El aficionado culé, a veces más papista que el Papa, se quejaba el sábado pasado de que el Barça acabara en base a centros laterales y cargar el área rival con Vidal y Piqué de nueve, algo que decían que era «no muy Cruyff».

Partamos de la base que el Johan entrenador siempre hacía uso de los recursos que tenía de la mejor manera posible; compitiendo e intentado ganar el partido con lo que había sobre el campo y si eso implicaba que Alexanco acabara de delantero centro, lo hacía. Al final son los resultados los que avalan o no tu apuesta futbolística, pero a nadie escapa que el Barça no pretende jugar diferente por el hecho de jugar bonito, sino que juega «bonito» porque es el camino más corto de este equipo para ganar.

Todos a los que se les llena la boca con que el Barça de Valverde no sigue los axiomas marcados por Johan y posteriormente por su profeta Guardiola, primero que se lo hagan mirar. No sé si entendieron muy bien el juego de pivote de Bakero, el de delantero centro de Salinas, el de extremo de Goicoechea o el de lateral de Ferrer o Juan Carlos. Nunca podremos decir que estos jugadores fueran un dechado técnico con el balón en los pies, pero hacían su labor en pos de que el equipo funcionara y, recordemos, se ganara.

Volviendo al partido en Vallecas, quizá debería preocuparnos más los ochenta minutos anteriores, pero relativamente; el equipo venía de exhibirse contra el eterno rival y de ganar el partido más complicado de la liguilla de Champions contra el Inter. Empezó con ritmo, marcó el primero y… desconectó. Lógico, son humanos, a partir de ahí el Rayo remonta, y el equipo se ve con la necesidad de volver a conectarse y marcar dos goles que se consiguen inextremis y cuando ya nadie lo esperaba. Ojo, de eso se trataba en ese momento. Tres puntos de esos que saben a Liga.

Cuando Gerard sube el área rival, no nos pongamos nerviosos; 1. Lo hace porque es necesario. 2. Hablamos de uno de los mejores centrales en lectura de juego, luego lo hace por algo y, sobre todo, para algo.