar fondo. Pero este club cada año se reinventa y excava un poquito más. Muchos defenderán al técnico heleno diciendo que no era el culpable, y no les faltará razón. Tampoco lo era Xavi Pascual, pero la pregunta que hay que hacerse no era quién era el culpable, sino si ellos tenían las soluciones. Yo creo que no, pero en el caso de Sito Alonso sí pienso que tiene mucha más culpa que los dos anteriores y menos soluciones todavía.

Hace un año mirabas la plantilla y sí tenía pinta de equipo envejecido y moribundo, donde se podían rescatar dos o tres piezas, a lo sumo. Este año ves el roster y hay mucho más valor, con debilidades mucho más concretas y localizadas. De no cortar esta tendencia del equipo se corre el peligro de devaluar una plantilla muy aprovechable ahora y mañana. Uno se imagina un equipo el año que viene con Heurtel, Ribas, Sanders, Hanga, Moerman, Claver, Oriola y Seraphin, jugadores que a nivel individual sí están rindiendo. Falta transformar todo esto en algo colectivo y continuado, fichar dos o tres titulares el verano próximo y defender. Lo segundo es complicado, pero es obligatorio acabar lo que se empezó este pasado verano. Lo primero y lo tercero es trabajo y más trabajo empezando desde ya, con resultados inmediatos. De los ocho jugadores que se mencionan todos salvo Heurtel deberían ser buenos o decentes defensores, y sin embargo hoy parecen caricaturas.

No hay falta de actitud, ese tópico al que se recurre habitualmente para explicar lo inexplicable, algo extendido entre los aficionados pero peligroso en boca de tu entrenador. En Vitoria los jugadores no salieron con mala actitud, pero al segundo golpe cayeron a la lona debido a la dinámica derrotista en la que ha vuelto a caer el equipo, la cual deprimiría a cualquiera. Luego lo levantan Ribas, Navarro, Hanga, Moerman y Tomic, curiosamente los jugadores que mejor interpretan el baloncesto en el Barça, con la colaboración por supuesto de Baskonia, algo que ningún equipo serio permitiría. Sito Alonso no se puede permitir perder tantos partidos y además perder al vestuario, que parece es lo que ha sucedido. O los pierde porque lo ha perdido. O quizá nunca ha sido suyo. El caso es que su credibilidad se ha agotado.