Líderes en ACB con dos victorias de diferencia sobre los perseguidores y cada semana más asentados en puestos de PO Euroliga. Sí, podemos afirmar que la temporada del Barça Lassa hasta ahora es de notable alto. Pesic ha conseguido formar un equipo reconocible, competitivo y estable, situación sólo amenazada en aquellos terribles días de diciembre tras caer ante Fenerbahce en casa. En solo unos días pasó de estar en el mejor momento de la temporada al peor, con la abultadísima derrota en el WiZink de por medio y el triste partido ante Olympiacos en el Palau como prueba irrefutable del hundimiento. Y entonces apareció Pau Ribas en Vitoria.

Su presencia en el Buesa Arena espoleó a sus compañeros cual Julio César en Alesia, una batalla llamada a perderse pero que, en gran parte, gracias a él se ganó y el equipo volvió a la senda marcada por Pesic. Sólo anotó tres puntos en la capital gasteiztarra, pero con él en pista el equipo tiene otro color. Básicamente porque entiende el juego como ningún otro jugador de la plantilla. Sabe cuándo acelerar el juego y cuándo toca bajar las revoluciones, cuándo requiere abrirse y amenazar o acercarse más al base. Pau Ribas es puro equilibrio, algo que el Barça había echado de menos en los primeros meses de competición.

Y eso que en Vitoria llegó minimizado tras el largo parón sin jugar, pero a este nivel ya es mucho Ribas, sobre todo porque los rivales ya se habían dado cuenta de que desactivando a Kuric reducían la ofensiva de los de Pesic a mínimos. Los 5.4 puntos y 3.6 asistencias por partido en las cinco victorias seguidas en Euroliga desde que regresó no hacen justicia al evidente crecimiento que ha experimentado el Barça. Con él en el roster el equipo culé es infinitamente más creíble.

Thomas Heurtel, del que habrá que empezar a hablar muy seriamente, estaba cuajando una gran temporada ya sin él, pero con el de Badalona a su lado en estos cinco partidos se ha vuelto a impulsar. 16.2 puntos de media para el francés, al que le viene de maravilla compartir quinteto con Ribas. El “5” le ayuda en la gestación de la jugada para después darle variantes. Heurtel manda y ejecuta, pero ahí está Pau para darle espacio y abrirse o para acercarse y darle el relevo en la generación. Juntos forman una sociedad muy equilibrada, y es que el aterrizaje de Ribas en la temporada le ha dado sentido a muchas cosas.

Con él las parejas base-escolta parecen establecidas con toda la lógica. De la de Heurtel-Ribas sólo cabría añadir que mezcla al mejor defensor de los cuatro con el peor, el más cerebral con el más visceral. El dúo Pangos-Kuric es más clásico, mezclando la mayor pureza de Pangos dirigiendo con los movimientos de escolta puro de Kuric, en constante movimiento buscando la salida de bloqueo para anotar de tres. Mucho más equilibrado esto que juntar a Heurtel con Kuric. El propio Hanga también se ha beneficiado con la recuperación de Ribas, pues le ha dejado a tiempo casi completo como “3” y está en el mejor momento de la temporada. Sólo Jaka Blazic se ha visto perjudicado con el nuevo escenario, el que se esperaba de partida si Hanga y Ribas hubieran empezado sanos, cabe decir.

Gusta mucho en baloncesto hablar de intangibles, esas acciones que realizan los jugadores que no se reflejan en las estadísticas pero realmente sí tienen impacto en el juego. Ribas es esto. Era imposible que el Barça pudiera soñar con algo importante sin Pau Ribas de por medio. Por suerte para Pesic y para todos los culés el número «5» ya ha llegado.