Este fin de semana el Barça Lassa inicia la temporada 18-19 de manera oficial con la disputa de la Supercopa en Santiago. Lo hace frente al equipo que acabó con sus aspiraciones la campaña pasada, Baskonia. Los de Pesic se estrenan con unas cuantas caras nuevas, varios lesionados y con unas expectativas no excesivamente elevadas.

Quizá por la experiencia de los dos últimos años, en los que el Barça inició dos proyectos y ambos fracasaron. Quizá porque la Liga catalana no dejó buenas sensaciones. Quizá porque la gestión de la retirada de Navarro evidenció que la sección está en malas manos. Quizá porque ni la figura, ni baloncesto ni pasaporte de Pesic despiertan la ilusión de Saras. Y quizá porque la plantilla nuevamente parece estar claramente por debajo de los mejores. El caso es que el equipo blaugrana se pone en marcha en un ambiente muy frío, posiblemente expectantes y cautos pero probablemente también temiendo una nueva decepción.

No se puede decir que el Barça haya fichado mal, pero sí insuficiente. Ha firmado dos jugadores que deberían ir directos al quinteto, Pangos y Singleton, algo absolutamente necesario para dar el salto de calidad que se reclamaba, pero el resto de incorporaciones no están a la altura. Buenos jugadores que no cuadran demasiado ni por nivel ni por rol. Parecía claro que en caso de buscar un pívot la preferencia sería un jugador de corte más físico, mientras que a todas luces el equipo va corto de talento exterior, por lo que Blazic no parece la mejor opción. Con un tercer base o un escolta más creativo el esloveno podría encajar, pero dada la configuración de la plantilla tiene pinta de que va a tener un rol demasiado grande para el nivel que ofrece. 

Las lesiones de Hanga y Seraphin son un problema, sobre todo en el caso del húngaro. Para suplir al francés ha llegado Pustovyi y pueden actuar ahí tanto Oriola como Singleton, pero Hanga no tiene sustituto ninguno, algo que va a pesar desde el minuto 1 de competición. Partir con Claver como alero titular y Blazic como suplente en una competición tan exigente como la Euroliga es una irresponsabilidad. Francamente parece impensable que el Barça no acabe recurriendo al mercado en algún tramo de la temporada para mejorar su línea exterior.

Porque el caprichoso calendario de Euroliga además ha querido que el Barça juegue 6 de sus 8 primeros partidos a domicilio. Caras nuevas, lesiones y una lamentable trayectoria en la competición tras el cambio de formato son motivos para ser pesimistas. Esta Euroliga te exige desde el primer partido, y un mal inicio te puede condenar a ir siempre a remolque, y más con la presión que arrastra el club tras estos últimos años. Salir vivos clasificatoria y mentalmente de estos primeros partidos resultará crucial para afrontar el resto de fase regular.

Mucho se ha hablado de la propuesta de Pesic, la de un baloncesto rácano a pocos puntos. No es un roster que vaya sobrado de talento, esa es la verdad, pero sí un conjunto que se adapta a la idea de basket controlado que siempre ha pregonado el balcánico. Llegados a este punto la exigencia mínima es que Svetislav Pesic construya un equipo estable y competitivo más allá de lo atractivo del juego. El proyecto del serbio es el atajo que han tomado los directivos culés para salvar sus culos, y sin duda se trata de un cortoplacismo extremo. Mientras tanto Jasikevicius espera a que le entreguen las llaves del Palau, cosa que sólo ocurrirá tras otra debacle y cuando intervenga Bartomeu y verbalice lo que todo el mundo sabe, que los actuales responsables no están capacitados. Para entonces igual le han reclamado en USA, Moscú o Tel-Aviv y el Barça llegue, como siempre, tarde y mal.

Aquí alguien que teme el primer sopapo de la temporada este viernes. Ilusiona la llegada de Pangos, un base que encaja por nivel y perfil en lo que se pide, y también Singleton, ese interior móvil y de calidad que aporte equilibrio, pero es una pena que pudiendo hacer las cosas mejor otra vez se hayan quedado a medias. El dinero es limitado y por culpa de la gestión de los directivos la sección ha dilapidado una cantidad de dinero ingente, pero lo que está claro es que este proyecto culé no es todo lo estimulante que debería. Hay que ponerse en manos de Pesic y que saque un gran rendimiento de los suyos. 

¿Objetivos? Después de dos decepciones brutales la prudencia ha de ser la mejor amiga en este inicio de temporada. Aceptando que la Supercopa es pretemporada y que la Copa un torneo muy particular, el objetivo en España ha de ser volver a jugar la final ACB y competirle el trono al Real Madrid, mientras que en Euroliga llegar a los playoffs parece innegociable, incluso sabiendo que si llegas del octavo al sexto puesto te condena a una derrota casi segura frente a los tres dominadores de la competición. Da igual, lo importante es dar pasos, asomarse de nuevo a la élite y no hacer el ridículo como en los dos últimos años. Otro año así sería demasiado.

Balón al aire.