Gestionar un grupo de élite con unos objetivos ambiciosos, compitiendo por todo, luchando por cada partido, por cada minuto de cada título, no es fácil. Y eso es lo que demandamos a este equipo, porque somos el Fútbol Club Barcelona.

Si nos ceñimos a esta frase, el equipo ha competido cada título hasta el final. Cada minuto se ha luchado, nada se ha regalado o esa sensación se tiene, pero evidentemente hay un borrón, un borrón que se escribe en papel ajado por el tiempo; ya llueve sobre mojado.

Pero este es solo uno de los problemas, quizá más la consecuencia, que el problema en sí. A veces es necesario un revés que sirva de catarsis para volver a replantearse todo. Alguno indica que nos hemos alejado demasiado del modelo que nos hizo diferentes, que nos hizo ganar desde la propuesta valiente, desde el balón. No solo porque esto nos pueda parecer más estético, sino porque desde un punto de vista pragmático es el que mejor resultado nos ofrece. Esto es cierto, pero quizá no sea en sí mismo la solución de nuestros males. No será solo volver a reclamar nuestra identidad lo que nos va a proporcionar automáticamente volver a reinar en Europa. Además, ¿qué es volver a ganar la ansiada Champion League? ¿Te autoriza automáticamente a considerarte y que te reconozcan como el mejor equipo del mundo?

Somos el Fútbol Club Barcelona, siento repetirme, pero debemos interiorizar lo que esto significa. No somos un equipo cualquiera, lo que nos define es una identidad específica, diferente a todo lo que existe en el panorama internacional y que, al menos en este siglo, nos ha reportado gran cantidad, no ya de títulos, sino de reconocimiento a nivel mundial. Este equipo provocaba pavor en el rival, no ya por tener al mejor jugador de la historia de este deporte en nuestras filas, sino porque sabías que ibas a ser dominado desde la pelota, ibas a sufrir y solo en el caso que no tuvieran el día en acierto cara a la portería, podrías salir vivo del envite. Ibas a ser sometido, daba igual el escenario y lo aceptabas. Hoy ya no es así y eso provoca que esa superioridad mental que existía, ahora viré hacia cierta inferioridad cuando el rival lo propone.

Podríamos deducir que lo de Anfield, lo de Roma, lo de Turín… fue meramente fútbol o reducirlo a un aspecto puramente mental. Seguramente nos equivoquemos al ceñirnos a solo uno de los dos aspectos o sería mejor decir que el segundo es consecuencia del primero, pero no arreglando el aspecto futbolístico se solucionará el problema mental automáticamente, ni viceversa por supuesto. El Barça necesita no tener dudas que le bloquean cuando el equipo rival comienza a remontar una eliminatoria. Si nos fijamos, mentalmente nos sentimos más cómodos teniendo que remontar en casa, que visitando el campo rival con resultado a favor. No tenemos el fútbol suficiente que nos tranquiliza y nos permite mostrar la teórica superioridad futbolística en el campo. Necesitamos hacer click mental y hacerlo pronto, antes de que esta situación se vuelva endémica y nos vuelvan los fantasmas en el próximo envite similar. Y esto pasa por volver a sentirnos fuertes y confiar en nuestro juego. Entender que ese tipo de fútbol no solo te ofrece una identidad en la que refugiarte, sino las mejores armas para afrontar nuestros miedos.

Que este ejercito puede estar comandado por Valverde o por otro general, el tiempo lo dirá. Personalmente creo que debemos aprovechar que el problema ha sido detectado para tomar las medidas oportunas. El manido sin prisa, pero sin dejar pasar el hecho que todos los comienzos de Mayo nos golpea la cabeza. Analizado está, ahora hace falta tomar las medidas oportunas para solucionarlo…