El cansancio, la Copa, las excusas, Stamford Bridge y el Barça

El Barcelona llega a la ida de los octavos de final de la Champions en uno de los peores momentos de juego de la temporada. Y la dinámica de resultados, siendo satisfactoria en el global, es ligeramente peor a los cosechados en el tramo pre y, sobre todo, post clásico. La frescura de entonces, la confianza que se notaba había adquirido el colectivo después del correctivo en el Bernabéu, parece que se ha evaporado.

En Stamford Bridge se verá realmente cual es el nivel competitivo del proyecto, la capacidad de Valverde para plantear una eliminatoria a priori fea y trabada y la madurez de un colectivo que lleva dos temporadas sin pasar de los cuartos de final de la Copa de Europa. Y mañana se irá a Londres sin Neymar y con Iniesta un año más viejo. Ernesto tiene un reto.

Los motivos, las excusas de mal pagador a esta dinámica comentada anteriormente, son obvios, claros y también repetitivos. En un mes de enero tan cargado de partidos importantes (con la Copa del Rey tomada en serio no queda una semana sin partidos intersemanales) no queda margen de entrenamientos para preparar planteamientos más largoplacistas ni tampoco margen de error. Una derrota, un mal resultado en Copa, obliga a destinar grandes esfuerzos para remontar partidos o competir en estadios con un nivel de agresividad elevados (es lo que tiene jugar en un fútbol que no castiga la violencia ni penaliza las agresiones sistemáticas). Esto, completamente cierto, se contrapone con otro apunte importante, el Barcelona dispone de una de las mejores plantillas del continente. Situaciones así no pueden suponer excusa para el Barça. ¿Si Valverde, Robert o cualquiera de nosotros se queja qué debe pensar entonces Garitano con su Leganés o Marcelino con el Valencia?

La realidad, también, es que el Barça, después de superar al Celta en la Copa con completa suficiencia y autoridad ha sumado derrota, victoria ajustada y empate ante un Espanyol disminuido, un empate a nada ante un Getafe que fue en momentos superior en el Camp Nou y una victoria polémica ante el Alavés en el Estadi. Toca reflexionar, esos partidos denotan que hay algo en el equipo que no cuaja y el cansancio no puede ser siempre el argumento.

Paciencia con Mina, Coutinho y Dembélé, pero…

Olvidarnos de los refuerzos y “refuerzos” del mercado invernal ante este escenario que se presentará mañana en Londres sería dejarnos parte del mapa culé actual. Coutinho es el talento puro y duro, asentado ya en la élite, que debe suponer un enorme salto de nivel en la plantilla. Sin Champions su objetivo debe ser aclimatarse al colectivo y contribuir a un mejor juego grupal. Por ahora, no evoluciona al nivel esperado. Paciencia.

Ousmane Dembélé es otro caso. Con las lesiones torpedeando su aclimatación sus partidos no pasan del aprobado raspado siendo generosos. Su potencial es demasiado importante como para olvidarle prontamente, y un club maduro como el Barcelona debe saber esperar, pero sería interesante que Ousmane diera otra vez pinceladas de su talento y aportar al colectivo.

El caso de Mina es especial. 90’ solamente ante un rival encerrado mostraron que por arriba es un jugador dominante como pocos, que su confianza en sí mismo es extraordinaria y que su madurez, insuficiente. Paciencia con un perfil así será imprescindible para conseguir que pueda ser importante en un futuro no muy lejano. Hoy aparece como cuarto central a la espera de que Vermaelen recupere su salud y los indiscutibles Piqué y Umtiti sigan saludables.

Eso sí, el examen de mañana, es para Valverde y para los que llevan dos años fracasando.