El Barcelona Lassa parece haber salido de la depresión post-Mundial y de las numerosas lesiones que ha dejado el torneo, y gracias a la contundente victoria ante el Kristianstad (43-25) está, a dos partidos del final de la liguilla, muy cerca de ser primero del grupo más difícil de la Champions League y de evitar la ronda de octavos.

Un punto. Eso necesita el Barça para asegurarse ese primer puesto que lo sitúe en la ronda previa a la Final Four, y debe lograrlo jugando en la pita del Montpellier este fin de semana o recibiendo al Rhein-Neckar Löwe, primer rival de los dos que han derrotado a los culés, la semana siguiente. Tan sólo una doble derrota y dos victorias del Veszprem podrían desplazar al Barcelona de ese primer puesto. El Veszprem fue el segundo, y último hasta la fecha, en poder derrotar a los de Xavi Pascual, en un duelo jugado inmediatamente después del Mundial y con ambos equipos con numerosas bajas, siendo las barcelonistas más sensibles.

Obviamente, estaría bien asegurar ese primer puesto lo antes posible con una sólida actuación en Francia y centrarse después en recuperar efectivos, forma y dinámica de equipo para el tramo decisivo. Para el Barça, resulta imperativo poder estar frescos y entonados para imponer el juego rápido y vigoroso que pretende llevar a cabo este año y que tantos buenos momentos ha dejado en esta primera mitad de campaña.

Con todo, hay un fantasma que sobrevuela las cabezas de los jugadores, entrenadores y responsables de la sección, y que se trata de uno de los grandes males que ha azotado a la sección en los últimos años; es la falta de competitividad del balonmano nacional, donde los barcelonistas apabullan a sus rivales, que pasa factura cuando se llegan a las rondas importantes de Champions League, en donde el Barcelona se ha visto sufriendo más de lo esperado, e incluso eliminado, en más de una ocasión. Es un mal particularmente si se llega primero de grupo, con lo que los jugadores llegan a la ronda de cuartos de final sin haberse visto verdaderamente exigidos en muchas semanas. Xavi Pascual deberá encontrar mejores maneras para mantener al equipo enchufado que las que empleó el año pasado.