El proyecto, Valverde y el Barça

Tras una semana en la que el Barcelona ha sumado solo 2 puntos de 9 posibles en una semana en la que se presumía un pleno de victorias ante rivales de menor entidad los nervios en el entorno se disparan, y con ello los rumores, las ansias, los nervios y la desmesura en la crítica.

Valverde, en una demostración de personalidad que no había parecido mostrar en lo que lleva en el cargo en Can Barça, dejó en el banquillo a Messi frente al Athletic. Decisión que, más allá del resultado, potenciaba un mensaje de confianza al resto del plantel para ser capaces de remontar el vuelo sin la necesidad de la presencia del astro argentino.

A pesar de todo, las decisiones que ha ido tomando el Txingurri no terminan de conectar con la apuesta que ha tomado la institución de cara al futuro. Lo que parecía en verano en base a alguna serie de futbolistas con proyección y los jugadores que estaban en el escaparate en espera de ofertas no ha sido, por ahora, tenido en cuenta por Ernesto.

Aleñá era jugador del primer equipo antes de lesionarse, después de ella ha vuelto a segunda B con el filial. Lo que podría ser entendible con la intención de recuperar el ritmo físico puede confundirse y ser una mera intención de apostar antes por otros futbolistas como Rafinha, que hasta la última fecha del mercado de fichajes estaba en venta con varios rumores de traspaso.

Otro caso, Malcom, entra en el mismo debate. El brasileño llegó sorprendentemente en una operación relámpago para dar al ataque otra muesca en el revólver y tener mayor margen de maniobra. Valverde, a pesar de todo, ha apostado antes por Rafinha que por el exfutbolista del Girondins de Burdeos.

En otra posición, la de lateral izquierdo, el club apostó por vender a Digne y no traer a nadie en su posición para dar mayor margen de opciones para Miranda. Aunque sólo es octubre, Valverde antes ha acudido a la presencia de Vermaelen como lateral antes que el andaluz para sustituir al indiscutible Jordi Alba. Más allá de los resultados, que hasta el momento están muy por debajo de las exigencias marcadas por la entidad, dejan entrever que por un lado se mueve el técnico y por otro la entidad.

¿Qué puede suceder con esto? Pues simplemente, el que está en una posición de debilidad en este negocio siempre es el entrenador, más si el técnico no dispone del prestigio o legado de otros con más relumbrón, y el inevitable final si el resultado no acompaña es el de siempre: El técnico es destituido si no dimite pretéritamente.

¿Significa esto que sería positivo para la entidad que eso sucediera? Al contrario, sería catastrófico, demostraría que el proyecto no era más que una farsa, un aborto, en el que el único objetivo y mensaje era tirar el balón hacia adelante, que el tiempo pasara y que todo siguiera igual.

Lo que necesita una entidad como la del Barcelona es por encima de todo rigor, seriedad, coherencia y una vista a largo plazo para renovar una plantilla con varios de sus mejores futbolistas en la treintena. Si por el camino se ha de competir con menos exigencias y más tranquilidad el mensaje desde el club debe ser coherente a ello. Si por el contrario, desde los altos mandos exigen un irracional triplete y su capitán se marca la orejona como objetivo prioritario bien harían todas las partes en marcar un mínimo común denominador y seguir el mismo sendero. La alternativa, sino, la marcará la dictadura del resultado, el único sustento de un cuerpo técnico marcado por los desastres de Roma y Butarque 2018.