¿Ferran Sarsanedas como remedio para la enfermedad?
Se viven días convulsos en el Mini Estadi. El filial, a las órdenes de Gerard López, acumula un total de nueve jornadas consecutivas sin sumar los tres puntos y el equipo no da señales de ser capaz de revertir la dinámica. Las cinco últimas derrotas han hecho saltar todas las alarmas, no solo por los resultados en sí mismos, sino también por lo poco que transmite a nivel de juego. Ante el Rayo Vallecano vimos una versión algo mejorada, sobre todo la primera hora de juego, pero lo cierto es que el B necesita mucho más.
El B se ha convertido en esclavo de sus defectos y la poca inspiración tanto individual como colectiva lo han condenado a la zona de descenso. Sin entrar a valorar el modelo en sí mismo ni la gestión de la plantilla, lo cierto es que las nuevas incorporaciones tuvieron un efecto prácticamente inmediato y minimizaron un final de primera vuelta apático, saldado con una única victoria en las últimas 12 jornadas. Cuatro victorias en los seis siguientes partidos establecieron un panorama más desahogado, pero, a partir de ahí, el equipo ha vuelto a las andadas: cuatro empates y cinco derrotas.
Los azulgranas, en líneas generales, son un conjunto vulnerable defensivamente. Inestable en los dos laterales, Gerard López no ha encontrado la fórmula para evitar que el rival ataque por esa vía y crezca a partir de ahí; situación que instaura un estado permanente de preocupación. Es más, hay una estadística demoledora en este sentido: el filial solo ha dejado su meta imbatida en 5 ocasiones (36 jornadas disputadas hasta el momento). La solidez siempre es un aspecto clave para medir el rendimiento de un conjunto, pero si hay algo que de verdad preocupa, y más teniendo en cuenta que hablamos de un club como el Barcelona, es la escasa fluidez con el balón en su poder. Al equipo le cuesta mucho instalarse en campo contrario, desbordar por cualquiera de los flancos y desorganizar al contrincante en estático. Y, buena parte de ello, reside en la figura del mediocentro posicional.
Aún con Oriol Busquets en el dique seco, Gerard López ha recuperado para el tramo decisivo a Ferran Sarsanedas, un mediocentro zurdo con una superlativa distribución de la pelota en la medular. Porque Rivera tiene una gran capacidad para desplazarse con el balón, que no desplazarlo -almenos no es su gran virtud-, por lo que esa demarcación ha dejado de ser el punto de conexión entre la última línea y los dos interiores, que, sobre el papel, son Carles Aleñá y Ruiz de Galarreta, dos jugadores con un trato de balón celestial.
El catalán, natural de Amer, es una rara avis dado que es un mediocentro zurdo. Tiene una brillante lectura táctica para descifrar e interpretar los movimientos propios y ajenos. Minimiza sus defectos (sobre todo en el aspecto físico) anticipándose y acertando siempre con su colación, sobre todo sin balón. Porque con él, Ferran le otorga un punto de consistencia y de cohesión al bloque en la construcción y es una vía de escape exitosa cuando el rival activa la presión. Con él y su gran capacidad para el pase sobre el rectángulo de juego, el B siempre ha mostrado naturalidad y dinamismo. Algo que le está pesando en las últimas fechas.
Los problemas del filial van mucho más allá de esa posición en concreto, es evidente, pero lo cierto es que tiene mucho peso en la base de lo que debe construir Gerard para salvar la debacle. Porque, en clave cortoplacista, el filial está absolutamente estancado y, echando un ojo rápido al calendario, los rivales arrojan un contexto aún más preocupante: Almería, Reus, Sporting, Cádiz, Albacete y Real Zaragoza. No depende de sí mismo, pero la distancia es mínima. Abróchense los cinturones; vienen curvas.