Sin estrellas, a por la segunda.
Antes de que la Federación Española viviera uno de los episodios más convulsos de su historia, la selección era una de las tres claras favoritas a salir campeona el 15 de julio en Rusia.
Sin Messi, Neymar, Griezmann o Cristiano, pero con un grupo sustentado en la base de futbolistas que han capitalizado “la Roja” durante los últimos años, el equipo construido por Lopetegui llegaba al debut mundialista, amistosos aparte, con sensaciones bien distintas a las de los últimos torneos. El ya ex-seleccionador había sido capaz de renovar la identidad de un conjunto alicaído en los dos grandes acontecimientos anteriores, combinando aires nuevos con jugadores que afrontarán desde el viernes su última cita mundialista. Con un XI muy reconocible y un banquillo capaz de solucionar encuentros, tanto a nivel de suplentes como resolución de su técnico, el combinado español pisaba Krasnodar consciente de partir en el triunvirato de cabeza. La mejor de las 32 selecciones en cuanto a técnica y talento se refiere encara el torneo con nombres que llevan atronando durante la última década en el panorama continental y otros, como Iago Aspas o sobre todo Marco Asensio, que vienen pidiendo paso en la mesa de los grandes.
Si bien el número de jugadores culés se ha visto reducido en comparación a experiencias pasadas (5 azulgranas fueron a la Euro´16, mientras que hasta 7 vistieron la camiseta de la selección en Brasil´14) la importancia de estos sigue intacta. Piqué, Alba, Busquets y Andrés Iniesta se antojan vitales para el objetivo de conseguir la segunda estrella. Otro blaugrana, Sergi Roberto, se ha destacado como la ausencia más controvertida en la lista de 23, mientras que un ex -y quién sabe si futurible- como Thiago, peleará con Koke por hacerse con el último hueco del once en el interior derecho. Reina y Bartra, con pasado en el club, también han llamado la atención de los “flashes”, ya fuera por su inclusión o no en la convocatoria final.
En una selección marcada por la posesión y cuyo principal debe parece ir encaminado a la falta de gol, la pareja que Piqué y Ramos vienen formando desde hace más de un lustro resulta una de las mayores certezas del fútbol mundial. El central catalán afronta el que será, según sus propias palabras, su último gran torneo internacional de la mano de su más acérrimo enemigo. Cuando miren a su izquierda, Sergio y Gerard verán a un Jordi Alba que deberá demostrar que puede seguir siendo importante en un terreno de juego sin Leo Messi en su equipo. El lateral, que guarda parte de sus mejores recuerdos a nivel personal tras aquella trepidante Eurocopa de Polonia y Ucrania, deberá asumir un rol en ataque similar al que ocupa en el Camp Nou, al no contar con un extremo que le fije por delante y teniendo libertad para ocupar todo el flanco izquierdo del ataque. Para ello, Busquets, flanqueado seguramente por Koke a su derecha, deberá compensar todos y cada uno de los movimientos de los laterales con la maestría y el temple que les caracteriza, además de ser el metrónomo que ayude a evaluar la velocidad del juego español. Tan importante es la labor del mediocentro que, si uno repasa la lista de Lopetegui, la del 5 es la única posición que no se encuentra doblada. Cuando Alba arranque pegado a la cal, con la cabeza hacia atrás y el único objetivo de llegar a línea de fondo, puede que tenga tiempo de levantar, aunque sea por un momento, la vista y contemplar los últimos destellos de un chico de poco pelo que, seguro, le resultará familiar. Si por algo escuece especialmente la particular situación que le está tocando vivir al combinado nacional en las horas previas al comienzo del torneo es, precisamente, por el amargo final que podría suponer para Andrés Iniesta. Cada minuto que Andrés dispute durante el próximo mes debe ser paladeado como lo que significa: las pinceladas finales de uno de los mejores artistas que ha dado este deporte. El manchego, despedido con todos los honores de su auténtica casa, el Barça, busca en Rusia cerrar el brillante ciclo que inició allá por 2008 junto a su inseparable compañero de fatigas, Xavi Hernández. Andrés puede verse en un escenario similar al de Terrasa, abandonando una selección rodeada de polémica y al borde del abismo tras una serie de extrañas circunstancias. Que eso no suceda será, en parte, responsabilidad de los cuatro azulgranas que encabezan la expedición. Si bien los planes de Julen parecían claros, apostando por un equipo repleto de control, juntando hasta cinco centrocampistas y dejando la responsabilidad del gol en manos de un cuestionado Diego Costa, es difícil averiguar qué nos vamos a encontrar en los próximos días. La lógica y el tiempo dicen que Fernando Hierro seguirá los pasos del anterior seleccionador, pero el ambiente, la moral y la salud del grupo son los que determinarán el papel de la selección en este apasionante Rusia 2018.
Por nombres, calidad y trayectoria para llegar a este punto, España debutará ante Portugal con las envidiosas miradas del que observa a un futuro campeón. Dejando de lado (por difícil que parezca) todo el revuelo extradeportivo, el camino de “la Roja” por Rusia se verá ligado a la fortaleza de su extraordinario cuarteto defensivo (De Gea, Piqué, Ramos y Busquets), la resolución de los de arriba para materializar en peligro toda la posesión que amasarán y el papel que puedan jugar desde el banquillo los suplentes de lujo con los que cuenta la selección.